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ACTUALIDAD 21-07-2017 12:29

Camila Cavallo y Mariano Martinez presentan a Alma

“La beba tiene la mirada del papá” Galería de fotosGalería de fotos

En la repisa del cuarto sobresalen princesas, muñecas de tela y un elefante de peluche. Abajo, una estrella y una “A” de madera con detalles en rosa anuncian el nombre de la anfitriona. Entre tonalidades beige y blanco, seis cuadros de animales con estilo nórdico, plantas y un ambiente lúdico, su mamá la tiene en brazos y le canta. La beba le toma el dedo índice mientras sus rasgados ojos grises lentamente comienzan a cerrarse. “La idea es que después de los seis meses Alma estrene la habitación que con tanto amor le armamos. Ahora está durmiendo con nosotros en una cuna de ‘colecho’ (la Next2Me de Chicco) que queda pegada a nuestra cama a través de un lateral abierto donde ella también tiene su espacio”, dice Camila Cavallo (23) a un mes de dar a luz a la primera hija que tuvo con Mariano Martínez (38). La modelo cuenta cómo cambió su vida en menos de un año y su mirada se pierde en la pequeña. “Es todo nuevo para mí. Tengo la emoción a flor de piel. Pensé que iba a ser más caótica la adaptación en casa pero la gorda es una santa. Sólo me hace levantar dos veces por noche para amamantarla. Es súper tranquila. Así está siempre. A cada lugar que la llevamos, va de brazo en brazo sin llorar”, detalla luego de poner suavemente a la beba en la cuna y taparla con una manta. “Los hermanos la agarran, la besan, la manipulan y ella está feliz”, agrega sobre Olivia (7) y Milo (3), los hijos que el actor tuvo con Juliana Giambroni (27). “Ya vinieron a Buenos Aires mis familiares de Santa Fe para conocerla. Juliana también la vio y nos felicitó. Con ella desde el principio nos llevamos re-bien; esa fue la intención de ambas”, precisa.

El destino de Camila cambió radicalmente con un video que subió, en 2016, a su cuenta de Instagram, donde posaba para una campaña de ropa. De inmediato, recibió un mensaje de Mariano invitándola a cenar que contestó dos semanas después. De las innumerables salidas con Martínez, la convivencia en Nordelta, con sus gatos “Lolo” y “Mila” y la perra boyero “Mía”, a la llegada de Alma, pasaron sólo 11 meses. “Con Mariano hubo conexión desde el primer momento. Todo se dio naturalmente. Aprendo mucho de su función de padre. El me enseñó a cambiar el pañal, a bañarla en la temperatura justa... Compartimos la mayoría de las cosas de la bebé: la hacemos dormir o jugamos con ella. A veces sólo nos dividimos las tareas cuando están ‘Oli’ y Milo. Es un papá súper presente, sensible y paciente con sus hijos. Así me enamoró y me enamora cada día más. No hay nada que no me guste de él. Mariano es el mejor papá que pude haber elegido para mi hija. Con él, me siento más confiada y relajada como madre”, se emociona la joven desde el atelier donde despliega el arte de pintar cuadros.

Contrariamente a lo que la pareja imaginó por cercanía de edad, la que manifiesta algunos celos típicos de chicos es Olivia, no Milo. “Un día fuimos todos a comprar un body para la beba y nos llamó la atención uno que decía: ‘La princesa de papá’. Pero Mariano me dijo que a Olivia no le iba a gustar. Le pregunté a ‘Oli’: ‘¿No es cierto que no te da celos?’ y me contestó: ‘Bueno, de algunas cosas capaz que sí’. Nos hizo reír. Igualmente son mínimas reacciones que tiene toda hija para con el padre. Ella cuando se enteró del embarazo fue la primera que nos dijo que quería que fuese nena. Los dos adoran a la hermana, quieren tenerla a upa, ver cómo se baña; me traen los pañales cuando la cambio. Recuerdo que Milo quedó enamorado el primer día que la vio en el sanatorio. Se iba y le decía: ‘¡Chau, preciosa, hermosa!’. Ambos son super cariñosos y dulces con Alma”, destaca. Hace una pausa y, al mismo tiempo que la observa descansar, manifiesta que todavía no aprecia un parecido físico nítido de su heredera con sus papás. “Cuando nació, vino Mariano con la gorda en brazos y me dijo: ‘¡Mirá, sos vos! ¡Es un calco tuyo!’. Pero por ahora no la veo parecida, es muy chica y cambia mucho con las semanas. Todavía tiene un color de ojos indefinido. Aunque sí su mirada es idéntica a la del papá”, aclara la estudiante del Profesorado de Educación Inicial.

Durante el embarazo Camila se dio todos los gustos y no se arrepiente. Su buena genética se lo permitió. “Quería disfrutar a pleno mi estado de embarazada. Si bien subí 18 kilos, ya bajé la mayoría en el parto porque era más por retención de líquido. Los últimos que quedaron son los más difíciles pero hace poco empecé el gimnasio y me está ayudando un montón. Aparte volví a comer sano. Lo hago sólo por las propuestas de trabajo que me van llegando. No estoy desesperada por recuperarme físicamente, hoy todo se centra en la crianza de mi hija”, asevera. Con los tenues rayos del sol que asoman por la ventana de la cocina, llegó la hora del almuerzo. Mariano se acerca con la beba y, mientras ella se prepara para amamantarla, dice que Alma los fortaleció como familia. “Nos estamos conociendo en otras funciones y eso nos une más. Si bien hoy prácticamente no contamos con espacios para tener momentos de intimidad, todo pasa a un segundo plano. Nuestra energía está abocada a la beba. Es increíble el amor incondicional y la madurez que te puede dar alguien tan pequeño. Cuando sos mamá entrás en un mundo mágico. Con un hijo uno renuncia a lo personal, tiene otras prioridades. Siempre deseé ser madre y más adelante ¡me gustaría tener un varón!”, concluye con la satisfacción de quien sin buscarlo encontró lo más importante de su vida.

Por Naiara Vecchio

Agradecimientos: Fotos Catalina Avila (Instagram: @catalinaavilaphotography),

Stylist Maggie de @noaandmiaprops.

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