viernes 19 de abril del 2024
ACTUALIDAD 30-09-2020 21:46

Moria Casán abre las puertas de su soñada mansión

"La One" se refugia en su imponente residencia de Parque Leloir. ¡Mirá las fotos! Galería de fotosGalería de fotos

Lejos del ruido y del estrés de la gran city. Donde el sol brilla distinto, los árboles crecen sin límites y los pájaros cantan más allá de su horario permitido. Allí es feliz sin condicionamientos. Sin prohibiciones. Libre, como siempre lo hizo y le gusta transitar la vida. Allí encontró su lugar en el mundo. Y creó su propio paraíso. Al que no entra cualquiera. Sólo unos pocos privilegiados son autorizados a traspasar los altos muros de su refugio en la reserva natural de Parque Leloir. Tras esos paredones no deja de ser la diva pero prioriza a la mujer. Aunque siempre es Moria Casán.

Con su impronta, su sello personal, su glamour y brillo. Con su andar felino pero también con sus sentimientos a flor de piel. Con una sinceridad que la muestra casi desnuda, como en la larga charla con CARAS recordará una vez más que fue su debut en el teatro de revistas a horas de salir de la facultad de Derecho.

MORIA CASAN, EN SU PARAISO PERSONAL

“¡Un largo camino has recorrido muchacha!”, podría anunciar la nueva marquesina. En la casona de dos plantas reina la música a la que cada tanto se suman los ladridos de Felipe y Mateo, sus dos perros guardianes que advierten la llegada de cada visitante. Frondosos árboles de todas las especies, flores que se destacan en grandes maceteros, una pequeña fuente de agua y un verde y prolijo césped rodean la casa.

Detrás, la enorme piscina climatizada, un gazebo con living exterior presidido por una gran araña, un rincón que invita al relax y una cinta para ejercitarse cada mañana, conforman el marco perfecto para la casa de una diva como Moria Casán. Una mujer que, una vez más, volverá a despojarse de todo para una charla íntima, sincera, directa, sin eufemismos y por momentos, hasta cruda.

   –-¿Refugiada en este paraíso. ¿Cómo le afectó este parate que vive el mundo a raíz de la pandemia del coronavirus?

   –Hace casi 9 meses que el mundo se paró pero yo siento que siempre tuve algo universal, emocional y síquico, que me preparaba para momentos como éste. Nunca lo canalicé aunque sí me apasioné, desde la facultad, por la sicología, la filosofía y las ciencias del saber. Y siempre estuve ubicada en tiempo y espacio, veinte años adelantada a todos y, ahora, hasta treinta… Soy una mujer que celebra la vida. Una gozadora. Y para celebrarla primero hay que haberla atravesado y desdramatizar todo. Lo pude hacer porque tengo dos brazos, dos piernas, estoy en mi casa, en este lugar maravilloso, y nunca pido nada a nadie. Sólo agradezco; al Universo, a tener salud y a ir evolucionando. Transité la vida con cosas buenas, malas y regulares. Y lo que siempre traté es no instalarme en el  sufrimiento, no victimizarme e ir siempre para adelante. “Pa´tras ni pa´tomar impulso”, como dicen los cubanos. Pero eso es algo que tuve desde niña cuando comencé a buscar mi independencia económica al poner una academia de danza en el garaje de mi casa sin tener una necesidad económica… Siento que esto fue como un “stand by”. Nunca tuve miedo pero siento que la gente que antes corría ahora está en un “slow”, en modo pausa. ¡Yo no cambié; soy la misma! Porque estoy muy preparada para esta nueva era; incluso para superarla. ¡Me siento la virgen de la nueva era! Todo lo nuevo tiene que ver con una absoluta renovación y creatividad. Con ser cada vez más genuinos.

   –¿Una nueva era post pandemia..?

   –Sí. Por ejemplo, hoy todos me dicen que me ven mejor que antes. Y el secreto es quererme. Es ser o no ser; es quererse o no quererse. Yo siempre me quiero y me protejo por eso me ven y estoy mejor. ¡Eso es esta nueva era después de la tercera guerra mundial desatada por  una bacteria! El Planeta nos está diciendo que no nos necesita y que no somos nada al lado del Universo. Y nosotros sí necesitamos al planeta y no le dimos bolilla a los muchos avisos que nos mandó para que nos dejemos de molestar con cosas menores. No le prestamos atención y ahora el         Planeta habla y con dos gotas de saliva paró el mundo. La Naturaleza está respondiendo; las aguas se limpiaron y volvieron las aves y los pajaritos a cantar… Como en mi ventana, a las 3 y media de la mañana todos los días, cantan tanto que me tengo que poner tapones en los oídos para poder dormir…(Risas)

   –¿Estaba preparada para un momento como éste porque tiene una cabeza distinta?

   –Desde chica. Fui hija única y me volví mucho más esencial para mi sensibilidad y más lúdica. Porque en lugar de cuidar a un hermanito, me cuidaba yo. Con mis fantasías, con mi verdad… Mi cabeza nunca paraba y así aprendí a sacar todas las cosas que me hacían daño. Fui una niña consentida pero tuve unos padres “open mind” y eso ayudó a que de chica comenzara a construirme. Pensaba todo el día y por la noche. Siempre sentí que, espiritualmente, tenía algo especial y hasta llegaba a adivinar, anticipar cosas… A tal punto que una vez mis viejos me        llevaron a un sicólogo porque decían que yo estaba medio “tocame un vals” y él les dijo que era una chica mística que tenía un virtuosismo muy filosófico. ¡Era muy volada pero tenía mi cable a tierra! Y mi “voladura” nunca me llevó a ser una incoherente; sí una disfuncional en todo… 

   –¿En qué cosas se sentía diferente al resto de las personas?

   –Yo soy una médium psíquica; trasciendo mi psiquis. Hago psico magia, más que metafísica. Siempre sentí que tenía algo especial espiritualmente. Y, además, adivinaba cosas que iban a pasar. Como cuando le dije a mi viejo, frente al teatro, “¡Yo voy a estar en ese cartel!” y estuve. Mi interior me lo construí   solita y por eso no voy a un sicólogo aunque los respeto. Porque esa parte mía no se la doy a nadie y mucho menos a alguien que le tenga que pagar para que me analice... En mí es un trabajo constante la retroalimentación. Porque tenés que establecer una conexión con tu persona y al mismo tiempo estar relajada para seguir pensando y evolucionando. Siento que el área de comodidad de todo el mundo es la victimización. Decir estoy enferma, me siento mal y, uno mismo con sus pensamientos crear todo eso en contra. Mucha gente con pensamientos tóxicos te contagia y te hace tóxico. Yo soy albañil, maestra mayor de obra, arquitecta y pasé mucho tiempo ocupada construyendo mi psiquis. Y por pensar tanto en mi y quererme no sucumbí ante las cosas que me fueron pasando y que me van a seguir pasando porque tengo una vida intensa. Yo me sostuve siempre, desdramaticé y todo fluyó.

MORIA CASAN, EN SU PARAISO PERSONAL

   –¿Hay que tener el ego muy alto para construirse como la mujer fuerte que se ve hoy?

   –Yo tengo el ego donde lo tengo que tener y ¡menos mal que lo tengo! No soy egomaníaca pero el ego es el que me sostiene, la autoestima que me permitió andar sola por la vida. Porque siempre estuve sola y jamás un hombre me ayudó. Toda la vida conseguí mi dinero sola y siempre mantuve a las personas que vivieron conmigo. ¡Me podría haber casado con millonarios si hubiera querido! Hombres que me ofrecían de todo pero siempre elegí yo… Como dijo Oscar Wilde, “el mejor amor es el amor a sí mismo”. Es una forma de supervivencia natural el quererse. Si tu autoestima está vapuleada, pisoteada, siempre serás un felpudo de los demás. Por eso hay que quererse. ¡Te hacen bulling o te                 autobullineas!

   –¿Así se cuida del mundo exterior?

   –Yo me preservo sola con mi gran pirámide de vaselina que tengo desde que soy chica… Soy una mujer con mucho pasado pero hoy no lo registro. No me acuerdo de nada; lo borré todo. Tengo memoria pero no lo recuerdo. Por eso me permito vivir mi plenitud sin cargas porque no me atraviesa ni media nostalgia. Mi vida, como un reality, la guardan las revistas en sus archivos. Yo no tengo ni fotos. No tengo pasado ni me       acuerdo de nada. Tengo un mambo con el pasado, lo cual me permite el momentismo absoluto y estar en el “right now”, en el ahora. Y eso              aumenta mi poder de “mediumnidad”, mi siquismo, porque no tengo corrido mi chip para ningún lado. No soy la que dejé de hacer alguna cosa por algo o alguien. Siempre en la vida hice todo lo que quise.

   –¿Aún hoy lo sigue haciendo?

   –Sólo la pandemia me pudo parar y me sirvió para descansar mi psiquis, porque por primera vez en mi vida estuve sin responsabilidades. La pandemia me dio paso a esta nueva era. Por eso siento que soy como el Ave Fénix que renace de entre las cenizas. Yo siempre caminé con taco aguja en el barro y no me doblegué. ¡Soy Napoleón Bonaparte con lolas! Por algo nacimos casi el mismo día. ¡Soy muy gladiadora! Me plantean batalla, yo planteo guerra; siempre duplico y triplico la apuesta. Tengo espíritu combativo de gladiadora porque fui empoderada desde chica. Y jamás permití que se me cosifique en el teatro. Nadie usó mi físico si yo no lo quise. Siempre fui una mujer empoderada porque rompí esquemas y fui construyéndome. Tengo una vida interior hermosa porque siempre la cuidé mucho y aún sigo cuidando de mi niña interior.

  –¿En el amor también fue una mujer empoderada?

   –Siempre me apasionaba con los hombres pero se me pasaba enseguida porque no podía permitir que nadie me absorbiera. Mi extensión es mi hija y ella es la única que me puede vampirizar porque salió de adentro mío. Yo no me enamoro, sólo me ocupo de mi misma. Me gusta combatir y romper reglas pero no pertenezco a ninguna manada, a ningún orden establecido por otros que muestran poses patéticas. De pronto los hombres que conocía no tenían plata y a mí no me importaba. Porque soy proveedora afectiva. Soy una “dealer”. Y si alguien que me gusta no tiene dinero para seguir mi ritmo de vida yo le pago, por ejemplo, un viaje para estar juntos en Miami. Jamás tuve esa cosa de que el tipo me vivía. No me importó nunca si quien estaba a mi lado me hacía sentir bien. Pero no me enamoré nunca, sí me apasioné y demasiado. Me cuesta mucho amar porque estoy muy enamorada de mí misma. Y el amor requiere de algo que no tenga fisuras. No es que tengo algo idílico con el amor que sea platónico o perfecto, que venga de un príncipe azul o de un médico… Nada de eso. No tengo arquetipo ni prototipo de nada. La única vez que conocí el amor fue cuando tuve a Sofía Gala. Después, siempre me enganché con tipos “flojos de papeles”. Flojos de todo. Pero siento que lo hice para atravesar una cosa adrenalínica.

   –¿Y cómo es hoy su relación con Sofía y con sus nietos?

   –Sofía es mi extensión y hoy me siento muy plena con ella y con sus hijos. Tenemos una hermosa  relación. ¡Estamos mejor que nunca! Siento que ella me pudo perdonar cosas que yo hice, viviendo todo para afuera, y exponiéndola demasiado cuando no quería. Ahora que ella tiene hijos también entendió muchas cosas mías. Porque cuando tenés hijos comenzás a mirar de otra manera a tus padres. Ella es rebelde y me encanta. Estoy orgullosa de Sofía. Y con mis nietos es todo elevadísimo. Elena, con 11 años, es bella y tiene una madurez y sabiduría hermosa que me apabulla. Dante, con 5, es galáctico, estético, me escanea cada que me vez y posee una cualidad de distinción única. Hoy somos un clan perfecto. Ellos me completan. Siento que tengo un legado pero que no son míos. Yo no cerré un ciclo con ellos porque mientras esté viva mi ciclo sigue abierto. ¡Los dos me miran como a un tótem! Siempre voy a respetar lo que ellos sientan por mí y no voy a pretender que sean mi ámbito. Soy consciente que ellos son de la vida. Nos adoramos todos.

MORIA CASAN, EN SU PARAISO PERSONAL

  ¿El cuidado de su físico ocupa un lugar importante?

   –Obvio. Tengo una genética muy buena y cuido mi exterior encargándome primero de mi interior. Estoy plena y siento que es uno de los momentos más felices de mi vida y a eso le agrego todo lo que puedo. Hago medicina anti-age, bio, ortomolecular, con todo natural que me hace eliminar las grasas de los músculos. Llevo una vida y una alimentación muy sana. Durante 50 años, por mi trabajo en el teatro, he comido fuera de mi casa y en los horarios más raros. Pero jamás comí fritos. Siempre en mi menú hay pollito, pescado, ensaladas y frutas. Lo complemento con AMPK entre comidas, pastillas veganas, aunque no soy vegana y vitaminas, todas dadas por el médico. Cositas que mejoran las piel y el pelo. Para mí es muy importante el aseo personal con un gran cuidado de pies y manos. Hoy vivo en esta zona maravillosa que la llaman “la Córdoba chica” porque acá venía antes la gente a curarse del asma por la mejor calidad de vida que ofrece, con árboles centenarios que forman un microclima y que conforman un diseño del genial paisajista francés Tais. Es una reserva ecológica a veinte minutos del Obelisco. Y eso colabora a mi calidad de vida. Tengo una piscina climatizada que me permite hacer unas 40 piletas. Tomo sol, escucho música y leo libros complejos de filosofía porque tengo una compulsa intelectual. Estoy con cinco libros al mismo tiempo y voy marcando todos. Son mi droga (están de Paul Auster, “El Libro de las Ilusiones”, “El Secreto de la Flor de Oro” y uno de Osho). Me pongo de fondo Aretha Franklin, que es lo máximo, o Nina Simone, Billy           Holliday, que son monstruos que cantan himnos, y me relajo. Después hago 50 minutos de cinta con running con siete velocidades y tres de elevación porque no me gusta correr. Con el verde y la piscina tengo mi propio Spa en una reserva ecológica…

   –En complicidad con la paz del lugar. ¿También aprovecha a       meditar?

   –Toda mi vida medité trabajando, más aún cuando estoy sobre el escenario. Ahora podría decir que lo que hago no es una meditación tradicional. Porque escucho música, leo mucho y soy introspectiva natural. Internamente me despojo de todo y me sobrevuelo. Me pongo en otra elevación. Ese método también lo utilizo ahora en el “Cantando…” para no contaminarme. Para mí eso es meditación trascendental y la practico desde chica. Me elevo y medito mientras estoy laburando. Me pongo en otro nivel y me titiriteo yo misma. Es muy orgánico y dejo que fluya todo. Yo no me voy afectada de ningún lado por más lío que haya porque tengo lo que llamo pirámide de vaselina. Practico todo lo sensorial.

   –¿Y en época de pandemia sintió temor a la muerte, al fin…?

   –No, en este tiempo yo estoy en una súper evolución que tiene que ver con la conciencia que siempre tuve pero en la que nunca entró el miedo a la muerte ni a nuestra extrema finitud. Siempre fui consciente, ya desde el momento en el que naces, que podes morir. Pero nunca me quitó el sueño y por eso tengo mucho respeto por mi persona, tanto interior, por salud, como exterior. Yo me he cuidado mucho y he atravesado todo. Antes dije que mi ciclo no está cerrado. Porque si yo sintiera, por ejemplo, que mis nietos cierran mi ciclo, sería como jubilarme para la vida. Algo así como comprarme un perro y cinco gatos y encerrarme en mi casa. ¡Nada más lejano para mi persona! Yo siempre voy a querer a un humano al lado, aunque sea para “putearlo”… No nací para vivir en una granja con perritos y gallinas. ¡Ni loca! A mí no me va esa cosa Ingalls. A mí dame vida social, amigos… Que nos necesitemos aunque no nos veamos pero que sepamos que siempre estamos. Tengo una hermandad hermosa de amigos. Son mi tribu, un mix, raro pero genial.

MORIA CASAN, EN SU PARAISO PERSONAL

   –¿Cómo es su relación con su “marido” (desde diciembre cuando se casaron en Florencia) el artista plástico Humberto Poidomani?

   –Es la primera vez que me pasa algo así con un hombre. Estoy viviendo uno de los momentos más felices de mi vida porque siento que él me completa. Es el hombre al que le permito que me cuide, cosa rara para mí. El me capta la cabeza. Dice que soy una extraterrestre y nos reimos mucho. Compartimos la ironía, intelectualidad, plenitud, relax… Yo siempre que estaba con un hombre salía de mi área de comodidad porque todos me querían vampirizar o aspiraban mi carrera o se creían que ellos eran los famosos. En cambio con él estoy relajada porque no me condiciona, deja que mi pensamiento fluya. Me da relax y entiende lo que soy. A mí no es que me daba miedo amar por tener que sufrir pero me preservaba. Ahora sí estoy feliz en ese plano porque conocí a un hombre que me da plenitud. Es como un yo en masculino. Somos iguales. Buena gente, leales y tenemos el mismo vuelo intelectual. Me completa. Nuestras noches apasionadas hoy son hablando por teléfono (porque él está en Miami), viendo una película juntos, leyendo un libro o compartiendo nuestra pasión por los filósofos contemporáneos o el genial Federico Fellini. Nos dormimos juntos leyendo Nietzsche o Shakespeare. Es un amor cerebral. Una conexión tántrico intelectual. Copulamos con nuestras neuronas. Tenemos sexo con el intelecto de cada uno. Y eso a esta altura, me calienta mucho más que cualquier imagen. No necesitamos de lo físico. Yo creo en la autosatisfacción, me entretengo mucho conmigo. Soy muy sexual pero ya no necesito del otro. Puedo ir caminando y tener un orgasmo por eso no extraño un hombre. Y me encanta estar con él en nuestros encuentros virtuales.

 

Prod. Sol Miranda - Fotos Fede De Bartolo

Agradecimientos: Make Up y Hair Style Galo Soto con productos Andrea Pelegrino, Extensiones Majo de Perfect Buenos Aires, vestuario Daniel Capri, zapatos Remes-Capri, Carmen Steffens, Dr.Juan Expósito Medicina Estética, Manos Luli Gugli, Art Poidomani, @gabrielacrespiflorista, @mamyblueoficial, Mercado de Petalos, @lacasadesissi, @decojulieta

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