Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" (CARAS)
Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" Foto: CARAS
Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" Foto: CARAS
Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" Foto: CARAS
Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" Foto: CARAS
Wanda Nara en París: "Me da pánico salir" Foto: CARAS
EN CUARENTENA

Wanda Nara en París: "Me da pánico salir"

La empresaria se confesó con CARAS y reveló los detalles de su aislamiento junto a Mauro Icardi, sus hijos y suegro.

El 26 de febrero, mientras las noticias sobre el creciente avance del coronavirus empapelaban los encabezados italianos, Wanda Nara (33) se comunicaba con el
pediatra y médico de la familia. “Wanda: ésto es terrible y se va a poner cada vez peor”, fueron palabras suficientes para que la mujer y representante de Mauro Icardi (27), que regresaba esa misma madrugada desde Roma a Milán en auto para evitar trenes o aviones, juntara los útiles escolares de sus hijos, Valentino (11), Benedicto (8), Constantino (9), Isabella (3), Francesca (5), y partiera rumbo a París, donde la esperaba el actual jugador del París Saint Germain.“Estaba sin dormir después de hacer mi programa en Roma, tras ocho horas de viaje, y agarré lo que pude. Tuve la posibilidad de viajar en un avión chiquito donde íbamos sólo nosotros sin contacto con otros. Todavía no estaban los aeropuertos cerrados pero me asusté mucho cuando llegué a Francia y la persona que me recibió me dijo: ‘Tomaste la mejor decisión que podías haber tomado porque se está hablando que mañana o pasado cierran las fronteras’...”, revive con angustia la hermana de Zaira Nara que, a raíz de la pandemia que preocupa al mundo y que registra cifras alarmantes de muertos y contagiados, ya lleva cuatro semanas sin salir a la calle “refugiada” con sus afectos en su lujosa residencia parisina.

“Las últimas veces que vine a París y ésto recién empezaba en los alrededores de Milano, donde yo vivo con mis hijos y van a la escuela, la gente me decía que era una exagerada, porque yo ya estaba con una parálisis de miedo general. Y hoy vivimos la misma situación acá. Decidí dejar de ir a mi trabajo hace rato aunque Mauro seguía entrenando. Pero al poquito tiempo, a la semana, ya decretaron lo mismo acá en Francia y nos quedamos todos en casa donde decidimos hacer la cuarentena juntos”.


—¿Cómo adaptó la dinámica familiar a esta nueva realidad?
—Es muy triste. Me enojo mucho con los que no están en la casa aunque obviamente hay gente que tiene que llevar el pan a su hogar y es mucho más
complicado quedarse. Pero es una situación muy peligrosa, muy riesgosa y no sé si llega la información realmente a la Argentina de lo que se está viviendo. Es muy grave y muy triste. A veces uno escucha los números y piensa que son sólo números. El problema es cuando te empieza a tocar de cerca. En Italia o Milano no llegó el pico que se espera de contagios ni de muertes lamentablemente. Pero comprendo que quizás en la Argentina no lo entiendan todavía porque en Francia pasaba lo mismo... Cuando yo hablaba de Italia me decían que exageraba o hacían cenas y yo faltaba.


—Además de sus cinco hijos, ¿El papá de Mauro Icardi también está viviendo con ustedes?
—Sí, mi suegro había venido por el cumpleaños de Mauro y obviamente con mucho recaudo por él por la edad de riesgo. Un poco por todos en realidad. Es un
virus nuevo que dicen “que no afecta a los niños” pero no deja de ser una enfermedad nueva para todos.


—En muchos países se repite el desabastecimiento en supermercados y farmacias. ¿Cómo se organizó con las compras y la alimentación?
—La verdad no fui al supermercado ni hice una compra gigante porque me parece una falta de respeto. El alcohol en gel ya hace rato que no se consigue; yo
rescaté de algunas carteras porque tenía esos chiquititos que uno compra en los aeropuertos para los nenes. Pero estoy viviendo día a día con compras pequeñas. Online no me venden nada ya, al menos en Francia y en Italia por lo que me dicen mis amigos están bloqueadas o no son fáciles.


—Siendo una familia tan numerosa debe ser todo un desafío...
—Nosotros somos diez que comemos todos los días. Están las dos chicas que trabajan en casa, que se quedaron encerradas con toda la familia. De repente,
la heladera no dura llena, y, al estar todo el día adentro, no haces más que comer constantemente. Pero es increíble en estos momentos cómo los niños, y después de leer un artículo que me mandó un amigo, no sé si será porque no toman conciencia pero no se enferman porque tienen las defensas más altas. Nosotros tenemos días de altibajos o de “no salí de la cama en toda la jornada”. El sábado, con mis amigas, nos obligamos a cambiarnos y hacer un aperitivo por Facetime, que es el típico aperitivo que hacíamos en Italia. A las 7.30 nos conectamos todos con una copa en la mano, aunque yo estaba con un mate en la mano, otro tenía un speed, otro un champagne, otro un vino, para hacer algo diferente...


—¿A sus hijos les costó asimilarlo o están en ese estado más inconsciente producto de la edad?
—Mis hijos están súper informados. Los varones tienen celular, ven las noticias, hablan con sus compañeros, no es que están en un estado inconsciente. Creo
que tienen menos noción de lo que pueda llegar a suceder. Uno de grande se preocupa por la economía, por el futuro, por no tener un plan de nada porque hablaba con amigos y en todos los rubros se frenó. Las fabricaciones de ropa, hablé con diseñadores y emprendedores en Milano y están todos muy preocupados. Y es muy difícil acostarte sin tener planes para el otro día porque te los tenés que inventar.


—¿Qué hábitos incorporó estas semanas?
—Trato de compartir algo diferente con cada uno porque esto va a quedar, para bien o para mal, en la historia mundial para todos. A ellos les tocó ésto y trato
que les quede un recuerdo positivo y constructivo. A Francesca le gusta hacer bijouterie y antes de que se bloquearan los pedidos compramos mostacillas para
pulseras. A Constantino le gustan mucho los legos y armamos cosas con él. Valentino ama el deporte y lo dejé hacer videos en su habitación de sus
entrenamientos. Tenemos un piano, les gusta la música. Con Benedicto pintamos e Isabella, con sus 3 años, me pidió que quería tener su canal de Youtube y le
dije que era muy chiquita aùn... (Risas) Pero cocinamos y la filmo y le gusta hablar.


—¿Incursionó en la cocina?
—Yo siempre cociné pero ahora, la verdad, no tengo que hacerlo tanto porque está mi suegro que es cocinero. Nos salvó la vida y él me dice: “Lo tenías todo
planeado”. Ayer nos peleábamos por quién hacía el risotto y le dije: “Esto no te va a pasar siempre, sólo en época de cuarentena”.


—¿Las clases online ayudan a sobrellevar mejor el aislamiento?
—Las tienen desde hace cuatro semanas. ¿Qué va a pasar o si sirven o no? Creo que lo vamos a ver recién el próximo año cuando vuelvan al colegio. Se está
hablando ya que este año termina ahora para los niños, que ya no van a retomar, es una de las hipótesis que manejan en Italia. Al inicio los recontra estresaba con el despertador y ahora les dije que era responsabilidad de cada uno. Todos tienen su teléfono y saben a la hora que se conecta su grupo. Las clases las dividieron a la mitad porque son muchos nenes conectados juntos pero funciona. Lo hacen dos veces al día y yo tengo la aplicación en mi teléfono y me da un gran orgullo cuando veo que la maestra le respondió a una tarea que publicó mi hijo. Tengo la app con los cinco nenes, se llama “Blue Jeans”, donde me van apareciendo mensajitos. Benedicto publicó su homework número tanto. Y otra que es como un Facebook interno, sólo para la clase, donde yo tengo los cinco nickname de mis hijos. Valentino hizo una exposición con todos los nenes online, tuvo que apoyar su ipad y eligió el tema del Coronavirus. Le dije que hablara de otra cosa para distraer a sus compañeros y me respondió: “¡Es que es de lo que más tengo información!”. A Isabella, que es la más chica, la maestra todos los santos días les canta la canción del “¡Buen día!” y el “¡Good bye!” como en el colegio. El primer día me llené de lágrimas porque esta situación es triste.


—¿Qué rescata de positivo en estos momentos de incertidumbre mundial?

—Rescato la unión familiar, la comunicación, un desayuno sin correr... No sé, ayer le dediqué toda la tarde al placard de Mauro, le planché y le doblé todo.
Organicé un montón de cosas pero la cabeza no me para de pensar: “¿Qué será el futuro de los nenes?”. Hoy nos pusimos los cinco a pintar y yo pensaba por
dentro: “¿A qué mundo los traje?” Pobrecitos. Uno como padre quiere evitarles cualquier tipo de tristeza o preocupación y todo lo que vemos en las noticias lo
hacemos cuando ellos duermen. A cada uno, en diferentes situaciones, nos cambió la vida y creo que después de ésto la vida no va a ser igual para nadie. Ya no
es igual y después de tantas muertes no vamos a ser los mismos. Esto te cambia, te hace ser más precavido y darle importancia a lo menos importante y decir:
“¡Puedo vivir con menos cosas!” Y para vivir necesitas la comida, el aire limpio, tu familia... En Italia se usa tomar ese cafecito parado, cortito, que no me gusta pero cuando lo vuelva a tomar lo voy a sentir con un sabor como si fuera el mate para mí. Todo pasa por algo y quizás necesitábamos parar. Pero nos va a costar
muchísimo volver a la realidad. Yo hoy siento que si tengo que volver a salir a la calle me da pánico y mucho miedo.


—Una de las medidas implementadas en Francia hoy es tener un certificado para circular por la vía pública...
—Sí, yo hace cuatro semanas que no salgo de mi casa ni para sacar al perro. Lo decidí por los nenes y ellos tampoco salen. Y para darles el ejemplo a ellos
también. Al perro lo saca Mauro hasta la esquina y vuelve, con un permiso que lo hicimos igual por más que sea para eso. Y así y todo hay mucha gente en la calle y esto no se para por eso. Sigue estando la persona que sale a correr. La fase dos es mucho más grave, que es no poder salir ni al supermercado. En Italia tuvimos el ejemplo.


—Tampoco distingue estratos sociales. Tener o no tener plata no es seguridad de nada...
—Nada, la plata no te asegura nada. Y nosotros no tenemos un stock terrible en la heladera, sólo lo que vamos a comer al mediodía y a la noche. Justo
tenemos un almacén chiquito cerca de casa al que va Mauro. Prefiero que compren los abuelos que están solos. En Italia hay muchísimos que viven solos.


—¿Conoce casos cercanos que contrajeron COVID-19 allá?
—Todos mis amigos en Milán tienen amigos que están o enfermos o internados o situaciones tristísimas muy cerca que te hacen tomar consciencia. Hay
muchos casos de jugadores de equipos italianos también.


—En el caso de Neymar y de muchos jugadores viajaron para trasladarse a países donde el Coronavirus está más controlado... ¿Plantearon en algún
momento dejar París cuando esto avanzaba?

—Nos dieron la libertad a cada uno de elegir. Yo creo que la familia y el hogar es donde está uno. Estemos acá, en Milán o en la Argentina. Decidimos
movernos lo mínimo posible para no generar susceptibilidades porque si venís de Europa otro se puede asustar. Cada uno elige cómo y dónde pasar su
cuarentena.


—¿Y usted con su familia en la Argentina?
—Sí, sobre todo muy triste porque fui tía hace muy poco y la idea era terminar el programa y viajar a conocer a Vigo. Es una angustia que no sé cuándo voy a
conocer a mi sobrino. Lo que veo hoy de la Argentina es lo mismo que yo viví cuando llegué a Francia. Acá no era obligatorio quedarse. El problema es que llegó y hoy estamos casi como en Italia diría, no sé exactamente las cifras pero la situación es la misma. Si tienen la posibilidad de concientizarse viendo lo que sufrimos otros países, recomiendo que miren mucho lo que pasa en el mundo y agradezcan de verla un poquito más lejos. La Argentina tiene esta posibilidad de prevenir y la única manera de hacerlo es parando el país.

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