En nuestros perros, también podemos observar comportamientos compulsivos o Estereotipias, algo similar a los llamados TOC, Trastornos Obsesivos-Compulsivos en humanos.
Dichos comportamientos son repetitivos, descontrolados, invariables y parecen no tener fin.
Aparecen ante una situación de conflicto, stress o sobreexcitación, que el perro no puede resolver y entonces necesita canalizar a través de una conducta que le posibilite disminuir su tensión interior.
Si sumamos además entornos estresores y situaciones al límite que tienden a repetirse en la vida de nuestro amigo de cuatro patas, el perro pierde todo el control sobre el comienzo y la finalización de la conducta canalizadora de la emoción y en ese momento, la ejecución de la conducta se convierte en “compulsiva”: una especie de ritual sinfín con pérdida absoluta del control.
Podemos reconocer algunos de estos comportamientos compulsivos dentro de dos grandes grupos.
El primero, se da cuando aparecen conductas de movimiento: girar en círculos sin parar, perseguir y morder la cola, lamer las patitas sin detenerse, rascar o arañar el suelo, correr de una punta a la otra en un mismo circuito, perseguir moscas que no existen. Dentro de este grupo, existe un alto grado de autoagresión y pueden aparecer los llamados “granulomas” por lamedura, heridas de la piel y dermatitis. El perro no la está pasando nada bien.
En el segundo grupo, por el contrario, podemos observar comportamientos estáticos, que no se repiten, tales como sentarse y mirar una esquina, mirar fijo hacia una pared o un muebles. También ladrar de manera continua hacia ningún estímulo concreto. Ante estos comportamientos obsesivos y, especialmente en perros Senior, deberemos además descartar el Síndrome de Degeneración Cognitiva.
Cuando aparece la estereotipia, nos encontramos con perros que no pasean, no juegan, no socializan con otros, no realizan ningún tipo de actividad enriquecedora, están encerrados todo el día en un balcón, patio o terraza, o atados a una cadena. Su nivel de stress es elevadísimo y su capacidad de gestión emocional es muy pobre.
Ahora bien, es importante comprender que el perro que llegó a tales comportamientos compulsivos, a semejante nivel de angustia y autolaceración, es un animal absolutamente carente de bienestar integral. Y es total responsabilidad de sus humanos a cargo resolver la situación buscando ayuda profesional, tanto con especialistas del Comportamiento Canino como con Veterinarios Etólogos.
Si tenés un perro que presenta alguna de estas características, contactanos para realizar la evaluación adecuada.
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