Los labios no son una moda: son expresión, sensualidad, comunicación. Sin embargo, en los últimos años, el relleno de labios se volvió tan accesible —y tan mal comprendido— que muchas pacientes llegan al consultorio buscando “arreglar lo que les hicieron”.
“Un diseño de labios bien hecho, debería acompañar la estructura facial, no competir con ella”, explica la Dra. Majo Toledo, Master Injector y referente en medicina estética en Recoleta.
Red flags estéticos: señales de alerta
-Migración del producto hacia el bozo: genera el efecto conocido como bigote de carne, debido a exceso de producto o mala técnica.
-Borrado del arco de cupido: signo de sobreinyección que uniforma lo que debería ser delicado, ocurre generalmente luego de una inyección medial que no respeta la anatomía.
-Proyección excesiva del labio superior: rompe el equilibrio con el mentón, acorta la distancia entre la nariz el labio superior y da un efecto artificial.
-Bultos o dureza al tacto: indican mal uso del producto o técnica deficiente.
-Sonrisa que pierde naturalidad: cuando el labio relleno modifica los gestos espontáneos, en ocasiones ocurre cuando se utiliza un producto muy denso para rellenar y genera un peso en los labios.
“Los labios no deben ser un bloque. Tienen textura, zonas móviles y una historia detrás. Un labio bien trabajado respeta eso.”
¿Se puede corregir un mal relleno?
Sí. En manos expertas, se puede usar hialuronidasa para disolver el ácido hialurónico mal colocado. Luego, en una segunda etapa, rediseñar con técnica y sensibilidad. A veces, menos, es más. Y muchas veces, lo correcto no es agregar, sino empezar de nuevo.
“Diseñar un labio es un arte. No se trata de copiar una boca de Instagram, sino de encontrar el punto exacto en el que una persona se reconoce frente al espejo… pero en su mejor versión.”
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Marcelo T. De Alvear 1966, Recoleta, CABA.







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