“Quiero que me saquen este dolor”. Una frase que parece simple, pero que encierra un universo de significados. No solo expresa urgencia y sufrimiento, sino también una mirada que deposita afuera la solución de lo que duele adentro. En esta nota, el Dr. Rubén Pistacchia —especialista en Kinesiología y Fisiatría, investigador de la relación entre columna, emoción y energía vital— abre una reflexión profunda sobre el verdadero origen del dolor, desde una perspectiva que une medicina ancestral tibetana y visión contemporánea.
“Quiero que me saquen este dolor…”- Por el Dr. Rubén Pistacchia
Existe un número importante de pacientes que acuden a nuestro consultorio pidiendo que hagamos lo que sea para extirparles el dolor y que no aparezca nunca más. Esta frase merecería la realización de un libro con varios tomos, ya que cada palabra encerraría una explicación casi existencial. Pero me voy a dedicar solamente a la expresión de "que me saquen", por el origen mismo del síntoma.
La Medicina Tibetana, con por lo menos 6500 años de antigüedad, tiene la particularidad de ser ancestral e integrativa. Lo ancestral nos remite a una sabiduría comprobada por la experimentación que la Medicina Oriental viene ostentando hace muchísimo tiempo, obteniendo una ventaja considerable frente al desarrollo "tecnológico y parcial" de la medicina occidental.
Desde lo físico, la Praxis Vertebral Tibetana recupera un concepto olvidado en las universidades, coincidiendo con Hipócrates, quien afirmaba que en la columna vertebral se encontraba la raíz de casi todas las enfermedades. Específicamente en la médula espinal, donde emergen 33 pares de nervios laterales que dan vida a músculos, articulaciones, huesos, órganos, glándulas y arterias.
Cada vez más se comprueba que los pensamientos negativos y el estrés deterioran el organismo, generando síntomas como el dolor y la inflamación, con consecuencias físicas, psíquicas y emocionales.
La filosofía y espiritualidad plantean preguntas que la medicina aún no responde claramente: ¿Qué es el hombre? ¿Para qué vive? ¿Qué sentido tiene la muerte? ¿Hay algo más allá?
Los monjes tibetanos desarrollaron una espiritualidad basada en la conexión con la Energía Vital, también llamada Universo, Chi, Dios o Gran Espíritu. Desde esa mirada, todo cambio real comienza desde adentro hacia afuera.
Los conflictos emocionales no resueltos deben enfrentarse en lo profundo. Nadie puede darte bienestar desde fuera. La verdadera alquimia sucede en tu laboratorio interno.
Culpar al otro es evadir responsabilidad. Pensar que “todo lo malo que me sucede” tiene origen afuera es lo que sostiene la ilusión de que alguien puede “sacarnos” el dolor.
Los terapeutas no somos aspirinas ni extirpadores del síntoma. Acompañamos procesos. Creamos el contexto para que cada paciente descubra que el verdadero milagro está detrás de una cerradura interna, cuya llave —y esto es lo más revelador— la tenés vos.
¿Cómo enfrentar el dolor? ¿Qué tipo de llave necesito? Son preguntas que iremos respondiendo en próximos encuentros.
Con afecto,
Dr. Rubén Alberto Pistacchia
Reflexión final: el dolor no se combate. Se escucha. Porque el dolor no es un problema a solucionar, sino que es la solución a un problema. Esa es la revolución que propone el Dr. Rubén Pistacchia. En lugar de taparlo o huir, nos invita a habitarlo como mensajero de algo más profundo. Comprenderlo no solo calma el cuerpo, sino que libera a la conciencia de la prisión del automatismo. La Praxis Vertebral Tibetana no es solo un método: es un camino hacia una vida con sentido, donde cada síntoma se convierte en señal. Y donde el verdadero sanador —con las herramientas correctas— es uno mismo.
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