Desde la ciudad de Tigre, su apellido y su impronta han dejado huella en un universo de aserraderos, troncos de álamo y tablas que no solo construyen muebles o revestimientos, sino también sueños, despedidas dignas y el orgullo de un linaje emprendedor.
Un legado que crece como los árboles
Su padre, inmigrante y visionario, llegó al país con las manos vacías, pero con los ojos llenos de futuro. Comenzó desde cero, en un humilde aserradero, viendo en cada tronco la promesa de una empresa familiar que hoy se expande sin fronteras. "Mi papá siempre decía que la madera habla", recuerda Gladys Sama con una sonrisa cómplice. "Con solo tocar las pilas de madera, sabía si estaban listas, si les faltaba secarse. “Además era un visionario, veía un negocio ya realizado y exitoso o incluso antes de ponerlo en marcha , el capital humano con que contaba era su máxima prioridad, Era un ritual casi mágico".
Ese respeto por el material y por el oficio se transformó en una escuela silenciosa. Gladys, observando cada gesto, cada decisión, absorbió el espíritu emprendedor y lo convirtió en bandera. Hoy, sostiene el timón de Maderas del Delta, demostrando que el temple y la determinación no entienden de géneros.
La empresa combina tecnología, tradición y una sensibilidad especial. Invierten en maquinaria de última generación, sin abandonar su compromiso con el álamo nacional, un material noble que simboliza sus raíces.
Romper moldes: ser mujer en un rubro de hombres
Cuando Gladys tomó las riendas, no faltaron las miradas escépticas ni los comentarios machistas. Pero lejos de frenarla, la impulsaron. "Me subestimaron muchas veces, pero nunca me detuve. Aprendí que lo más importante es la seguridad en uno mismo. No necesito demostrar nada, simplemente trabajo con firmeza y los resultados hablan solos", afirma.
Su mensaje para otras mujeres es contundente: "Que no teman meterse en industrias tradicionales. Con decisión y fidelidad a sus sueños, avancen, aunque sea lento. Lo importante es avanzar".
El futuro de Maderas del Delta se proyecta tan sólido como sus productos. Con la vista puesta en la expansión nacional y la exportación, Gladys planea llevar el legado familiar a nuevos mercados. "Si tuviera que definir la empresa en una palabra sería: avance. Porque siempre, incluso con obstáculos, seguimos avanzando".
Mujeres que inspiran, empresas que construyen
La historia de Gladys Sama es un recordatorio de que el coraje y la visión no tienen género. En un mundo donde aún se cuestiona el rol femenino en ciertos sectores, ella demuestra que una
mujer puede liderar una industria, honrar su legado y, al mismo tiempo, abrir caminos para que otras sigan su ejemplo.
En cada tabla de madera que sale de Maderas del Delta, hay mucho más que un producto: hay historia, hay raíces y, sobre todo, hay una mujer que supo escuchar el lenguaje de la madera… y el de su propio corazón.
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