miércoles 25 de junio del 2025

¿Realmente comemos por hambre? El impacto de la alimentación emocional

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¿Realmente comemos por hambre? El impacto de la alimentación emocional
¿Realmente comemos por hambre? El impacto de la alimentación emocional | CREDITO CARAS
CREDITO CARAS

El hambre emocional, es aquella conducta que nos lleva a comer para calmar algunas emociones como ansiedad, tristeza, estrés o incluso aburrimiento. 

El estrés, promueve el aumento del cortisol, hormona que - si se mantiene elevada de manera crónica - puede aumentar el apetito y la preferencia por alimentos ricos en azúcares y grasas. Este tipo de alimentos generan la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, lo que refuerza el ciclo emocional-comida.

A diferencia del hambre física o fisiológica —que aparece de forma progresiva y se satisface con casi cualquier alimento— el hambre emocional es repentina, urgente y muy selectiva: solemos desear “algo dulce” o “algo salado”, muchas veces incluso después de haber comido.

Un estudio publicado en 2013 encontró que personas con altos niveles de ansiedad o depresión eran significativamente más propensas a comer en exceso, incluso sin tener hambre real. Esto se conoce como comer hedónico: buscamos comida no por energía, sino por recompensa.

¿Qué podemos hacer? La clave está en desarrollar conciencia. 

- La alimentación consciente consiste en prestar atención plena al acto de comer, sin pantallas ni distracciones, observando nuestras emociones, reconectándonos con las señales de hambre y saciedad. 

- Hacer una pausa antes de comer para identificar si tengo hambre o si voy a comer en respuesta a una emoción.

Reconocer el hambre emocional es un primer paso hacia una relación más sana con la comida y con uno mismo.

Agustina Sadie Chamas

Licenciada en Nutrición MP 5844

Cel: 2216827723

Mail: [email protected]

Instagram: nutricion.aguschamas

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