Cuando el féretro con el cuerpo de Diego Maradona finalmente estuvo bajo tierra, tras una sentida ceremonia realizada en el cementerio Jardín Bella Vista, ella vio pasar una y otra vez la misma película en su mente. Imágenes como en cámara rápida, a veces más completas y otras, entrecortadas. Pensamientos que habían comenzado en el momento en que le comunicaron la triste noticia del fallecimiento y que la acompañaron durante el Ultimo Adiós en la Casa Rosada. Claudia Villafañe (58) es la que estuvo siempre al lado de él, en las buenas, en las malas, en las regulares, cuando había que “aguantar” en silencio, cuando había que salir a denunciar, cuando se enteró de infidelidades, cuando ella misma fue desacreditada ante la Justicia, cuando lo veía sufrir, cuando lo veía reír junto a otras parejas. Claudia siempre estuvo con Diego. Siempre, en un lugar muy profundo de su corazón.
Aunque muchas veces en la superficie sentía que lo odiaba, en ese lugar más profundo, ella y él eran uno. Almas Gemelas que se permitieron ser ellos mismos, cometer errores, perdonarse, extrañarse… ¿Cómo no iba a ser Claudia quien se pusiera al frente del operativo de su velorio en la Casa Rosada? Sitio que, según el presidente Alberto Fernández, ella misma eligió por sobre la otra opción que le habían ofrecido (El Estadio Diego Armando Maradona, cancha de Argentinos Juniors). Estuvo en cada detalle, desde la ceremonia íntima para familiares y amigos a la madrugada; hasta las características del peregrinaje frente al féretro por parte de los ciudadanos que se acercaron; hasta la forma en que propuso que se televisara (no quería planos cortos ni de frente de ella ni de sus hijas, y ciertos momentos fueron grabados, editados y emitidos tras su consentimiento).
La película en su cabeza siguió después de que el féretro fue depositado bajo tierra. Y por cómo vivió su relación con Maradona, ese filme nunca llegará a la inscripción “The End”. Entre Claudia y Diego no habrá un final, porque se imponen las palabras “siempre”, “incondicional”, “eterno”. Y todo comenzó cuando Villafañe se ganó una especie de título nobiliario-barrial, a la altura del “Sir” Británico, pero mucho más argento. Se inició cuando a su nombre se le antepuso el pronombre “La”. Sin ningún ostentoso ritual, Claudia se transformó en “La Claudia” para quien sería el Mejor Futbolista de la Historia.
Y desde ese momento, ella siempre estuvo a su lado. El propio Diego describió ese comienzo, que se produjo cuando solo tenía 16 años: “Ya estaba instalado definitivamente en la casita de la calle Argerich, con toda mi familia. Era una típica casa de barrio, propiedad horizontal. Nosotros vivíamos al fondo y adelante estaba la familia Villafañe: don Coco, taxista y fanático de Argentinos, doña Pochi, ama de casa, y... la Claudia. Creo que nos empezamos a mirar desde el primer día, cuando me instalé ahí, en octubre del ‘76. Ella me miraba por la ventana cada vez que yo salía y yo me hacía el boludo, pero siempre la relojeaba. Eso sí: recién me le animé casi ocho meses después. Exactamente el 28 de junio de 1977”. Esas primeras miradas fueron la semilla que no tardó en germinar.
“Fui a bailar a un clásico del barrio: el Social y Deportivo Parque. Ahí, sobre las baldosas de la cancha de papi, las mismas en las que jugaban todos los monstruitos que después terminarían en Argentinos, se armaban unos bailongos bárbaros. Después de las dos de la mañana empezaban los lentos y ese era el gran momento. Yo estacioné mi Fiat 125 rojo en la puerta y me mandé... Ella estaba adentro, con sus compañeras del colegio, iba al quinto año comercial. Los dos sabíamos que nos espiábamos, así que apenas la cabecié, aceptó. Justo, justo en el momento en que empezamos a bailar, ni nos habíamos saludado todavía, meten el tema ‘Yo te propongo’, de Roberto Carlos... ¡Espectacular! Me ahorró todas las palabras, que justamente no me sobraban. A partir de ahí, a partir de ese momento exacto, somos ‘El Diego’ y ‘La Claudia’. Y no sabemos vivir el uno sin el otro…”, contó Maradona en el libro “Yo soy el Diego”, de Daniel Arcucci y Ernesto Cherquis Bialo.
Hace 43 años y con esa primera e ingenua conexión, comenzó una de las historias de amor más emblemáticas de la Argentina. “La Claudia” con ese chico nacido en el Hospital Evita de Lanús, criado en Fiorito y que en el momento del “flechazo” ya era un crack en Argentinos Juniors. Al poco tiempo (1981) pasaría a Boca Juniors y en el ‘82 al Barcelona, en un pase récord para ese momento: 10 millones de dólares.
Maradona se comprometió con Villafañe en el pequeño auto del futbolista, estacionado detrás de la Escuela de Mecánica de la Armada. Sacó una botella de sidra, con vergüenza por no tener algo más valioso para ofrecerle, pero Claudia se sintió muy feliz. “No necesito más que estar con vos”, le dijo, y Maradona le colocó en el dedo un sencillísimo anillo de compromiso. Un apasionado beso coronó ese instante. Vivieron un tiempo en la casa de la calle Lascano 2257 (a cinco cuadras del estadio de Argentinos Juniors) y luego se mudaron a la ya célebre casa de Segurola y Habana, una de las mejores zonas de Villa Devoto.
La fama y el dinero que el astro empezó a acumular, nunca modificaron los valores ni los deseos de Claudia Villafañe, quien siempre apostó a hacer crecer lo que ella sí consideraba un verdadero tesoro: la familia. Tras una convivencia de diez años y ya padres de Dalma (33) y Gianinna (31), “La Claudia” y “El Diego” se casaron en el Santísimo Sacramento y celebraron en el Luna Park, en una fiesta de ensueño realizada el 7 de noviembre de 1989 (Claudia lució un vestido de la icónica diseñadora Elsa Serrano). El matrimonio transitó claroscuros, sinsabores que Villafañe aprendió a sobrellevar. Cuando estaba embarazada de Dalma se enteró que Diego era padre de Diego Armando Maradona Junior (34) junto a la italiana Cristiana Sinagra. Después de 14 años de matrimonio, Claudia sintió que no podía tolerar más engaños y desprecios, y en 2003 se divorció de Diego. Ella adujo: “Abandono del hogar desde 1998”.
Villafañe, en infinitos aspectos, continuó siendo “La Claudia” para Maradona. En 2005, el propio futbolista le pidió que lo ayudara con la producción de “La Noche del 10”, el programa de televisión que condujo Maradona, quien en una de las veladas, un poco en serio y un poco en broma, intentó reconquistar a Claudia, cantándole “Voy a Olvidarme de Mí” , un tema de Carlos Vives. En ese mismo programa, en una sección en la que Maradona entrevistaba a Maradona (gracias a un efecto técnico muy bien logrado), una de las preguntas que se hizo a sí mismo fue cómo le gustaría que lo despidiera Villafañe cuando muriera. “¿Qué te gustaría que diga Claudia?”, se auto-preguntó.Tras unos segundos de reflexión, Maradona le respondió a su Alter Ego: “Me gustaría que Claudia diga: ‘Aunque estés muerto te sigo amando’”.
Tras el divorcio, Claudia Villafañe volvió a apostar al amor, aunque con su estilo, ese bajísimo perfil que siempre la caracterizó. A principios de 2004 comenzó la relación con Jorge Taiana, cuando producía la obra “Pijamas”. Recién en 2017, lo que siempre fue un secreto a voces, se terminó blanqueando. “Ya estamos comprometidos, no hace falta un anillo. No es un compromiso formal. Simplemente uno se compromete como persona con la otra”, afirmó Claudia. Y luego aclaró: “No me volvería a casar y a convivir. Siempre prioricé que mis hijas tengan una buena relación con su papá y lo sigo haciendo”, aclaró.
Con respecto a la serie “Sueño Bendito”, de Amazon, que contará la vida de Maradona, Villafañe fue muy clara: “No voy a permitir que muestren una mujer que no soy por rating. Hay muchas otras cosas lindas e interesantes de su vida para contar”. Pese a todo, Claudia expuso su tranquilidad de conciencia: “Yo sé lo que hice por Diego”.
Además de su éxito como organizadora de eventos, Claudia Villafañe sorprendió mostrando facetas para algunos desconocidas al aceptar participar del taquillero programa de Telefe, “Masterchef Celebrity”. Una de las recetas con la que fue muy elogiada fue la de los ñoquis que le enseñó su abuela Petra y que los jurados Donato De Santis, Damián Betular y Germán Martitegui aprobaron. Claudia contó en el reality conducido por Santiago del Moro que espera que su famosa receta siga vigente con las nuevas generaciones. “A Benjamín (su nieto de 11 años) ya le enseñé, ahora estoy esperando que Roma (su nieta de un año y medio) crezca para enseñarle a ella también”, afirmó.
A la hora de explicar porqué aceptó participar del programa, comentó: “Acepté porque es algo diferente, no es algo común en mí y está bueno que la gente vea otra faceta, más allá de lo que ya saben o conocen de mí. Me parece una propuesta interesante, para correrte de ese lugar en donde se te ha puesto toda la vida. Saber que sos una mujer con decisión propia, garra, mucho empuje, gran laburadora. Yo soy una mujer normal, que lava, plancha, cocina… Con sus cosas buenas y sus cosas malas, creo que está bueno que eso también se sepa”, dijo. Todos se preguntaron qué pasaría con su participación en “Masterchef”, tras la muerte de Maradona. Y fue el periodista Marcelo Polino el primero en informar lo que iba a suceder. “La posibilidad era que se retirara del reality. Otra posibilidad era un reemplazo, que se le ofreció. Pero lo cierto es que Claudia Villafañe regresa a la competencia”.
La vida de Claudia, sobre todo ahora que necesita sobrellevar un duelo tan profundo por la partida de Diego, siempre encuentra en su familia el sentido y la contención esenciales para no bajar los brazos.“Quiero que mis nietos lo recuerden como el Babu”, le dijo a CARAS Claudia, explicando que por ahora no va a dar una entrevista, ya que atraviesa un momento de inmenso dolor. Y ese es el motor: sus hijos y nietos. Maradona tuvo dos nietos cuyo “abuelazgo” compartió con Villafañe: Benjamín (11), hijo de Gianinna y Sergio “Kun” Agüero; y Roma (un año y medio), hija de Dalma y Andrés Caldarelli. Además, Diego era abuelo de los hijos italianos de Diego Maradona Junior con su mujer Nunzia Pennino: Diego Matías (2) e India Nicole (1). Según hizo saber Gianinna en su cuenta de Instagram, los nietos llaman “Tata” a la abuela Claudia , y “Babu” al abuelo Diego. Maradona como abuelo, se lució sobretodo con Benjamín (con quien más relación tuvo), a quien supo darle la mamadera y cambiarle los pañales cuando era bebé. En los últimos meses, a causa de la pandemia, los contactos que tuvo Maradona con su nieta Roma fueron virtuales.“Él llama y Roma directamente agarra el teléfono, se va y hablan por videollamada ellos en la placita. Si yo me quiero meter, no tengo chance. La que más habla es ella porque no te deja meter nada y él la mira. La otra vez dijo que ‘Babu’ lloraba porque se había emocionado por algo que le había dicho. Bueno, no, a la nena no le llorés porque ya no se entiende nada. En pandemia, el otro llorando y ella del otro lado haciendo todas sus gracias”, bromeó Dalma. De los nietos, por ser el mayor, el único que pudo asistir al Ultimo Adiós de su “Babu” fue Benjamín Aguero.
Por su parte, Claudia Villafañe sigue resistiendo y hace su duelo silencioso por tan triste pérdida. También fortalece (con su bajísimo perfil y sobriedad) sus roles de empresaria, pareja, madre y abuela. Claudia, “La Claudia” que siempre estuvo disponible para Diego, llegó a confesar: “Mi historia es una historia de aguantar lo inaguantable, de tolerar lo intolerable y de justificar lo que no tiene justificación. Y todo en nombre del amor y la devoción por quién fuera el hombre de mi vida y el padre de mis hijas”. A la hora de autodefinirse, fue contundente: “Estoy feliz de ser la mujer que hoy en día soy; sin los tropiezos ni caídas no hubiese aprendido nada de esta vida. Cada herida me ha servido. Y aquí estoy, orgullosa de cada cicatriz. Con toda certeza puedo decir que el dolor es el mejor maestro entrenador, porque gracias a él me he convertido en esta mujer que hoy soy: una mujer valiente, fuerte e independiente. Sí, ahora soy una mujer que ya no se rinde fácilmente”.