Marcos Ginocchio es de los pocos participantes que admitió, sin vergüenza, que es muy allegado a la religión, al igual que Coti Romero. En conversación con Georgina Barbarossa, el salteño se abrió y confesó cómo se halló en la religión y cómo lo ayudó a salir de la depresión en la adolescencia.
Si bien Marcos es un joven de 23 años que se robó las miradas y los corazones de todas las televidentes, el ganador de Gran Hermano no siempre lució cómo ahora a causas de diferentes problemas de salud. El salteño jamás dio demasiados detalles de su familia y su vida privada dentro de la casa, pero si era sabido que sufrió de problemas alimenticios.
Marcos confesó que la separación de sus padres, a sus 15 años, lo hundió en una grave depresión, pero que los problemas alimenticios no fueron estrictamente causados por ese hecho en particular. "La separación de mis papás, y otras cosas, me pusieron medio triste. En un momento tuve problemas de salud, alimenticios. Hablar no me pone incómodo, pero en su momento era muy complicado", comenzó.
Marcos contó que él solía ir a la iglesia junto a su padre, y es que Salta es una de las provincias más religiosas y conservadoras del país, pero que no tenía tanta cercanía al catolicismo como la tiene ahora. "Mi papá siempre iba a la iglesia y me preguntaba si lo quería acompañar, a veces lo acompañaba y a veces no e iba solo. Iba cuando lo sentía y lo quería", continuó Ginocchio.
"Viste cuando no das más, que no podés estar peor, estaba así. Tenía 15 años... Me sentía como en un pozo, no me encontraba a mí mismo, pero Dios me ayudó a salir. Una noche donde no paraba de llorar le pedí a Dios que me indicara el camino, que me ayudara porque solo no podía y me refugié en él. Pude salir gracias a la Fe", finalizó el relato el ganador de Gran Hermano.
A diferencia de Coti, quien se aferraba al rosario cada vez que dedicaba una mala intención, Marcos siempre tuvo respeto por los valores religiosos y se mostró calmada durante todo el certamen.
OL.