Editora
Rebe.Peiro
Mirtha Legrand estaba angustiada por la pandemia del coronavirus y tenía miedo y lloraba. Y se lo decía a todos sus allegados. Su hermana melliza, Goldie (María Aurelia Paula Martinez Suárez) la tranquilizaba a través del teléfono, aunque ella también estaba preocupada por esta pandemia que paralizó el mundo. Sentía que ese temor no le hacía bien, por eso la distraía charlar con su hermana o sus amigas. Goldie era su apodo desde que era muy chiquita porque su hermano, José Martinez Suárez, quien falleció el 17 de agosto de 2019, la llamaba cariñosamente “Goldita”, que significaba Gordita. Y explicaban que cuando estaban aún en la panza de su mamá Aurelia, Goldie se alimentaba mejor mientras que Mirtha sólo pesó 1.200 gramos. Hasta su papá les decía “Aquí está mi Gordita y mi Chiquita”. Y todos la llamaron Goldie.
La muerte de Josecito, hace 8 meses, dejó devastadas a las gemelas, porque era su compañero de vida. Los dos amaban su ciudad natal, su amada Villa Cañás. En 2018 viajaron los tres juntos y fueron declarados ciudadanos ilustres y el pueblo se vistió de fiesta para recibirlos. Silvia empezó a actuar cuando era una niña, siempre con su inseparable hermana, Cuando eran “Las mellizas Legrand” , Silvia brilló por su talento que lució en la pantalla grande, en películas al mejor estilo Hollywood, como “Hay que educar a Niní”, “Claro de Luna”, “Novios para las muchachas”, “Soñar no cuesta nada”, “Juan Manuel de Rosas”, Los Acusados” y tantos otros títulos. Amaba el cine, sabía de cine y admiraba a su hermano cineasta. Cuando “ Chiquita” decidió seguir en el mundo del espectáculo, ella la apoyó aunque apostó a la familia y tuvo un matrimonio hermoso,
Con Eduardo Lopina, quien falleció en 2005, tuvieron dos hijas, Gloria y Mónica, nietos y bisnietos que los adoraban y ella nunca se arrepintió de su elección de elegir a la familia antes que a su carrera.. Tampoco abandonó a su gemela. La apoyaba en cada paso.Le encantaba verla en televisión conduciendo sus almuerzos y sufría cada vez que alguien hablaba mal de ella. Era su mejor apuntadora. “Nos regalás tu figura y tu delicadeza. Estoy orgullosa de ser tu hermana”, solía decir, y era verdad. Tanto para elogios como para críticas Goldie era la más escuchada. Se contaban todo y hablaban horas por teléfono. Este año, cuando festejaron juntas los 93, a la hora de soplar las velitas miraron el cielo y le dedicaron sus deseos a Josecito. También gritaron “Viva Racing”, porque los tres eran fanáticos de ese cuadro de fútbol.
Durante la cuarentena que Mirtha atraviesa en su piso de la avenida Libertador junto a Elvira Waraj, su asistente desde hace más de treinta años, Goldie permaneció en su hogar. “Levantémonos para almorzar, comamos en la mesa del comedor, no está bueno quedarse en la cama o todo el día en bata y pantuflas”, solía decirle Mirtha y ella respetaba su rutina. Amaba estar en su hogar y se confesaba adicta a la televisión, aunque también le gustaba leer y ver películas. A Mirtha le contaba hasta lo que almorzaba o cenaba. Se visitaban virtualmente y ella se hacía un “sumario” para tocar todos los temas con su hermana. Sin que nada quedara en el tintero.Era una buena amiga de sus amigos. Hace unos días le envió mediante una mensajería a su amiga Susana Reta un shall color gris perla porque había sido su cumpleaños, y a ella le gustaba cumplir con los afectos. Seguía todas las noticias de esta pandemia y se angustiaba. Y se cuidaba. Por eso, todos lamentan su partida. Y todos se preocupan por el dolor de su hermana gemela. En un momento difícil donde todo resulta más difícil aún. Quizás el consuelo de los suyos sea saber que no sufrió al morir. Que durmió su sagrada siesta y no despertó.