La princesa Elisabeth de Bélgica tiene 22 años y, aunque mantiene un perfil bajo, cada una de sus apariciones públicas genera fascinación. Así quedó claro en las celebraciones por el Día Nacional del 21 de julio, donde impactó con cuatro looks distintos y reafirmó su popularidad entre los ciudadanos.
Como heredera al trono, acompaña a su padre, el rey Felipe, en eventos clave y ya se perfila como una figura renovadora dentro de la realeza europea. Su presencia es siempre medida, pero contundente: combina elegancia con sobriedad, y su compromiso institucional no pasa desapercibido.

Elisabeth de Bélgica: la princesa que rompe con el molde
Durante los festejos, Elisabeth asistió junto a toda su familia a la tradicional misa de Tedeum en la Catedral Saints-Michel-et-Gudule de Bruselas. Allí lució un vestido amarillo de Natan Couture, sandalias Gianvito Rossi y una pamela de Fabienne Delevigne. El estilismo, además de resaltar su figura, formó con el rojo de su madre y el azul oscuro de los trajes masculinos los colores de la bandera belga.
Más tarde, participó del desfile militar junto a su hermano Gabriel, luciendo el uniforme ceremonial de la Real Academia Militar, de la que es egresada. Ya entrada la tarde, se cambió para la fiesta en el Parque de Bruselas, optando por un vestido verde de The Kooples con clutch al tono. Pero el broche de oro fue su aparición nocturna en el Parc du Cinquantenaire, donde deslumbró con un vestido de la nueva colección de otoño de Diane von Fürstenberg, ante más de cien mil personas.

Aunque su presencia llama la atención, su historia es aún más relevante. Elisabeth será la primera mujer en reinar en Bélgica gracias a una reforma legal de 1991 que permite que el hijo primogénito –sin distinción de género– sea el heredero.
Desde los 18 años, está habilitada para ejercer como jefa de Estado, y no ha dejado de prepararse: habla cinco idiomas, completó el Bachillerato Internacional en Gales, se formó en la Real Academia Militar y actualmente estudia Historia y Política en Oxford. Discreta y determinada, la princesa Elisabeth vive en una residencia universitaria, toma café con sus compañeros y lleva una vida estudiantil como cualquier otra joven. Pero su destino ya está trazado: un día, hará historia como la primera Reina de Bélgica.
F.A

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