Según reza el popular refrán que marca la rapidez con la que se reemplaza un monarca y que se suceden los cambios demostrando, quizás con la frialdad que suele caracterizar el protocolo de las Casas Reales, que nadie es imprescindible “A Rey muerto, Rey puesto”. Aunque los británicos se encargaron de manifestar el gran amor y respeto que sintieron por Isabel II durante los 70, de sus 96 años, que estuvo en el trono.
Y el “Rey puesto”, Carlos III (73), ha heredado la impresionante fortuna personal de su madre, estimada en más de 500 millones de dólares, según la revista Forbes, aunque debe esperar la apertura del testamento para ver qué dejó a cada uno.
Una cifra que incluye castillos, caballos pura sangre, joyas, un millón de obras de artes (entre miles de acuarelas y dibujos, bocetos de Da Vinci, más de 7.000 cuadros, con varios Rembrandt, más de 400.000 fotografías, y casi 300 piedras preciosas muy raras y caras). Y esto se suma al patrimonio que él ya posee que cuenta son ingresos por su ducado de Cornwall de más de 26 millones de euros, sin impuestos, en el último año.
Y Carlos III también heredó bienes no materiales como los 32 mil cisnes del Támesis –que todos los años se censan–, ballenas, delfines y esturiones del reino, por un decreto del siglo XII que se firmó para proteger a esas especies.
Además, el monarca recibe una cuota anual del gobierno (el año pasado fueron 99 millones de dólares), denominada “Sovereign Grant” O “Subvención Soberana”, para cubrir los gastos oficiales del Rey y de los principales miembros de la Casa Real, que provienen de una enorme lista de propiedades como tierras, edificios y hasta parques eólicos que son del monarca pero administrados independientemente.
Entre los castillos que forman parte de la herencia que recibe el flamante Rey, se encuentra el escocés de Balmoral, donde Isabel amaba pasar sus veranos y donde falleció el 8, que está valuado en 118 millones de dólares. Lo mismo que Sandringham House, en Norfolk, cuyo valor se estima en 73 millones de dólares, y es donde celebraba la Navidad y está el Royal Studs con los pura sangre que en las carreras le hicieron ganar más de 8 millones de dólares –que según rumores podrían quedar para la princesa Ana y su hija Zara Tindall que compartían con Isabel II la pasión por la equitación–.
Capítulo aparte merecen las Joyas de la Corona, valuadas en 3400 millones de dólares y que serían transferidas a Carlos III, aunque dicen que la mayoría Isabel II las habría dejado a su preferida, Kate Midletton, Duquesa de Cambridge, y a su hija, Charlotte (7), su gran debilidad. La pequeña también recibirá la famosa Tiara Spencer, una corona con incrustaciones de diamante que perteneció a Diana. Razón por la que el príncipe William estaría muy feliz –ya que él también heredará el Ducado de Cornuales, una propiedad de 685 años, de un valor de mil doscientos millones de dólares–, aunque no así su hermano Harry –a quien ya la Reina Madre, o sea su bisabuela, le había dejado 16 millones de dólares quizás adivinando ya por aquel entonces que no tenía mucho futuro dentro de la Familia Real– y Meghan Markle quienes no figurarían en el testamento real según un último agregado que Isabel le habría realizado en el último agosto.
La mayor colección de coronas y tiaras –serían más de 50–, 100 broches y 300 collares cuyo valor supera los 150 millones de dólares. Y entre ellas, la más codiciada pero también la más temida. La Corona Imperial, una de las muchas coronas de la Familia Real, contiene el diamante Koh-i-Noor (Montaña de luz en persa), de más de 100 quilates y tiene una maldición ya que, según la leyenda hindú, los hombres que lo lleven “serán dueños del mundo pero también conocerán todas sus desgracias”, el Cullinan, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas y 5 rubíes, tal como la mostró guacamouly.com.
También entre los codiciados bienes se encuentra la colección de sellos –otra gran pasión de los Windsor– que supera los 120 millones de dólares. Y la increíble colección de autos entre los que se destacan Range Rover, Jaguar, Rolls Royce… Aunque la lista es interminable, jamás se llegará a conocer el total del legado de Isabel II, ya que desde 1911 la justicia británica permite a los miembros de la familia real británica sellar sus testamentos e impedir que sean públicos, por esa razón durante décadas los Windsor han ocultado su patrimonio real. Otro punto importante es el exclusivo guardarropas de la monarca con su increíble colección de sombreros que dicen se dividirá entre Kate y Camilla y que, seguramente, formará parte de diferentes muestras en museos.
Mientras todos pelean por el legado de la monarca, Carlos III ya tiene su propia moneda. The Royal Mint, que creó las monedas para el Reino Unido durante más de 1100 años, presentó la nueva moneda con el rostro del Rey mirando a la izquierda para respetar el de su madre que mira a la derecha