jueves 28 de marzo del 2024
SALUD 04-05-2020 18:20

Misofonía: el molesto síntoma que sufre Natalia Oreiro

La cantante aseguró que sufre el síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido.

Días atrás, la cantante y actriz Natalia Oreiro confesó que sufre misofonía, un síntoma también conocido como síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido (SSS). Según indicó la propia Oreiro, “es una de las enfermedades consideradas raras, el 7% de la gente la tiene y no lo sabe”, y aseguró que no es de origen psicológico sino neurológico. La artista reconoció que los sonidos que más le molestan son “el del chicle y de la lapicera”, al punto de que cuando los escucha puede sentir "ansiedad, palpitación y sudor frío".

¿Pero en qué consta exactamente este cuadro? El doctor Claudio Dresl, quien es miembro del Colegio Europeo de Psicofarmacología y experto en Psiquiatría Transnosográfica, explicó que la palabra misofonía significa temor al sonido y que, más que un cuadro en sí mismo, “es un síntoma que aparece en muchos trastornos del espectro ansioso”. Ocurre cuando “la repetición de un sonido se vuelve amenazadora, genera intranquilidad, irritación o altos niveles de ansiedad”. Y remarcó que uno de los clásicos sonidos que la disparan es el del goteo de la canilla de agua.

 “Se dice que el cuadro es raro porque nunca había sido considerado como algo patológico. Se convierte en patológico cuando a la persona le impide el desarrollo de la vida normal. Pero siempre hubo casos leves, por ejemplo en personas que no pueden conciliar el sueño por escuchar algún ruido a la noche”, remarcó Dresl, quien realizó su residencia en Francia.

Agregó que “no se le solía dar trascendencia a la misofonía porque no es un cuadro grave en términos psiquiátricos”, pero ahora comenzó a estudiarse más por “el auge de los videoclips,  ya que la información visual y sonora al mismo tiempo tiene características específicas que en determinadas personas pueden desencadenar este cuadro de angustia, de disgusto o hasta de tristeza”.

El psiquiatra relató que hace poco más de un año atrás se llevó a cabo un estudio en Amsterdam en personas con este síntoma.  Se les realizó resonancias magnéticas funcionales, además de medir otras variables electrofisiológicas.  “Hallaron que los individuos con misofonía tenían un aumento de la activación de la función de una zona del cerebro llamada ínsula, sobre todo la ínsula derecha; también tenían activación del córtex temporal superior y del córtex cingulado anterior derecho, que son zonas donde se procesa información sensorial”, remarcó Dresl.   “Pero esa información sensorial todavía no se había cargado del contenido semántico, del significado consciente, esto se carga después, posteriormente cuando la información llega al córtex y sale hacia el plano consciente”, aclaró.

En palabra del psiquiatra, este síntoma, que se da en personas con emocionalidad muy intensa y altos niveles de ansiedad al mismo tiempo “tiene un basamento fisiológico claro, pero no es un cuadro específico porque, en sí mismo, no es un gran trastorno, sino una manifestación  que forma parte de otros trastornos”.

Frente a la duda sobre la misofonía es un síntoma neurológico o psicológico, Dresl dijo: “Estos cuadros no se comprenden porque se parte de un error filosófico muy grande que es separar la mente del cuerpo. Cuando nosotros nos damos cuenta que mente y cuerpo es la misma sustancia, la cuestión deja de ser psicológica o biológica. No hay trastorno psicológico sin una contraparte biológica. Todo síntoma ocurre porque hay un cerebro al que le ocurre eso. Si no hubiera cerebro, no hay síntomas. Y una persona tiene síntomas porque tiene conciencia. Si te aplican anestesia, no hay recuerdos de lo que pasó, porque los anestésicos bloquean en las neuronas ciertas zonas que tienen que ver con la conciencia”.

El experto detalló que por lo general los sonidos que desencadenan la misofonía son los rítmicos, con una cadencia específica, sobre todo en frecuencia, tono y timbre. Para el manejo de  este síntoma, el paciente “debe familiarizarse con su condición, comprender lo que ocurre, conocer qué sonidos gatillan los síntomas y así poder mejorar, tanto al evitar escucharlos como al aplicar técnicas cognitivas de desensibilización, para que esos ruidos los afecte menos”, concluyó.

 

 

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