Siempre la impulsó lo mismo, quizá por haber nacido bajo el signo de Libra. Lo cierto es que Diana Zurco (40), desde la niñez, construye castillos en el aire. Son sus motores para concretar realidades distintas y generar grandes cambios. Fue pionera por convertirse en la primera locutora trans egresada del ISER con su identidad de género autopercibida. Y actualmente conduce la edición central del noticiero de la TV Pública (junto a Ariel Senosiain y Gabriela Previtera), por lo que se convirtió en la primera conductora trans de la Argentina en un programa de tanta llegada a nivel nacional.
“Es importante visibilizar que las personas trans somos capaces de ocupar estos espacios, que seamos noticia para que el día de mañana dejemos de serlo. Todavía existe una mirada conservadora, una parte de la sociedad que estigmatiza, y de ahí la necesidad de que estas cosas se hablen y seamos visibles”, le dice a CARAS quien también es la locutora de dos programas en Radio Ciudad (AM 1110): “Cosas que Pasan”, con Silvana Amato; y “Massaccesi que nunca”, con Mario Massaccesi.
Nacida y criada en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, supo que quería llamarse Diana cuando empezó a jugar a ser la protagonista de la serie “V Invasión Extraterrestre”. Desde el Jardín de Infantes hasta el último año de la secundaria se educó en el Cardenal Stepinac, colegio histórico de curas en el que fue blanco del más despiadado bullying. Pero Diana Zurzo se sobreponía construyendo castillos en el aire.
“Siempre me imaginé realizando algo que me haga feliz. En ese colegio, percibía que lo que sentía como identidad de género estaba mal —explica Diana—. Era un freno que me ponía el mundo, fueron las primeras cadenas que cerraban las puertas de esos castillos que yo imaginaba. Eso lo empecé a transgredir pasada la adolescencia. Me animé a romper esas cadenas, si no nunca iba a poder llegar a los castillos que proyectaba en el horizonte. Lo que muchos llaman transformación, en realidad fue una autopercepción. Porque es una interpelación profunda. Al principio están los fantasmas, las confusiones. Después terminás ganándote tu identidad”, agrega.
—¿Siempre soñó con ser locutora o conductora?
—Sí. Me acuerdo que en sexto grado hicimos una exposición de ciencias naturales, y con un compañerito presentamos una maqueta para hablar de la contaminación ambiental. Fue la primera vez que expuse públicamente. Padres de mis compañeros, mi mamá, maestros... Todos se quedaron asombrados por la manera en que lo explicaba. Tendría solo once años. Y como era un colegio católico, yo todavía era el varoncito, con el pantalón, el uniforme. Otra vez hicimos un formato como de noticiero. En ese momento, “Nuevediario”, de Canal 9, era lo más visto. Fue nuestra referencia. Me acuerdo de sus conductores, Silvia Fernández Barrio y Juan Carlos Pérez Loizeau. Esa vez usé un saco de mi papá. Era como jugar. Más tarde, en el secundario, escuchaba FM100, y me encantaban sus locutoras. Esas voces, ese estilo... Trataba de copiarlas. También jugaba a hacer la locución de la contestadora de los teléfonos, que era la voz de la gran Marita Monteleone. “El número solicitado no corresponde a un abonado en servicio”, decía. Todos en el colegio me pedían que haga esa voz. ¡Y yo todavía no era Diana, eh! En el colegio era un nene más, si bien siempre se notó mi inclinación y por eso sufrí tanta discriminación.
—En ninguna entrevista mencionó el nombre que le pusieron al nacer...
—Mientras hacemos esta nota, me doy cuenta de que hay algo que en ese sentido está evolucionando en mí. A lo mejor dentro de unos años, ya no tenga ese complejo de decir ese nombre públicamente. Porque cada vez me siento más despojada de esa construcción y de esos prejuicios que tenemos las personas trans. La mayoría negamos ese nombre porque no nos identifica... Por eso reivindico la postura de Lizy Tagliani sobre la identidad que tenía antes. No reniego de mi pasado, pero yo me identifiqué como Diana. Por eso siento que me estoy redescubriendo, y en esta entrevista me afloran muchas sensaciones...
—¿Cuáles?
—Hay cuestiones que las tengo un poco en Stand-By, tal vez dentro de poco empiece a mirarlas desde un lugar más evolucionado. Nosotros no somos solo nuestro nombre, no estamos pensando continuamente si somos mujeres o varones. Somos un montón de cosas: pensamientos, arte, ideología, emociones... No me pienso como trans las 24 horas, soy mucho más. No puedo dejar que la cuestión trans abarque todos los campos de mi mente.
—Antes, el universo trans estaba más limitado...
—Sí. Teníamos el registro de que las trans, o travestis como las llamaban en esos tiempos, existían solo en la Zona Roja o en la Panamericana, trabajando como prostitutas. Ese era el estigma. Mi temor cuando era chica era que, si me identificaba como trans, estaría obligada a prostituirme. Era un fantasma. También empecé a pensar que solo podría ser vedette. Me preguntaba porqué debíamos ser encasilladas en determinados trabajos, como también la peluquera, la maquilladora, o haciendo humor. Estoy convencida de que en un futuro, cercano o lejano, ya no va a importar si somos trans, homosexuales, bisexuales, o lo que sea. Va a importar solo el capital humano.
—¿Está en pareja? ¿Le gustaría formar una familia?
—Hoy no podría dedicarle el tiempo que se merece a un ser amado. Creo en el concepto de familia, pero sin mandatos. Sin la idea solamente de varón-mujer. Tampoco fantaseo con ser mamá, pero no lo descarto.
—¿Qué representa para usted ser la primera conductora trans de un noticiero de la TV Pública?
—Estoy muy agradecida a Rosario Lufrano (Presidenta de Radio y Televisión Argentina); Eliseo Alvarez (Director Ejecutivo de la TV Pública); y Daniel Miguez (Gerente de Noticias de la TV Pública). Sin ellos no me hubieran dado esta oportunidad, no se estaría hablando de esto. Y chicos y chicas de todo el país no estarían soñando con ser, el día de mañana, conductora, locutora o periodista. Ahora, esas personas que en sus ciudades o pueblos natales son tan discriminadas, pueden proyectarse.
—Su mamá, Gabriela (58), nacida en Cachi, Salta, vino a Buenos Aires a los 15 años, empujada por la pobreza. Acá los tuvo a usted y sus hermanos. ¿Qué siente ella al ver a su hija en la tele, conduciendo el noticiero?
—Es un punto sensible, porque mi mamá es todo para mí. Su primera percepción fue silenciosa. Semanas después, en algún momento me dijo que no salía del asombro, que no lo podía creer. Ella es una mujer que nunca se destacó por decir muchas palabras. Fue más bien proveedora, no tanto alguien que expresa sus emociones. Creo que mamá esta orgullosa de mí (Se emociona).
—Diana, ¿Cuáles son sus próximos “castillos en el aire”?
—El Universo me sigue planteando cosas y permito que me sorprenda. No tengo un pensamiento estructurado. Me encantaría que los lectores de revista CARAS descubran que soy una persona que sueña con una sociedad de consensos, más humana. En la que haya más construcción y no tanta grieta. Sin diferencias clasistas o prejuicios. No me siento una amenaza para el que piensa distinto.
Prod Sol Miranda - fotos Fede De Bartolo Agradecimientos: MakeUp, HairStyling: Kennys Palacios
Palacios. Asistente de Producción: Martina Santamaría. Adriana Mazza. Sothebys. Carlos II Molina
@carlosiimolina. Moratta.