Se define como un gladiador guerrero. Un todoterreno al que no asustan ni los apremios económicos, ni el cáncer de próstata que enfrentó en dos oportunidades. “Soy un gran luchador, algo que heredé mis padres. La vida me ha dado la posibilidad mágica de salir delante de los problemas, que han sido muchos, como también las alegrías”, asegura Pepe Cibrián (72), el reconoció director teatral, actor y máximo referente del musical argentino, que este año llegó a la TV como jurado del “Cantando 2020”, un rol del que debió alejarse luego de registrarse dos casos positivos de Covid- 19 en su entorno más íntimo.
“Me hisoparon e hicieron análisis de sangre y no he sido positivo. Sí lo fueron las dos personas que cuidan a mi tía, Carmen, hermana de mamá, que tiene 90 años, con lo cual eso me imposibilita salir de casa. Pero son cuadros livianos sin gravedad y están todos aislados. Todo va a estar bien, lo digo sin miedos, ni angustias. Paré mi vida para preservarme y también para preservar a mis compañeros del programa. Después de enterarme de lo que pasaba en mi casa, tuve que ausentarme. Y luego decidí ya no seguir”, explica Pepe sobre su salida definitiva del programa de eltrece.
Hoy, Cibrián se mantiene aislado en su casa de Pilar, una propiedad de 2.200 metros cuadrados, cuya enorme casa ocupa solo unos 430, y resguarda un enorme parque en el que hay más de 120 palmeras, 200 árboles, decenas de cactus y más de 300 orquídeas. “Se arreglará todo como se pueda y cuando vuelva la gente que trabaja en casa, se pondrá todo en orden. Lo importante es cuidar a mi tía, que por suerte está bárbara porque siempre la protegimos y mucho. Hace un año que vive conmigo”, admite sobre sus días de aislamiento.
“Mi casa es mi placer, mi mundo y gran refugio; una reserva ecológica natural dicho por especialistas. Hace veinte años no había nada acá, estaba pelado el terreno. Y mi casa está llena de cuadros en los techos, paredes, porque yo colecciono pinturas, además de anillos. Así es en toda la casa, hasta en mi vestidor y en los cuartos de invitados hay cuadros. Tengo cerca de 200 pinturas, además de unos 600 anillos. Son cosas de bijouterie y no joyas, que quede claro. Me gustan por sus diseños, me divierten. Yo soy muy barroco, de poner muchas cosas juntas y fui llenado todo con cosas que me traje de viajes. Hoy ¡no hay donde poner un alfiler! pero hay un equilibrio natural entre todo el caos aparente”, asevera el incansable artista y quien, además de dar clases de teatro online y hacer vivos de Instagram con su personaje “Jacinta”, se reinventó en cuarentena presentando un ciclo de sus obras leías vía streaming por Platealive (la plataforma de Plateanet). “Drácula”, “El jorobado de París”, “Juana, la loca”, “Marica” y “Calígula”, fueron algunos de éxitos que ya tuvieron su turno.
“La hija de una amiga me dijo¨: ¨¿Por qué no das clases?¨ Hoy, ya hay lista de espera de alumnos y eso es maravilloso. Así que me dedico cinco o seis horas diarias a dar clases. Soy muy activo, porque además tomo audiciones (para su nuevo espectáculo, “Infierno Blanco”) y escribo. También me gusta cuidar el parque con mi jardinero. Pero bueno, ahora habrá que esperar”, confiesa Pepe, quien comparte las horas con su tía Carmen y con Luis (27), un cantante y actor mendocino a quien le propuso vivir en su casa en Buenos Aires y se convirtió en su hijo adoptivo. “Vení a casa, probamos, yo te ofrezco una plataforma de estudio –todos los profesores y las clases que quieras– y nos hacemos compañía”, le dijo Pepe. Y funcionó, ya que ahora todos conforman una gran familia, cuenta el director.
“Me había separado después de 18 años y me sentía muy solo en esta casa y se me ocurrió este delirio, porque yo no lo conocía a Luis más que de un seminario que había dado en Mendoza. Mis amigos me decían ¨Estás loco, no sabés quien es¨. Con Luis tenemos elecciones de identidad muy distintas: yo soy gay, él no. Me crucé con un ser humano y un hijo increíble. Me cuida a mí, a la casa, es una persona muy culta y comprometida con sus afectos y su vocación; estudia canto, danza y esgrima”, revela el director teatral, quien durante quince años quiso adoptar y nunca lo logró. “Creo que con Luis estoy poniendo en práctica mi costado de padre”, dice. Él lo llama “Pepé” en vez de papá, agrega.
“Lo fundamental para definir a Luis es que es un hombre muy comprometido con la realidad y la cultura. Soy un hombre con bastante buena vista, fue un decisión acertada”, reconoce Cibrián, quien también analiza el darle el apellido a su hijo del corazón. “Es una de mis fantasía. Siempre fui de ir detrás de mis deseos”, agrega Pepe, quien también se permitió incursionar en el mundo de Tinder, la aplicación de citas y encuentros que es furor.
“Es una forma más que lógica para conocer gente. Es lo mismo que la sociedad presencial, pero virtual. Es fantástico. Mi intención es encontrar un compañero. Uno conoce mucha gente, pero lamentablemente hasta ahora no se dieron las cosas. Sin embargo, creo que hubiera sido lo mismo con un cóctel o una comida. Hoy sigo con la aplicación, sí. Si sucede el encuentro, bien, y si no, no pasa nada. Tengo ganas de formar una pareja y de tener un vínculo, de enamorarme. A mis 72 años he amado mucho, me han amado mucho y si se da, pues bien, y si no, nada, no me es oxígeno”, admite Pepito, cuya fórmula para estar tan activo y enérgico incluye el hacer cientos de abdominales cada mañana.
“Cuando hacía el ¨Cantando¨ no, porque no podía aguantar. Pero ya lo retomé y con autorización médica. Me encanta hacer abdominales (llegó a hacer unos 800, dijo) al levantarme. Después me ducho, desayuno, leo un poco los diarios y luego me pongo a hacer mis otras tareas como dar clases”, afirma Cibrián. En éstos días también prepara un recital con las canciones emblemáticas de sus obras y sigue adelante con las audiciones de “Infierno Blanco”, la obra que prepara para 2021, con música de Ariel Dansker. “Hay mucha gente talentosa que estimo mucho”, afirma el director.
Y sobre ser tan prolífico y estar siempre explorando, puntualiza: “Es parte de mi personalidad. Así soy aún después de tantos años de terapia, porque eso no se me va. No tengo un pendiente, sino la necesidad de seguir cumpliendo los mismos sueños que he cumplido. Pero todo lo que he querido lo hice y lo he tenido, dentro de mis posibilidades. A mí no me asusta la palabra muerte, sino la palabra decadencia”, se sincera Pepe, quien hace poco reconoció tener un pacto ético con amigos, quienes lo “ayudarán a morir”. Se trata, aclara Cibrián, de “no permitir el sufrimiento. Es un deseo más que una obligación”, explica.
–¿Cómo sigue su año?
–Tengo que seguir con mi trabajo y no pensar demasiado para no entrar en pánico y angustia por estar encerrado. Hay tanta gente y compañeros de trabajo que están en situaciones tan precarias a nivel económico…eso me duele mucho. Es muy difícil esta profesión, pero no solo para los actores, sino para los maquinistas, lo escenógrafos, vestuaristas, o para los boleteros, la gente del teatro.
–¿Cómo definiría la experiencia como jurado del “Cantando”?
–Fueron muy gentiles conmigo y sentí que tenía compañeros fantásticos, muy agradables. Me sentí muy bien tratado y me divertí.
Prod Alicia Blanco
fotos José Tolomei
Agradecimiento: WE prensa.