MARIA VAZQUEZ: DAR Y RECIBIR (Caras)
MARIA VAZQUEZ: DAR Y RECIBIR Foto: Caras
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María Vázquez: "Elegí acompañar a mi marido por amor a la familia"

La modelo dio detalles de su historia de amor con Adolfo Cambiaso y su intimidad de su vida en La Dolfina.

Allá por los noventa, el auge de las suspermodelos no sólo fue un fenómeno argentino sino que global. A toda mujer emparentada con el mundo de las pasarelas se le abrían las puertas de la visibilidad y el estrellato, por lo que muchas  adolescentes lidiaban con sus padres para conseguir la veña aprobatoria. Itinerante desde su infancia por tener un padre diplomático, el recordado Jorge Vázquez, María Vázquez (46) terminaba sus estudios secundarios en Nueva York cuando el bichito del modelaje le empezó a picar. En su hogar no caía muy bien cualquier inclinación artística, pero de vuelta en Buenos Aires el llamado de Ricardo Piñeiro (66) para incorporarse a su agencia fue difícil de resistir.

Entré medio de casualidad, y mis padres aceptaron a regañadientes con la condición de que también empiece la facultad, recuerda. Así su nombre ganó un rápido protagonismo mediático, y fue en una fiesta con personalidades de todos los ámbitos cuando conoció al hombre de su vida, el polista Adolfo Cambiaso (46): “Yo venía de cortar una relación y no estaba buscando nada, él me pareció amoroso, muy calladito, ese día no hubo mucho feeling... Pero a la semana nos volvimos a encontrar en otra fiesta y justo coincidimos en la entrada. Cuenta la leyenda que él se estaba yendo porque no dejaban entrar a su amigo, y cuando me vio volvió y su amigo lo esperó durmiendo en el auto (risas). Me pidió el teléfono y no se lo dí, aunque al final mi mejor amigo se lo terminó dándo”.

María Vázquez dio detalles de su vida en La Dolfina. 

   El desenlace de esa atracción bilateral los terminó uniendo para siempre. A la semana él la llamó, empezaron a salir y los dos mundos tan distintos fueron encastrando: “Obvio que me pareció una bomba, espléndido, pero yo tenía mucha exposición mediática y él aparentaba tímido. La relación se fue dando muy naturalmente, todo el tiempo fui descubriendo cosas que me fueron gustando. En lo que sí nos parecíamos era que los dos viajábamos mucho de chiquitos, él por el polo y yo por el trabajo de mi padre. Y en ese punto, el de vidas solitarias y el desapego, conectamos muy bien hasta el día de hoy”.        

  María y Adolfito ingresaron al Siglo XXI como una pareja estabilizada, hasta que en febrero de 2001 formalizaron por civil en Cañuelas, el lugar en el mundo del polista y donde María aceptó convivir: Fue todo de un día para otro, él lo organizó a su manera. Eramos muy poquitos, quizás me hubiese gustado la fiesta y entrar con el vestido de novia a una iglesia, pero nunca encontrábamos el momento y con el tiempo fui perdiendo esa ilusión. Hoy lo miro a la distancia y estuvo buenísimo, llevábamos seis años de novios y Adolfito siempre quiso vivir juntos y tener hijos”, explica María, en ese entonces conductora de “El Rayo”, uno de los programas que marcaba tendencia en la TV local.

María Vázquez. 

   Los hijos empezaron a llegar con el nacimiento de Mía Cambiaso (19) en noviembre de 2002. Ese fue el punto de quiebre para tomar una decisión que la modelo venía madurando, pero que no era sencilla de asumir. ¿Dejarlo todo por amor? ¿Resignar trabajos y oportunidades en pos de dedicarse a la familia? Ser mujer de uno de los mejores polistas argentinos, después devenido en el mejor del mundo, implicaba muchos viajes y desarraigo.

A diferencia de acompañar a un futbolista o a otros deportistas a ciudades donde se firman contratos por un par de años, en el polo los traslados son cada tres meses, de continente a continente. Una vida nómade por donde se la mire que no daba lugar a muchas opciones:Más que dejarlo todo por amor, fue una elección. Ya siendo mamá decidí que la prioridad era la familia. Hacía los trabajos que podía y con los tiempos que podía, cualquier propuesta me demandaba una continuidad, y era imposible ir y venir teniendo chicos. Las distancias son complicadas y los chicos necesitaban una rutina dentro de la vida desordenada que teníamos. Tuve oportunidades que me hubiese gustado aceptar, pero la familia era lo más importante y había que encararla juntos”.

Mía Cambiaso la primera hija de Adolfo Cambiaso y María Vázquez. 

   Acompañar o no acompañar, ¿Ese era el dilema?

   Yo ya había experimentado esta situación con mis padres, porque mamá lo siguió mucho a papá para formar una familia y fue una gran compañera, gran parte del éxito de mi padre y de todos nosotros en la vida es gracias a ella. Creo en eso, así estoy formada, y si bien desde el ego alguna vez me tocó vagamente esto de que yo iba a “acompañar”, la verdad que hacerlo me dio muchas satisfacciones. Elegí acompañar a mi marido por amor a mi familia. Y se que gran parte del éxíto de lo que tenemos hoy con Adolfito también es mío. 

   ¿Se sintió alguna vez frustrada por lo que debió resignar?

   Todo tuvo un sentido, en algún momento renegué un poco preguntándome cuando me tocaba a mí, pero al tratarse de una elección, nunca hubo frustración. Hice terapia mucho tiempo, y si bien dejé pasar algunas oportunidades, vinieron otras. Nada compitió con mi familia, y gracias a Dios nunca tuvimos necesidades económicas que me condicionaran. Con el tiempo fui aprendiendo a ser una mejor compañera, a domar mis egos o mis necesidades.

María Vázquez y Adolfo Cambiaso. 

   ¿Alguna vez se le pasó por la cabeza dejarlo todo?

   En algunas oportunidades me hubiese quedado cómodo agarrar un bolsito e irme... Pero tenía una familia, un compromiso para con mis hijos y para con la persona que me enamoré y me casé. Así lo sentí siempre, y dio sus frutos.

   ¿Siente que esa actitud suya es correspondida?

   Ese acto de amor y generosidad de parte mía Adolfito no lo da por sentado, lo entendió también de esa manera. Es un tema que hablamos mucho, al principio sos chico y uno cree que en la vida podés subsistir sin el otro, pero a partir de nuestra familia y del crecimiento que logramos como pareja, nos hemos complementado muy bien. Y sabemos que el proyecto va mucho más allá de nosotros dos.

   Al lado de uno de los deportistas más exitosos de la Argentina y del mundo, María priorizó a ese núcleo íntimo que se completó con  las llegadas de “Poroto” (15) y Myla        Cambiaso (11): “Los hijos demandan responsabilidad y mucho compromiso, para mí cada uno de ellos tres fue único. Hay gente que te dice ‘donde se crían tres se crían cuatro’, pero no es nuestro caso. Cada hijo fue un momento específico de la vida, siempre esperé algunos años entre ellos para dedicarles tiempo, y así los viví”. De su lado asegura que ya cerró la fábrica, aunque revela que si fuese por Adolfito hace rato hubiesen tenido otro más: “Le encantan los chicos, es un gran padre, muy presente. Disfruta estar con ellos y eso es muy importante. Y gracias a la clase de deporte que es el polo, donde las oficinas del polista son las caballerizas, podemos compartir mucho tiempo en familia”.

María Vázquez y su familia. 

   A medida que sus tres herederos fueron creciendo, María encontró algunos huecos para focalizar sus inquietudes personales, y canalizó su apego por la televisión y el baile con tres participaciones en “Bailando por un Sueño”, certamen de la que fue finalista en el lejano 2005: “Creo que si volvería a nacer me dedicaría al baile, me conecta con mi misma. Fui la primer modelo que se animó a participar, y en los dos últimos tuve que retirarme porque los tiempos no me daban”. Ahora, el mundo de la moda volvió a tenerla como protagonista desde su lugar de socia de una marca de ropa de lino, Lanhtropy, y de una de joyas, Rokkus, dos emprendimientos que le permiten estar y no estar: “Son marcas que van creciendo y que puedo controlar, tengo socias que son unos aviones y le ponen el cuerpo. Yo influyo en la                 producción y el armado”, precisó.

   ¿Cómo es el Cambiaso que no conocemos?

   Una persona simple, con gran capacidad para reinventarse y que no le teme a los cambios. No ambiciona más de lo que tiene y se maneja en base a su intuición. En lo suyo es un ganador nato, no concibe otra cosa, y con el tiempo se volvió quizás más rutinario. Siempre digo que el musculo más grande que tiene es el cerebro, no se cómo hace para manejar toda la organización que montó y encima segur compitiendo contra chicos de veinte... A nivel pareja nunca fue celoso y siempre me incentivó en todo. Antes de conocerlo yo venía de novios muy celosos, y en ese aspecto con él aprendí a tener un vínculo mucho más sano.

María Vázquez celebra más de dos décadas de amor. 

   —Y usted, ¿Cómo se lleva con los celos?

   Me crié con tres hermanos varones que me celaban, y por eso los celos forman parte de mi vida afectiva. Después me fui curtiendo, y al ser Adolfito tan despojado en ese tema, bajé un montón. El no es una persona que genere inseguridad, con el tiempo fui aprendiendo donde gastar los cartuchos.

   —¿Los cuidados estéticos la desvelan?

   Siempre fui muy esteta a todo nivel, más allá de mi profesión. Gracias a Dios nunca tuve que hacer dietas, hoy me cuido más que nunca sobre todo en la alimentación, hay muchas propuestas alternativas que me llaman la atención. También me gusta entrenar, vivo haciendo actividades como bailar o colgarme de una tela. Y en cuanto a los                                tratamientos, ahora hay muchos no invasivos que son espectaculares. No creo en los extremos, todo en su justa medida. Quien no quisiera ser de más grande lo que es Jane Fonda (83), es impresionante llegar a esa edad tan bien y de manera tan natural.

   —¿Y cómo se imagina el mañana?

   Espero tener con mis hijos la misma relación que hoy mi madre (“Teté”) tiene conmigo y mis hermanos, de mucha unidad, comunicación y confianza. Y con Adolfito que no te extrañe si el día de mañana deja todo, agarra una tabla de surf y se va a vivir al mar como mi suegro... Tendré que ver si yo me veo en ese programa (risas).

María Vázquez. 

 

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