Charlene de Mónaco: cómo es la vida solitaria de la princesa más enigmática de Europa (Instagram)
Realeza

Charlene de Mónaco: cómo es la vida solitaria de la princesa más enigmática de Europa

A sus 47 años, la princesa es foco de atención por el estilo de vida que lleva.

La vida de Charlene Wittstock cambió por completo a sus 33 años, la joven  nacida en Zimbabue y criada en Sudáfrica que era una gran figura deportiva, paso de ser conocida por su desempeño en la natación a ocupar uno de los puestos más importantes en la realeza de Mónaco: ser la princesa. Pero su historia de vida está lejos de ser como la de un cuento de hadas, sino que a partir de su gran exposición tras casarse con el Príncipe Alberto II tuvo diversos problemas personales que la llevaron a tomar decisiones que rompieron el esquema de la realeza. 

La vida de Charlene de Mónaco, entre la incógnita y la exposición pública 

Luego de un largo historial romántico y escándalos al respecto, Príncipe Alberto II encontró en Charlene el amor. Fue en los años 2000 que se vieron por primera vez, y allí habrían comenzado un romance informal, que fue blanqueado en 2006. Desde entonces, se volvieron el foco de atención de los medios por su noviazgo y las especulaciones sobre el avance de su vínculo, esperando que ella sea la próxima princesa.

Y eso ocurrió en 2011, cuando contrajeron matrimonio. Lo cierto es que si bien fue planeada como la boda de la década, los rumores indicaban que previo al momento de dar el sí, Charlene se arrepintió y quiso suspender el evento, pero se trata de rumores ya que finalmente la boda se llevó a cabo. Pero lejos de comenzar una feliz etapa, la mujer debió enfrentar diversos desafíos relacionados a su exposicón y salud mental. 

Un complicado momento llegó para Charlene tras la boda, al tener que equilibrar su personalidad reservada con la mediatización que tiene la familia real. Durante sus  primeros años como princesa, fue normal verla mantener un perfil discreto, enfocándose en causas benéficas desde su cargo real. Pero también tuvo grandes periodos lejos del foco público, por lo que su ausencia desató rumores sobre supuesta mala relación con Alberto. 

Pero esta ausencia se volvió más notoria luego de convertirse en madre en 2014 de  los mellizos Jacques y Gabriella, herederos al trono de Mónaco. Desde ese momento, si bien se muestra cercana a sus hijos, los rumores indican que tuvo periodos lejos de la casa real para enfocarse en su salud mental.  Si bien el Palacio no habló abiertamente de depresión posparto, fue ella quien en diversas entrevistas reveló  que la transición a la maternidad, sumada a sus deberes oficiales, fue un momento complicado emocionalmente para ella.

Sin embargo, ella pone un manto de misterio en lo que respecta a su vida privada. En 2021 sucedió nuevamente, cuando tuvo una larga estadía en Sudáfrica, que generó rumores de separación y de problemas de salud mental. La información oficial indicó que sufrió una grave infección otorrinolaringológica por la que estuvo hospitalizada, pero las especulaciones giraron en torno a que estaba recibiendo ayuda psicológica por agotamiento mental y emocional. 

El hermetismo sobre su vida personal combinado con su porte elegante y misterioso la llevan a ser considerada una de las figuras más enigmáticas de la realeza europea, su vida desde la boda estuvo marcada por un delicado equilibrio entre el deber real y su deseo de preservar espacios de intimidad. En la actualidad, se hace presente a actos oficiales junto a sus hijos, inculcándoles el camino de sus deberes por ser parte de la realeza. 

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