Como estilista y mujer, veo que las canas son uno de los temas que más consultan: cerca del 70% de las mujeres que llegan al estudio lo hacen por esta preocupación. Pero no es solo una cuestión estética o de edad; detrás hay mucho más.
El estrés y las emociones influyen mucho. Muchas personas tienen canas a una edad temprana, y cuando esas canas crecen muy eléctricas, con textura áspera, es señal de que el cuerpo está expresando tensión. He visto clientas a las que les salieron muchas canas durante años difíciles y, al mejorar su situación personal, algunas de esas canas incluso disminuyeron.
Desde lo personal, dejarse las canas es también aceptar el paso del tiempo y el estado emocional. Hay mujeres que las aman y las llevan con orgullo y otras que prefieren cubrirlas y retocar el color cada 10 o 15 días. Esa urgencia muchas veces tiene que ver con sostener una imagen o evitar enfrentar lo que representan las canas: cambio y transformación. Por eso respeto todas las decisiones y acompaño desde la escucha.
He escuchado historias distintas: una clienta me contó que una tía dejó de hablarle por haberse dejado las canas aunque ella siempre se arregla, se viste bien y se maquilla. Por otro lado, muchas han rejuvenecido y ganado confianza al mostrarlas con actitud.
Creo que dejarse las canas no es un acto de rebeldía, sino una forma de naturalidad y autenticidad, y también puede ser un acto de amor propio. La presión social existe y muchas reciben comentarios de familiares o amigas para que se tiñan. Pero también hay quienes son valoradas y respetadas por esa decisión.
Además de la actitud, hay factores prácticos que influyen: la calidad de los productos y cuidados, el maquillaje y el estilo personal. He visto personas que al dejarse las canas se sintieron mal porque no se maquillaban, y creo que eso ayuda mucho para llevar este cambio con seguridad.
Desde el primer corte para dejar que aparezcan las canas naturales, aconsejo no usar tintes ni reflejos para simularlas. Sugiero eliminar la coloración para mostrar el patrón real. A partir de ahí, acompaño con cortes favorecedores, tratamientos y recomiendo cursos de automaquillaje para que se sientan cómodas en su día a día.
Por último, quiero decir que dejarse las canas es un acto de amor propio y libertad. A veces es un proceso que necesita acompañamiento porque puede estar ligado a separaciones, cambios, traumas o simplemente al paso del tiempo. Por eso, sugiero buscar apoyo en terapia psicológica, terapias alternativas o asesoría de imagen para que cada persona transite este camino con confianza y desde el amor.
Dejarse las canas no es solo un cambio estético, es un camino de aceptación y amor propio. Cada cana cuenta una historia, una etapa, un aprendizaje. Animarse a mostrarlas es animarse a ser auténtica, a liberar la presión y a honrar la belleza natural que cada una tiene. Y aunque no es un camino fácil para todas, con apoyo, actitud y cuidados, se transforma en un acto liberador que renueva la confianza y la alegría de mirarse al espejo.





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