La alta sensibilidad es un rasgo neuropsicológico y temperamental de personalidad con el cual se nace y es necesario identificar lo más tempranamente posible para aprender a gestionarlo y tener una mejor calidad de vida.
Dado que poseer un sistema nervioso mucho más sensible y reactivo a todos los estímulos que provienen desde nuestros sentidos puede ser dificultoso de reconocer cuando se es un niño, es importantísima la observación y ayuda de padres, familiares y maestros en la detección temprana del mismo.
Para ello, es necesario conocer las 4 características básicas que deben darse de manera conjunta y que aquí desgloso con algunos ejemplos concretos de lo que puede llegar a darse:
- Procesamiento profundo de la información: el niño es muy observador y reflexivo y puede hacer preguntas muy profundas sobre temas existenciales, como la muerte, el sentido de la vida y preocuparse por cuestiones que no son tan habituales en otros niños de su edad.
- Sensibilidad sensorial: no le agrada la textura de determinados alimentos u olores de la comida, le molestan las etiquetas, se asusta mucho o se despierta ante determinados ruidos.
- Alta emocionalidad y empatía: expresa con mucha intensidad todas sus emociones y se pone muy mal ante las injusticias o el sufrimiento de los animales, amigos o familiares.
- Sobre activación Nerviosa: ante algún reto, critica o situación particular que no puede explicar se pone muy nervioso, parece bloqueado y se estresa fácilmente.
Es muy importante para el niño no recibir descalificaciones ni ser catalogado como quisquilloso o exagerado sino permitirle estar en contacto con eso que le pasa y darle tiempo para que pueda expresar su sentir y ser escuchado con verdadero amor y comprensión. También proveerle de ambientes y momentos tranquilos, no sobre estimulantes y en contacto con la naturaleza.
Paula Leonor Insua
Counselor especializada en Alta Sensibilidad
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