Adolescencia: cuando el adulto desaparece del radar
Por Lic. Mariné Romero
Hay algo que te sacude en la miniserie Adolescencia de Netflix. Más allá de la historia que cuenta, te deja cara a cara con cómo estamos llevando la paternidad y maternidad hoy. En nuestra carrera por darles a nuestros hijos todo lo que a nosotros nos faltó, muchas veces nos olvidamos de lo más importante: realmente mirarlos.
Desde el arranque, la serie instala una imagen fuerte. En el peor momento, cuando la policía entra de golpe, todos en la familia gritan por el papá. Automático. Porque cuando la cosa se pone fea, buscamos a quienes nos dieron la sensación más sólida de protección, sin importar la edad. Es un reflejo. Y esto nos pone sobre la mesa algo clave: la crianza no se trata solo de darles herramientas, sino de ser ese lugar al que siempre pueden volver.
Pero en esa corrida por ser proveedores, a veces dejamos de ser observadores. La adolescencia tiene un mundo paralelo de códigos, de mensajes encriptados que los adultos no leemos, muchas veces porque queremos respetar su privacidad o porque no sabemos cómo meternos sin invadir. Creemos que darles libertad es suficiente, pero en un contexto donde la mayoría de las interacciones pasan por la pantalla, un adulto que no está presente puede convertirse en un adulto que no existe.
Acá entra la neurociencia con algo clave: las neuronas espejo. Son las que nos facilitan la empatía y nos moldean a partir de lo que vemos a nuestro alrededor. No hace falta que vivas algo para que tu cerebro lo registre como experiencia propia. Basta con observarlo.
En la adolescencia, esto significa que los chicos absorben gestos, actitudes y formas de resolver (o no resolver) conflictos de su entorno. Y como en esta etapa los padres ya no son la referencia principal, el contenido que consumen y la gente con la que se rodean tienen un peso enorme. Por eso es fundamental que lleguen a esta edad con un backup emocional sólido.
La adolescencia es un terreno de duelos: despedirse de la infancia, redefinir la identidad, alejarse de la relación que tenían con sus papás. Y en ese proceso, los recuerdos de la crianza quedan como un eco lejano, mientras que el escenario central pasa a ser el grupo de pares. Hoy, más que nunca, ese grupo está en una red virtual. La comunicación cara a cara pierde terreno frente a chats, audios y emojis que reemplazan frases completas.
Y ahí se desdibuja algo esencial: el lenguaje hablado y escuchado, que activa ambos hemisferios cerebrales y nos permite interpretar no solo el qué, sino el cómo.
Y acá está el punto: los adolescentes no nos generan la misma ternura que los más chicos. No es lo mismo un berrinche de un pequeño de cuatro años que la explosión emocional de uno de quince. Con los más chicos, explicamos, contenemos. Con los adolescentes esperamos que ya sepan cómo manejarse y que se autorregulen mejor. Pero no es así. La maduración emocional sigue en proceso y, si nadie los acompaña, muchas veces terminan aislándose o reaccionando impulsivamente.
El bullying, el sentido de pertenencia, la popularidad, la masculinidad que solo permite mostrarse fuerte, la agresividad y la exposición en redes no son temas menores. Son realidades que los atraviesan en silencio. Y si no les damos un espacio seguro, van a intentar resolverlo solos, como puedan. No podemos cambiar el mundo digital en el que crecen, pero sí podemos ser ese lugar de referencia al que sepan que pueden volver sin miedo al juicio.
Porque al final del día, más que darles cosas, lo que realmente puede hacer la diferencia es que sepan, sin dudarlo, que cuando todo se desmorona, cuentan con nosotros.
Reflexión final: la miniserie “Adolescencia” pone en el centro temas sensibles como el bullying, el sentido de pertenencia y la presión social. Nos muestra adolescentes lidiando con un mundo hiperconectado, pero emocionalmente desconectado. La Lic. Mariné Romero enfatiza que, como adultos, debemos ser el puerto seguro al que puedan volver, especialmente en una etapa tan vulnerable como esta. Porque más allá de lo que les demos, lo que realmente marca la diferencia es que sepan que pueden contar con nosotros, sin miedo y sin juicios.
Para más información:
Instagram: @mari.romero.psicologa
WhatsApp de consultas: +54 9 2634399615











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