miércoles 06 de agosto del 2025

EPIGENÉTICA Y CRISTALES: COMO EL ENTORNO MOLDEA LA EXPRESIÓN GENÉTICA

BY MARIANELLA YULIANA CAPORALETTI Galería de fotosGalería de fotos

EPIGENÉTICA Y CRISTALES: COMO EL ENTORNO MOLDEA LA EXPRESIÓN GENÉTICA
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Desde tiempos inmemoriales, los cristales han sido considerados más que simples piedras: guardianes de la Tierra, aliados del alma y transmisores de energía. Civilizaciones antiguas como los egipcios, los mayas o los vedas los utilizaban para sanar, proteger, guiar y expandir la conciencia. Hoy, en pleno siglo XXI, este conocimiento ancestral se redescubre con una nueva mirada, respaldada por avances en disciplinas como la epigenética, la neurociencia y la física cuántica.

Los cristales están regresando a escena no solo como herramientas espirituales, sino también como agentes de bienestar con fundamentos científicos. Su estructura molecular perfecta, su frecuencia constante y su capacidad de resonancia con el cuerpo humano los posicionan como puentes entre lo tangible y lo sutil, entre el pensamiento y la materia.

EL LENGUAJE VIBRACIONAL DEL CRISTAL

Un cristal es una estructura geométrica ordenada que vibra de manera constante. Un cuarzo cristal o transparente vibra en una frecuencia de 32,768 Hz. Esta frecuencia no es casual: es precisa, estable y constante. Cuando a este se le aplica presión y corriente eléctrica crea energía. Esta vibración puede entrar en resonancia con el cuerpo humano que también es energía, movimiento y frecuencia, generando lo que se conoce como un “reajuste vibracional”. Lejos de lo esotérico, este fenómeno tiene base física: somos organismos electromagnéticos, y respondemos a las frecuencias que nos rodean.

Pero, ¿Cómo puede una piedra impactar en nuestra biología? aquí entra en juego una de las ramas más reveladoras de la ciencia moderna: la epigenética...

LOS PENSAMIENTOS Y EL ENTORNO COMO ACTIVADORES GENETICOS

La epigenética estudia cómo el entorno incluyendo nuestras emociones, pensamientos y estilo de vida pueden activar o silenciar genes sin modificar el ADN. En otras palabras, nuestros genes son como interruptores, y lo que vivimos determina cuáles se encienden o se apagan. Por ejemplo, dos gemelos idénticos con el mismo ADN pueden tener destinos biológicos distintos si su entorno emocional y físico difiere. Estrés, ansiedad, relaciones tóxicas o hábitos negativos pueden activar genes relacionados con enfermedades, en cambio, cultivar estados de calma, amor propio y conciencia plena favorece una expresión genética más saludable. En este contexto, el uso consciente de cristales puede aportar al bienestar emocional, creando un entorno interno más coherente y propicio para la salud. No porque un cristal “cure” directamente, sino porque puede actuar como una herramienta sensorial que favorezca estados mentales y relajación profunda, lo cual tiene efectos significativos en la biología.

CRISTALES Y REGULACION DEL ESTRÉS: UNA MIRADA ENDOCRINA

El estrés crónico es uno de los grandes enemigos del equilibrio hormonal. Cuando vivimos en un estado prolongado de alerta, el sistema endocrino se activa de forma desregulada liberando sustancias como:

  • Cortisol: la “hormona del estrés”, que suprime el sistema inmune y daña estructuras cerebrales si se mantiene elevada.
  • Adrenalina y noradrenalina: activan el estado de lucha o huida, elevando la presión y el ritmo cardíaco.
  • ACTH, vasopresina e insulina: también se ven alteradas, afectando el sueño, el metabolismo y el estado de ánimo.

Esta cascada hormonal, mantenida en el tiempo, puede incluso modificar la expresión genética (epigenética), favoreciendo trastornos como ansiedad generalizada, insomnio, fatiga crónica, depresión, alteraciones tiroideas y enfermedades autoinmunes.

Frente a este panorama, la cristaloterapia (uso de cristales sobre determinados puntos energéticos del cuerpo de forma consciente) activa el sistema nervioso parasimpático el encargado de la regeneración y el descanso. Al entrar en un estado de calma, el cuerpo reduce significativamente la secreción de hormonas de estrés, permitiendo que el sistema endocrino vuelva a sus niveles basales de funcionamiento. Además, al trabajar sobre el cuerpo sutil o energético, se facilita una percepción de mayor equilibrio, seguridad y bienestar. En este proceso, los cristales actúan como anclas sensoriales reforzar estados de tranquilidad, ayudando a crear circuitos neuronales más estables y saludables.

Aquí los cristales, por su geometría natural y simetría interna actúan como resonadores, ayudando a organizar los campos vibratorios humanos.

No reemplazan a la medicina ni a la terapia psicológica, pero sí pueden integrarse en un enfoque más holístico, donde la salud se entiende como una sinfonía de cuerpo, mente, emoción y energía.

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