En un mundo que idealiza lo joven y lo inmediato, hablar del abandono en la tercera edad es, más que nunca, un acto de conciencia. ¿Qué nos dice como sociedad el hecho de que quienes cuidaron, sostuvieron y forjaron caminos hoy terminen en soledad, en geriátricos sin amor, o desconectados emocionalmente de sus propias familias?
Honrar a los mayores: una necesidad del alma y del sistema
Desde el enfoque sistémico de las constelaciones familiares, sabemos que cuando un miembro del sistema –especialmente los mayores– es ignorado o excluido, todo el árbol pierde fuerza. El orden natural implica honrar a los que vinieron antes. En lo cotidiano, esto se traduce en presencia, mirada, escucha… y reparación.
Un estudio en Journal of Gerontological Social Work (2020) demostró que la percepción de ser valorado y escuchado tiene un efecto directo en la salud mental, la respuesta inmunológica y la longevidad de los adultos mayores. No se trata solo de asistencia física: el vínculo humano sana.
Demencias: ¿solo deterioro o también mensaje simbólico?
Las demencias neurodegenerativas –como el Alzheimer, la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy o la frontotemporal– están en aumento. Según la OMS, más de 55 millones de personas viven hoy con alguna forma de deterioro cognitivo.
Desde la medicina, se describen como procesos caracterizados por:
- Acumulación de placas beta-amiloides y ovillos de tau.
- Estrés oxidativo e inflamación neuroglial.
- Disminución de neurotransmisores clave como acetilcolina y serotonina.
Sin embargo, desde la biodecodificación y la medicina del alma, también podemos preguntarnos:
¿Qué parte de la historia necesita ser olvidada para sobrevivir?
¿Qué vínculo necesita ser sanado a través del cuidado que hoy recibe?
¿Qué memorias familiares no elaboradas están pidiendo resolución?
Muchas veces, la pérdida de memoria no es solo deterioro: es una forma inconsciente de protección frente a lo insoportable.
Intestino, cerebro y emociones: una tríada inseparable
En los últimos 15 años, descubrimos que el intestino es nuestro segundo cerebro. Se conecta con el sistema nervioso central a través del nervio vago, en lo que llamamos el eje intestino-cerebro.
Este eje regula:
- La producción del 90% de la serotonina corporal, relacionada con el estado de ánimo, el sueño y la memoria.
- La síntesis de oxitocina, hormona clave del apego, la calma y el sentido de pertenencia.
- Los niveles de GABA, que reduce la ansiedad y mejora la plasticidad neuronal.
Estudios en Nature Reviews Neuroscience (2016) y Journal of Alzheimer’s Disease (2022) vinculan el desequilibrio de la microbiota intestinal con inflamación crónica, permeabilidad intestinal (leaky gut) y riesgo aumentado de demencias.
En síntesis: un intestino enfermo puede ser un cerebro en riesgo. Por eso, cuidar la microbiota en adultos mayores es cuidar su memoria, su ánimo y su vitalidad.
Oxitocina, tacto y vínculo familiar: el remedio olvidado
La oxitocina es una hormona que se libera con el contacto físico, la mirada amorosa y los rituales de conexión. En adultos mayores con deterioro cognitivo, los niveles suelen estar reducidos.
Estudios recientes mostraron que:
El contacto afectivo diario (abrazo, caricia, masajes) aumenta los niveles de oxitocina, lo que mejora el vínculo emocional y disminuye la agitación y la ansiedad.
La participación de la familia en actividades recreativas o espirituales ralentiza el deterioro cognitivo y mejora la neuroplasticidad.
Cuidar implica mucho más que higienizar o medicar: implica tocar, mirar, validar y estar presentes.
Biografía, biología y vínculo: una medicina que une
La medicina integrativa no separa el cuerpo del alma. Propone unir lo fisiológico con lo emocional, lo nutricional con lo espiritual, lo médico con lo humano.
En la tercera edad, esta mirada es fundamental. No alcanza con diagnosticar. Hay que escuchar la historia, acompañar los duelos no hechos y preguntar desde el alma:
¿Qué parte de tu historia no fue contada?
¿Qué heridas no tuvieron espacio para doler?
¿A quién seguís esperando?
Sanar el abandono es sanar el futuro
Cuidar a nuestros ancianos no es solo un gesto ético o profesional: es un acto evolutivo y sistémico. Cuando ellos son mirados, todo el sistema se ordena.
Necesitamos una sociedad que abrace la sabiduría de la experiencia, que no descarte a quienes abrieron caminos, que sepa que en cada arruga hay una historia que merece ser honrada.
Porque en sus ojos aún habita la chispa que nos dio vida.
Y en sus manos, las huellas del amor que hoy nos sostiene.
Ig Dra.Lorena.Aquino
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