Un “casi algo” es una relación sin etiquetas, pero a veces también sin responsabilidad afectiva. Como no hay etiquetas, no sabemos qué esperar del otro, cuáles son los límites y qué se le puede exigir a esa persona.
Cuando acaban suelen doler más ya que al no haber tenido la experiencia de cómo sería, nos hace fantasear y esa fantasía, tras una ruptura, supone imaginarse la relación de forma perfecta.
Es importante distinguir que existen diversos tipos de atracción que podemos sentir hacia alguien, entre ellos la amistosa, la romántica, la sexual y la intelectual. Podemos percibir a una persona como muy bella, pero eso no implica que queramos tener algo sexual o romántico con ella, por ejemplo. Podemos sentir varios tipos de atracción hacia una misma persona y también las mismas pueden ir variando a lo largo del tiempo en una misma relación. Por eso es indispensable ser consciente de lo que estamos sintiendo y responsabilizarnos al respecto.
Además de no saber identificar lo que sentimos hacia el otro, muchas veces los que se interponen son los miedos, como el famoso temor al compromiso, a que si nos mostramos vulnerables el otro diga que no. Por lo que buscamos ahorrarnos un malestar que inevitablemente va a llegar cuando tenga que hacerlo, haciendo que el dolor se haga más crónico y más agudo con el tiempo.
Lo mejor es permitirnos ser vulnerables, escuchar cuáles son nuestros deseos, cuáles nuestras necesidades, cuáles nuestros límites y aprender a comunicarlo. Porque quizá de un lado no hay intenciones de establecer algo más definido, pero del nuestro sí y solo nos quedamos por “no perder” al otro, renunciando lo que verdaderamente buscamos y ahí la pérdida es otra, mucho peor porque de alguna manera renunciamos a nosotros mismos.
Sucede que estas relaciones se vuelven un tanto adictivas ya que activan mecanismos cerebrales como el circuito de recompensa que básicamente hace que constantemente estemos esperando un premio que puede llegar o no y eso produce una necesidad por quedarnos a ver qué pasa, como sucede con los juegos de casino, produciendo una incertidumbre que termina por convertirse en pura ansiedad.
Lo contrario a los casi algo no son los matrimonios, sino ser “algo” y definir qué algo quieren ser, ser claros. Las relaciones son lo que hacemos con ellas, no hay fórmulas mágicas ni recetarios para transitarlas.
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