Galería de fotos
Durante años se nos enseñó a poner el cuerpo, el tiempo y el alma al servicio de los demás. A ser fuertes, a “aguantar”. A sostenerlo todo: el trabajo, los hijos, la casa, la vida.
Y en ese intento constante, muchas veces nos dejamos a un lado. Nos olvidamos de nosotras. De lo que sentimos, de lo que deseamos. Hasta que un día, lo que dolía en silencio empieza a gritar.
Separarse, para muchas mujeres, no solo implica dejar atrás una relación. Es también un punto de inflexión. Un antes y un después. La pregunta deja de ser: “¿Qué hago ahora?” para convertirse en algo mucho más profundo: “¿Quién soy ahora?”.
Y en esa pregunta nace una oportunidad inmensa: la de empezar a elegirse.
Sanar no es una urgencia. Es una elección.
Y como todo lo valioso, requiere tiempo, dedicación y presencia.
Invertimos en cremas, en ropa, en viajes. ¿Por qué no hacerlo también en nuestro bienestar emocional?
¿Acaso no lo merecés?
Sanar no es un lujo porque es caro.
Es un lujo porque implica priorizarte.
Es mirarte con profundidad, dejar de poner parches y darte permiso para sentir. Es regalarte el espacio para llorar lo no llorado, cerrar lo pendiente y volver a vos, con la dignidad de quien se reconstruye desde el alma.
Y sí, claro que se puede.
Se puede soltando mandatos, reescribiendo creencias, redescubriendo tus valores.
Poniendo en palabras tu historia y visualizando una versión de vos más libre, más consciente, más presente.
Trabajo con mujeres que están en esa etapa. Mujeres que decidieron dejar de sobrevivir para empezar a vivir con propósito. Que ya no buscan afuera lo que solo pueden encontrar dentro.
Y no, no están rotas.
Están en plena transformación.
Y eso, también, es un acto de lujo.
Si sentiste que estas palabras son para vos, te invito a escribirme por mensaje directo en mi Instagram: @mujeresenreparacion.
No ofrezco fórmulas mágicas.
Ofrezco un espacio íntimo, amoroso y poderoso para que vuelvas a vos.
