El testimonio de Laura Palermo, la mujer de Marcelo Longobardi, es revelador y pedagógico para cualquier amante del ciclismo (de recreación y deportivo). Tras el accidente que le provocó una contusión cerebral y amnesia, afirmó: “Destaco la importancia del casco y la pulsera identificatoria. El casco me salvó la vida, sin duda. Con solo ver en el estado en que quedó; eso, sino hubiese sido mi hueso. Y la pulsera decía mi nombre; mi Factor de Sangre; y un teléfono de emergencia que es el de una amiga que vive en Miami, porque no puedo dar el de Marcelo ya que cuando está en la radio no puede contestar. Y después agregué en la pulsera: ‘Cuiden mi bici’. Y así fue, porque me desperté en el sanatorio con mi bicicleta al lado. Para un ciclista, cuando te despertás de ‘una piña’, lo primero es saber en el estado que quedó la bici (Risas)”, comentó.
—¿Quién estaba a su lado cuando “despertó”?
—Cuando realmente tuve la mente más clara, el que estaba junto a mí era Marcelo. El estuvo todo el día conmigo, solo que lo registré recién a las 8 o 9 de la noche. Como 12 horas después del accidente. El se daba cuenta de que yo hacía cualquier cosa, porque me veía usando el celular y hasta hablaba con él. Me cuenta que le pregunté veinte veces qué hora era. El me mostraba la remera que tenía, cómo había quedado: estaba toda rota. Y yo le preguntaba porqué se había roto así. Y después me mostró el casco, cómo quedó. Es un muy buen casco, y está todo roto y abollado.
—Sus hijas (las mellizas Clara y Delfina, de 16 años) y Marcelo, ¿cómo se enteraron?
—Las chicas estaban en el colegio y se enteraron porque… (Piensa, busca en su memoria). ¡No lo sé! No tengo idea, no me acuerdo. Como el accidente fue en un circuito de ciclistas, a Marcelo lo llamó uno que tenía acento español, antes de que llegara el Rescue (el 911), que acá funciona de maravillas. Parece que ese ciclista se me acercó y me preguntó si podía desbloquear mi celular. Y yo puse el código y le dije que se comunicara con mi marido (ya la habían llamado a mi amiga porque su número estaba en la pulsera). De eso no me acuerdo nada, pero dicen que lo hice. Qué raro, cómo funciona la mente.
—¿Y a qué otra conclusión llegó tras el accidente?
—Pensé en lo que son las pasiones, porque hay amigas que me dijeron que me dejara de joder con la bici. Y no entienden que nada te saca de lo que realmente te gusta. Hablo con otros ciclistas y me piden que me reponga así volvemos a vernos en un entrenamiento. Lo antes posible me subo de nuevo a la bici, sin duda. Es muy bueno tener una gran pasión en tu vida, porque te da fortaleza para sobreponerte al miedo que tuve. Yo no sabía si tenía un coágulo en la cabeza y me tenían que operar. Imaginate: mi mamá tuvo cinco operaciones de cabeza, tenía un tumor. Un poco me quedó ese trauma. Era mi Talón de Aquiles. Entrar al resonador magnético era acordarme de mi mamá, que finalmente falleció por ese cáncer. Y cuando salió todo bien, ya está, y encima me desperté y vi la bici en buenas condiciones. Fue una alegría.
—Además sus hijas la mimaron y la cuidaron todo el tiempo...
—Sí, Clara y Delfina, y también estaba “Popi”, Josefina (14), la hija más chica de Marcelo. Entre las tres se encargaron de todo, hasta de cuidar a la perrita (una Maltés llamada Cala), del delivery, de irse igual al colegio, porque yo no podía dar ni una sola indicación.
—¿Cuál es el mensaje que desea dar a partir de lo que le pasó?
—Destacó la importancia de usar un buen casco y además que esté bien ajustado. Porque hay gente que lo lleva flojo, y con un golpe se te mueve, se gira. Y tiene que ser del tamaño adecuado. Un buen casco es indispensable. Nadie está exento a caerse. Yo estaba haciendo un regenerativo, iba sola, despacio, tranquila. La idea era hacer más kilómetros, aproximadamente 70, a 38 km por hora. Y el Garmín me dice que el accidente se produjo tras hacer 26 km. Si no hubiera tenido el casco, estaría con el cráneo roto. Mi vida sigue, y sigue en dos ruedas.
Agradecimientos: Fotos Alex Beker. @alexbekerphoto. @portraitsbyalexbeker.