De regreso de otra de sus acostumbradas estadías en Miami, Martín Baclini (37) explica por qué esa ciudad terminó convirtiéndose en el lugar donde vive unos tres meses al año. “Tengo mi departamento en Brickell. Antes tenía algunos negocios inmobiliarios, pero fui vendiéndolos porque decidí invertir en mi país y agrandar el shoping que tengo en Argentina”, asegura el empresario rosarino.
“Acá hay muchos centros de control gratuito. En 5 minutos te testean por saliva y a los 40 te dan el resultado por mail. Me hacía ese control cada 48 horas con mis amigos para estar tranquilo. Me criticaron porque subí fotos a mi Instagram en un barco en el que estuve parando, pero era algo que se podía hacer. No rompí ninguna cuarentena”, agrega Baclini, a quien también se lo vio lucir allí el gigantesto tatuaje que cubre toda su espalda, un diseño inspirado en la obra de Miguel Ángel, con un David y detalles arquitectónicos que impactan.
“Nunca pensé en hacerme tatuajes hasta que quise tener un resumen de mi vida en mi brazo izquierdo. Por eso elegí la Estatua de la Libertad, por el significado de la independencia, un águila, porque estoy llegando a los cuarenta y ese es el momento en que el águila debe reciclar su vida, el ojo de mi papá, una brújula para estar siempre orientado y con los pies sobre la tierra, el sonido del Om, porque practico meditación, y también un hombre caminando solito. Eso es lo que sentí y viví en estos 37 años”, dice Baclini sobre esos primeros diseños.
“Y me gustó tanto el trabajo de mi tatuador, @ezequiel_viapiano, que es rosarino y nos representa en el mundo, que después seguí por las piernas, el otro brazo y la espalda. Tuve en total 22 sesiones de 8 horas en todo el cuerpo”, detalla el empresario. “Los tatuajes son mi inspiración, mi forma de sentir la vida. Reflejan la libertad con la que vivo y por eso también tengo un tigre, al igual que un templo tibetano. Desde muy chico que mi padre me enseñó a meditar y me hizo ver la vida interior. Porque eso se refleja en lo que es uno es y da y yo trato de ser equitativo, de no criticar, ni pelar. Ese es el perfil que intento tener: dar amor y un mensaje lindo”, afirma.
“Todos los días, como mínimo media hora, trato de quedarme en silencio para contemplar lo que sucede; mis pensamientos, que van y vienen, y tener ese silencio que necesito. Creo que eso explica mi soledad y esa forma particular de ver la vida, que me lleva a tomar deciciones y no estar en pareja. Estoy acostumbrado a vivir solo y me gusta. En mi última relación, con Cinthia (Fernández), hubo mucha verdad: desde el minuto uno yo le dije quién era, cómo vivía, y eso me llevó a momentos hermosos y otros dolorosos”, reconoce Martín.
Sobre las críticas que a veces recibe de su ex, admite: “La nuestra es una historia tragicómica. Estamos separados hace mucho, pero me llama y reta como si siguiéramos juntos. Cinthia fue una gran mujer, la más importante de mi vida, y yo también fui importante en su vida. Conocí el amor en su totalidad con ella, con sus hijas y en su casa. Pero siempre le dije que en mi vida no tenía proyectado tener hijos y familia. Aunque después me enamoré de sus hijas, a quienes amo profundamente. Ellas saben que si yo estoy, nunca en sus vidas le va a faltar nada. Y si no estoy, hasta mis padres saben que tienen que estar presentes en la vida de Cinthia. Es algo que Cinthia sabe desde marzo del año pasado, aunque es la primera vez que lo hago público. Me encantaría enamorarme y tener a una gran mujer al lado, por así fue como me crié. Lo que pasa es que soy un loco que siempre quiere estar arriba de la ola y sentir ese vibrar constante y esa adrenalida de enamoramiento y a veces no se puede. A los dos años de pareja hago agua. Entiendo que es algo que tengo que trabajar”.
Y, a corazón abierto, continúa: “He vivido cosas difíciles en mi vida, también tuve pérdidas que nunca conté. La más importante fue Enriquito. Él nació con problemas y murió antes de que yo llegara y por eso mi vieja siempre me lo nombraba como ¨nuestro ángel¨. Mi mamá es una luchadora. Otra perdida fue mi prima hermana, que murió a los 15. No tuve tampoco una niñez normal, porque desde los 12 años que me dediqué al trabajo. No viajé, no hice nada, recién ahora estoy viviendo. Mi primer laburo fue en limpieza. Mi viejo me dio el mameluco y las botas. Vengo de muy abajo y de una familia muy humilde; papá era vendedor ambulante”.
Tras su paso por el “Cantando 2020”, Baclini tomó una decisión respeto a su incursión y futuro en los medios: “Me gustó pero siempre hice las cosas con profesionalismo. Siento que si quiero estar en el medio, tengo que estudiar y enfocarme, no estar solamente porque soy mediático. En marzo empiezo a estudiar teatro. Me esta ayudando Pablo ¨Chato¨ Prada, un amigo que me dio el medio. Nos queremos mucho. Mi idea a futuro hacer una obra de teatro o una serie, no volvería a hacer algo desde cero. Lo bueno es que con el ¨Cantando¨ la gente me conoció tal cual soy. Y nunca me pasó el tener tanta aceptación y recibir tanto amor en la calle. Eso es algo muy lindo. Soy una agradecido de la gente.”