Una mujer imponente, con llamativas curvas, jeans ajustados, camisa negra, campera Versace atada en la cintura, bucaneras también negras pero bajas y bolso rojo camina por una de las estrechas callecitas de la coqueta zona de Villa La Ñata, en Dique Luján. En Tigre, el cálido y soleado mediodía del domingo 13 de junio se reflejó en la orilla del río con parejas de enamorados, familias y deportistas que pedalean por las sendas adoquinadas. La mujer no pasa inadvertida. Su figura, su rostro, su andar y su voz hacen que todos giren su cabeza al verla pasar.
Pero la sorpresa de los involuntarios testigos no sólo se queda en ella, sino que también murmuran en lo alto que su compañero en ese primaveral día les es familiar. A ellos parece no importarles nada. Se mueven ajenos a las curiosas miradas y a los comentarios a su paso. Y, aunque no les resulta fácil caminar entre la gente que rápidamente los reconoce, los saluda con cariño y se acerca a pedirles una selfie, responden con simpatía.
Desde que bajaron del auto y se abren paso por las calles Las Heras y Mitre hasta tener que esperar una mesa en la parrilla El Bagual, hablan con todos y se nota, bajo el obligatorio tapabocas, que sonríen. Comparten secretos y se muestran como una pareja feliz. Alto, canoso, con grandes bigotes, de cancheros jeans y campera de plumas se revela al ubicarse más relajado. En el lugar todos lo saludan como un habitué y él, con caballerosidad, acomoda la silla de su compañera.
Moria Casán se ve relajada, como pocas veces puede hacerlo. Despojada de su aura protectora, de su impronta de actriz y aquella burbuja de diva a la que tanto le huye. Y su compañero la mira sin cansarse. La observa con admiración. Fernando “Pato” Galmarini conoce de ese asedio que da la popularidad. Esa que se ganó como un histórico dirigente peronista que fue Secretario de Deportes del gobierno de Carlos Menem entre los años ´89 y ´93. El mismo que formó parte de la creación del Frente Renovador y que por entonces estaba casado con Marcela Durrieu (70) –y que “están divorciados hace como mil años pero se llevan genial”, cuentan los amigos- con quien tuvo tres hijos, Malena (46), Sebastián (42) y Martín (39) que se sumaron a Bernardita y a Socorro. O sea, 5 hijos y 11 nietos. Pero fue su hija Malena quien se casó con Sergio Massa (49), y lo hizo abuelo de Milagros (17) y Tomás (15).
O sea el mismísimo suegro del presidente de la Cámara de Diputados que hoy tiene 79 años y que jamás dejó de agitar sus banderas políticas. Desde que llegaron, casi a las tres de la tarde, la mesa que se convirtió en el objetivo del resto de los comensales fue testigo de interminables charlas entre la pareja. Muy distendidos a pesar de todo, Moria comió carne asada y Galmarini, pastas. Luego ella tomó un té y hubo más risas hasta cerca de las 17, cuando se levantaron y caminaron nuevamente por las angostas callecitas hasta donde habían dejado el auto de él.
“Estoy muy preparada para esta nueva era. ¡Me siento la virgen de la nueva era! Todo lo nuevo tiene que ver con una absoluta renovación y creatividad. Con ser cada vez más genuinos. Todos me dicen que me ven mejor que antes. Y el secreto es quererme. ¡Eso es esta nueva era después de la tercera guerra mundial desatada por una bacteria! El planeta nos está diciendo que no nos necesita y que no somos nada al lado del Universo. Y nosotros sí necesitamos al planeta y no le dimos bolilla a los muchos avisos que nos mandó para que nos dejemos de molestar con cosas menores… Yo soy una médium psíquica; trasciendo mi psiquis. Siempre sentí que tenía algo especial espiritualmente. Y, además, adivinaba cosas que iban a pasar. Sé que todo lo que viene de aquí en más es muy bueno… La pandemia me dio paso a esta nueva era…”, decía Moria Casán en una charla exclusiva con CARAS los últimos días de septiembre de 2020.
Como siempre lo hizo, le presentó batalla a un cambio total de vida que encerró y deprimió a otros. Lejos de eso, redobló su apuesta y determinó un nuevo comienzo de vida. Quizás, como una pitonisa que adivina el futuro, se predijo para su propia vida, una poción de aquello que no abunda y que durante tanto tiempo se negó que entrara en su mundo. “Yo sólo me ocupo de mi misma. Me gusta combatir y romper reglas pero no pertenezco a ninguna manada, a ningún orden establecido. Soy proveedora afectiva; una “dealer” afectiva. Pero no me enamoré nunca, sí me apasioné y demasiado. Me cuesta mucho amar porque estoy muy enamorada de mí misma. Y el amor requiere de algo que no tenga fisuras. No es que tengo algo idílico con el amor que sea platónico o perfecto, que venga de un príncipe azul o de un médico… Nada de eso. No tengo arquetipo ni prototipo de nada…”, aseguraba casi nueve meses atrás.
Pero parece que algunas cosas han cambiado y que esta nueva era le trajo una vida con un hombre tan terrenal como ella. Según cuentan quienes compartieron algún corto momento con ellos, Moria y “Pato” se ven unidos por la pasión y por las charlas políticas. Quizás aquella vieja anécdota del tío de Moria que fue guardaespaldas de Perón o de la tía que estuvo al frente de la Fundación Evita, los haya unido en interminables conversaciones. Dicen los vecinos de Leloir que el auto de Galmarini suele llegar algunos días en los que cae el sol y permanece hasta la madrugada. Y ya nadie se sorprende cuando la pasa a buscar para compartir un café por la zona o alguna caminata por las tranquilas calles de la reserva natural en la que ella se refugia.
Hoy Moria Casán sonríe con sus ojos brillantes cuando se le menciona el nombre del político. Y cuenta que lo conoció hace 30 años cuando lo invitó a su programa “A la cama con Moria”. Pero que después no lo volvió a ver. Que recién hace un par de años tomaron un café cuando él la invitó a participar de una movida de deportes y cultura. “¡Tengo un crush con mi profe de historia del peronismo!”, exclama cuando la pregunta se vuelve a repetir ante la “innegable prueba del delito”. “¡El ha sido mi profesor virtual de historia! Y lo digo de verdad porque un día me llamó por teléfono y me empezó a mandar data de la historia del peronismo. Tema que a mí me interesa muchísimo”, asegura como para que no queden dudas de su presente feliz y ya nada virtual. “Lo único que quiero decir es que estoy muy bien. En un momento de mi vida que es sólo para el disfrute”, concluye una mujer tan apasionada que se predijo una nueva y buena vida que ya comenzó a disfrutar.