Dice que su beba heredó su mirada y los ojos azules de sus abuelos maternos. También, que su llegada trajo vida en el momento más doloroso y difícil, tras la pérdida de su mamá. “La maternidad me sorprendió para bien. Es entrega y dejar de pensar en uno mismo”, confiesa Sofía Zámolo (38) sobre sus días junto a California, la nena que tuvo con su esposo, el empresario José Félix Uriburu (41), y nació el 29 de octubre de 2020.
“Cali es parecida y tiene cosas de los dos, aunque me dicen que sacó mi nariz. Ya está en la etapa en que gatea. Camina una poco, siempre agarrada de la baranda de su corralito, donde juega bastante, pero de a poquito se va soltando. Nos tiene locos de amor”, asegura la modelo, quien debió afrontar una cesárea de urgencia.
“La noche anterior a tenerla salí a caminar. Hice los deberes porque tenía fecha para el 30 de octubre y la panza bastante arriba. En la madrugada empecé a sentir un dolorcito y puntaditas. Dije, ¨bueno, es normal en los últimos días¨. Y aunque las puntadas iban siendo un poco más fuertes, nunca me imaginé que al otro día iba a estar teniendo a mi hija. Me dormí. Al otro día las contracciones ya eran más fuertes. Después de almorzar sentí un ruido en la panza. Llamé a la partera y le conté que tenía un líquido que me corría por la pierna. Me preguntó de qué color era el líquido. Verdoso, le dije y se preocupó. Tuve que ir al Sanatorio Otamendi de inmediato. Al llegar me hicieron tacto. No había dilatado y en el monitoreo notaron que la beba estaba muy agitada, porque venía de hacer trabajo de parto desde la noche anterior. La tuvieron que sacar de urgencia”, detalla Sofía.
“A los 40 minutos estaba con la mi hija en brazos. Lo que pasó es que había roto bolsa y había líquido amniótico mezclado con líquido meconial, que sale cuando el bebé se empieza a estresar. Cuando me lo dijeron casi me infarto. La realidad es que no la pasé bien con la cesárea. Me preocupé muchísimo. Pero por suerte salió todo bien, aunque nunca sentí un dolor más grande. Para mí es una bendición que mi beba haya nacido sana”, agrega.
Con los sentimientos a flor de piel, Sofía se siente hoy mucho más empática con los problemas y vivencias de padres e hijos. “Todo es potenciado, cada sentimiento, cada preocupación. Me encanta oler a mi beba, es como si fuera algo animal tener un hijo. Me siento como una mamá leona con su cachorro. Y todo lo que tiene que ver con niños y su salud me afecta. Por eso me involucré mucho en causas de niños que están atravesando algún tipo de cáncer o sufren de atrofia muscular espinal. También en el acompañamiento de sus padres y familias con las necesidades que tienen y sus luchas. Siempre me gustó ayudar y lo hice…hay un montón que uno hace sin necesidad de darlo a conocer. Pero me siento más comprometida. Y si puedo sumar con mi aporte, ya sea para juntar fondos, contactar a una familia con el ministerio de salud o darles visibilidad con sus problemas, lo voy a hacer”, remarca Zámolo.
“Es que siempre tuve el mejor ejemplo: mi mamá”, admite Sofía, quien perdió a su madre, María Cristina, en febrero de este año, tras batallar contra un cáncer de páncreas. “Ella fue la persona más generosa que conocí en mi vida. Nos dejó ese legado: ser buena persona. Estando enferma y todo siempre pensaba en nosotros y en su peor momento me decía que la ropa que no le quede más a Cali la tenía que donar, porque se venía el frío y había chiquitos que la iban a necesitar”, afirma. “También me pasó que, al enfermarse ella, me puse a leer y a estudiar mucho sobre salud, cáncer y sobre cómo la alimentación tiene que ver un ciento por ciento con la enfermedad. Uno es lo que come”, reconoce sobre los temas que comenzó a investigar a fondo.
La muerte de la mamá de Sofía Zámolo y cómo su hija la ayudó a seguir
“Lo de mamá fue y es terrible para mí y mis hermanos. Mi mamá era todo: una madre muy presente, nuestro pilar. Ella, además, había tenido una vida muy dura. Perdió a su mamá a los nueve años, cuando la atropelló un tren y a mi hermano Fede, de 16 años, en un accidente de moto. Y así y todo salió adelante y siempre fue positiva. Nunca la vi deprimida o en estado de victimización, sino siempre con una sonrisa. Hoy siento que una parte de mí se fue con ella. No sé qué hubiese sido de mí sin mi hija. Cali me da la fuerza para seguir adelante”, reflexiona Sofía con incontenible emoción.
“Cuando mamá ya estaba postrada, iba a visitarla y me quedaba horas. Me decía “déjame a la beba un ratito acá” y dormían juntas la siesta. Cali llegaba y se quedaba dormida automáticamente en los brazos de su abuela. Estoy súper agradecida porque por lo menos la conoció, pero también me mata de la pena porque ella toda la vida quiso tener nietos. Hoy la veo a Cali que sonríe, que hace payasadas, porque es súper simpática y sociable, y entonces se vuelve muy duro. Lloro todos los días, porque la extraño. Y a veces la gente se olvida que estás viviendo el duelo de tu mamá. Ya había perdido a mi papá de cáncer de hígado y ahora, perder a mi mamá es muy doloroso”, dice la modelo sobre las pérdidas que la marcaron.
“Dicen que el cáncer de hígado está relacionado como los enojos y el no poder perdonarse. Y mi papá le había regalado la moto a mi hermano, con la que tuvo su accidente. Cuando empecé a hacer biodescodificación y a tratar un montón de cosas haciendo como una sanación espiritual, entendí que todo tiene un origen. Tal vez lo que le pasó a él es que no se pudo perdonar a sí mismo”, continúa Zámolo.
“Mamá no tuvo el cáncer de páncreas más conocido, sino un tipo de tumor que no era tan agresivo. El problema es que le hizo metástasis en el hígado. Estudié un montón y lo que entendí es para el cáncer de páncreas no es efectiva la quimio, para otros sí. Por eso cuando le daban quimio, yo me enojaba. Era más lo que la perjudicaba que los beneficios. Así fue como me acerqué a médicos oncólogos holísticos, que se dedican a la nutrición, con miles de casos de cánceres que exitosamente salieron adelante. De hecho, le recomendé un médico a una amiga, que fue a verlo apenas se enteró del diagnóstico de su madre, en febrero de este año. El panorama era terrible, pero empezó el tratamiento con este médico y cambió la alimentación al ciento por ciento. Mi amiga le empezó a cocinar a la mamá luego de que le hicieran un plan de alimentación. Hace tres semanas la abrieron para operarla y no tenía más cáncer. Los médicos no podían creer lo que estaban viendo. No digo que todos los casos se curan, pero puede haber cura si uno hace todo a rajatabla y se cuida. El tema es que yo iba a los médicos, les decía que le estaba haciendo a mamá una dieta orgánica y me decían: ¨Bueno, está de moda¨. No, uno es lo que come.”, sostiene la modelo sobre otro de los temas con el que se involucró mucho.
“Mi prima tuvo cáncer de mama y lo primero que hizo fue cambiar su dieta, lo que le permitió sobrellevar mejor la quimio. Entonces yo ahora, porque me llegan muchas consultas por día, las derivo a los médicos holísticos. El cuerpo necesita fortalecer la parte inmunológica que se daña con la quimioterapia, que es lo que no nos cuentan”, enfatiza Sofía.
La vida hoy junto a California. “Cuando miro alrededor de mi casa veo a mi mamá en todo: en la bandeja que me pintó, en la manta que le tejió a mi hija, porque ella se sentía mal pero no paraba de tejer…tenía miedo que no le dé el tiempo para hacerle eso a su nieta. Ella está en todas las canciones que le canto a mi hija para dormir y en el día a día en mi vida. Hoy pienso: ¨Esto es lo que sentía mi mamá por mí¨ y ¡la entiendo tanto! ¨Si te juzgué, te pido perdón¨, le digo. Cali vino a darme fuerza y a darnos vida. Me gustaría tener más hijos, porque crecí junto a mis hermanos. Ojalá Dios me dé esa bendición”, se sincera la modelo, quien continua terapia con su psicóloga de maños, María, y también cuenta con la ayuda de su amiga Lali, una coach espiritual y de sanación, además de estar muy contenida por su esposo.
Y sobre la personalidad que va descubriendo en su hijita, devela: “Cali es súper atenta, muy chusma, mira e inspecciona todo. ¨ ¿Cómo hace el pajarito? ¨, le pregunto. ¨Pii pii¨, me dice, lo mismo con el rugido del león. Es divertida, dulce y juega todo el día con mi pelo, porque es su apego. Traté de que tenga otro, le daba un muñequito, una mantita, pero no hubo caso. Es mi pelo. Me parece tan lindo y tierno. Cali es pura luz”.
Respecto a las rutinas que mantiene con su niña, Sofía confiesa que no es una mamá que haga colecho. “Ella dormía en mi cuarto y en una cuna de colecho, pero no usamos como tal. Y a los seis meses ya la pasé a su cuarto. Se adaptó bien, pero creo que porque nunca la hice dormir en mi cama. Igual me encanta tenerla y que se duerma conmigo, bien pegadita a mí, pero intuyo que le gusta dormir más suelta. Y con respecto a la lactancia, la verdad es que disfruto mucho de ese momento y de esa conexión. Es una de las cosas más mágicas”, admite la modelo, quien hoy regresó a las campañas gráficas y analiza propuestas de TV.
Zámolo también reconoce que durante la cuarentena se hizo un grupo de amigas, integrado por las embarazadas que conoció en los cursos de preparto. “Somos como 20 mujeres. Hoy algunas seguimos juntándonos ya con los bebés, siempre respetando el distanciamiento y todo, porque compartimos algo muy fuerte. La maternidad te atraviesa. Fue nuestra tribu y sostén. Yo, además, estaba preparándome para despedir a mi mamá a la vez que lo hacía para ser mamá por primera vez. O sea, me preparé para lo más lindo y lo más duro a la vez. Acababa de tener a mi bebita y la veía a mi mamá y sabía que tenía que disfrutar el tiempo que me quedaba con ella. La gente te dice: ¨Bueno…llegó tu hija¨, pero a mí me pasaba eso. Mamá fue la persona más importante de mi vida hasta que llegó Cali, a quien además me costó mucho concebir, luego de esa búsqueda que tardó tanto. Nunca me imaginé la vida sin ella. Y me desconcertó el final, porque sentía que mi mamá merecía más vida. El último día la rodeamos con mis hermanos y con Charly, mi papá del corazón. La abrazamos y nos dimos las manos entre todos. También rezamos y le cantamos”, asegura Sofía sobre la despedida más difícil.
Y, en sentido homenaje a su madre, concluye: “Tuve a una mamá excepcional que nunca se tiró a llorar y me enseñó a salir adelante. Y es por eso que siento que tengo que ser la mujer más fuerte para mi hija”.