Desde que se enamoró perdidamente y se casó con su ex profesora de Literatura, 25 años mayor que él, Emmanuel Macron (42) supo que su vida junto a Brigitte Marie-Claude Trogneaux (67) no sería fácil. Pero estuvo dispuesto a desafiar al destino y escribir una historia diferente. Ya que, según se quejó, la sociedad acepta sin críticas cuando el hombre es quien le lleva varios años a la mujer. En cambio cuando ella supera por algunas décadas a su marido, se convierte inmediatamente en blanco de todos los juicios. Lejos de aquellos dedos que los señalaban poniendo en duda su amor, la pareja tuvo su emotiva boda el 20 de octubre de 2007 y se relajó a disfrutar de la nueva vida de hogar.
Pero desde que el 14 de mayo de 2017 Macron asumió la presidencia de Francia y se mudaron al Palacio del Eliseo, sus costumbres se vieron obligadas a cambiar. Aunque la diferencia de edad hasta ahora no había sido motivo de discusiones o distanciamiento hasta ahora. La pandemia del COVID 19 que ataca al mundo entero logró lo que ningún detractor había conseguido hasta hoy. Separarlos. Ninguno de los dos pudo entonces siquiera imaginar que una enfermedad como el Coronavirus arrasaría el mundo y sería un enemigo letal, sobre todo para las personas mayores.
Cifras como los 120 contagiados, 20 mil muertos y más de 30 mil internados enlutó a Francia y llenó de temor a todos sus habitantes. Fue entonces cuando los especialistas ordenaron “aislamiento total” a todas las personas que superen los 60 años ya que sus vidas correrían serio peligro. Cuentan en el Eliseo que Brigitte lloró y pataleó ante la recomendación sanitaria que llevó, incluso, la venia de su propio marido. Ella se había declarado dispuesta a pelearla a su lado. A acompañarlo, como lo hace siempre, y codo a codo poder seguir trabajando junto a los franceses. “La crisis sanitaria todavía no ha sido superada. Estamos en una guerra sanitaria”, repitió el premier en respuesta a los estudios que revelaron que la población no está inmunizada y que apenas entre 2 y 6 millones de los más de 60 millones de habitantes que han estado en contacto con el virus.
“La prevención va a ser determinante en la forma en la que vamos a vivir tras el confinamiento”, agregó mientras secaba las lágrimas de Brigitte. Aunque al mismo tiempo debía abandonarle en su obligado encierro para “ponerse al hombro” la campaña contra el COVID 19.
El 13 de abril la primera dama de Francia celebró sus 67 pero no hubo torta y mucho menos velitas para soplar. Tampoco hubo besos apasionados ni los amorosos de sus hijos. Otra de las grandes preocupaciones de Brigitte. Ya que sus herederas, Laurence Auzière es cardióloga, Tiphaine Auzière es abogada pero está casada con un médico y su hijo Sèbastian es un activo empresario del mercado sanitario. Todos están en directo o indirecto contacto con el colapsado sistema de salud francés. Y por esa razón cuentan que la primera dama no puede conciliar el sueño fácilmente ya que les pide a todos que tomen especiales recaudos a la hora de ir a trabajar. Esta pandemia también atentó directamente contra los negocios familiares. Ya que ella, sus hijos y sus hermanos participan activamente de la cadena de chocolaterías. Un negocio que tienen desde el siglo XVI, cuando comenzaron a preparar los macarons que importó hasta allí Catalina de Médicis. Un dulce que para ellos era muy parecido a los amaretti italianos –galletitas rellenas con claro sabor a almendra– y que decidieron hacerlos propios. La tradicional tienda viene uniendo a cinco generaciones famosas a partir de Jean Trogneux, especialista también en chocolates.
La gran ausencia de Brigitte que hoy, para los franceses, es casi una prolongación del brazo de Emmanuel rápidamente despertó duros comentarios y provocó los más disparatados memes en las redes sociales. Pero lejos de toda burla, Macron debe continuar con su duro trabajo presidencial apoyando la invaluable tarea de los médicos que hora a hora luchan por salvar vidas. Pero también salió a apoyar a la industria agrícola y alimentaria que hoy atraviesa un durísimo momento económico. Y su primer visita fue a la zona de Saint-Pol-de-Leòn, donde se reunió con productores locales. Al dìa siguiente hizo un stop en un supermercado y bromeó que aprovechaba su recorrido por las góndolas para “hacer las compras para el hogar ya que Brigitte no puede salir”. Aunque muchos rieron ante su chistosa frase, cuando ésta llegó a oídos de la ex profesora no le habría causado ninguna risa. Dicen que por el contrario se sintió herida porque hoy, más que nunca, Francia la señala como “la persona mayor de 60 que por orden del Gobierno no puede salir a la calle por ser parte del sector de mayor riesgo”. En total aislamiento, encerrada en su despacho personal del Eliseo, Madame Macron hoy sólo se comunica con su familia, sus amigos y las fundaciones con las que colabora, on line.