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Este 2019 parece ser un gran año para la China Suárez. La actriz no sólo triunfa en la tira Argentina, tierra de amor y venganza, sino que además planea el que será uno de los eventos más importantes del año: su casamiento con Benjamín Vicuña, padre de su hija Magnolia.
“Me da mucha fiaca organizar. Primero tenemos que ver hasta cuándo es el programa que como le está yendo muy bien seguramente se estire. Pero seguramente será a fin de año porque cuando terminemos de grabar queremos hacer un viaje” dijo Suárez a CARAS.
Fiel a su estilo libre y fresco, la actriz está pensando en los detalles de su boda pero sin estresarse. “Lo vamos a hacer en un lugar al aire libre y Apolo y Rosa (sus mascotas) van a ser mis invitados de honor porque son parte de mi familia. Soy tan ridícula que seguro los vista para la ocasión, un vestidito y un smoking para Apolo. ¡Mi vida! Y los chicos son muchos, imaginate que se van a pelear por llevar los anillos. Lo van a llevar todos seguramente”, reveló sobre uno de los momentos más importantes de la ceremonia.
Luego, la rubia hizo referencia a cómo vive su hija Rufina, fruto de su relación con Nicolás Cabré, los preparativos del casamiento y reveló un particular pedido de la pequeña. “Quiere que su vestido sea igual que el mío y sabes cómo se lo voy a hacer… “Rufi” es puro brillo y cada vez nos parecemos más en los gustos. Yo siempre fui más rea y ahora uso de todo: tul, volados. Rufi se ríe y me dice: ‘¿Mamá no era que no te gustaban los brillos?’", dijo entre risas mientras que reveló que no descarta usar un vestido blanco: "Tengo muchos vestidos vintage blancos de encaje, puntillas pero no lo tengo como color fijo. No sé si me voy a casar de blanco porque serán varios vestidos. Hay un par de ideas con Nati (Antolín). Y si es más de noche me lo imagino de negro, pero todavía no sé”.
Consultada por qué decidió dar este gran paso, Suárez fue contundente: “Primero porque me lo ofreció (se ríe). Y porque con él construimos algo súper lindo que es la familia que nunca logré, salvo la mía que traía de antes. Yo siempre decía que no me iba a casar porque sabía que me terminaría separando. Entonces me daba fiaca pensar en todo el tramiterío del divorcio. Siempre pensaba: ‘¿Esta relación cuánto me va a durar?’ No por desmerecerla pero no podía pensarla para toda la vida”, aclaró.
Por último, se sinceró en base al acuerdo prenupcial que decidieron firmar: “Lo del prenupcial no fue algo pactado, surgió de una charla informal en la que había amigos donde dije: ‘Está todo bien pero me parece que lo que te corresponde a vos de antes es tuyo y lo que es mío, es mío’ (…) es lo que corresponde para mí. En otra época cuando las mujeres no podían trabajar porque se quedaban criando a los hijos por supuesto. Él tampoco nunca se casó y me conoce y confía tanto en mí que sabe que soy una mina que no lo voy a cagar nunca con nada. No es que me separo y… Porque no me importa la plata. Siempre fui así. Yo soy muy desprendida, demasiado, no sé ni cuánta plata tengo ni qué gasto, ni que no, no tengo idea”.
