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ACTUALIDAD 12-12-2020 11:15

Toda la intimidad de la vida de Donato de Santis y Micaela Paglayan

El jurado más duro de MasterChef Celebrity sobre su mujer: "Tenemos un amor pasional e imperfecto". Galería de fotosGalería de fotos

DONATO DE SANTIS Y MICAELA
DONATO DE SANTIS Y MICAELA | Federico De Bartolo

Prod Sol Miranda

Alguna vez reconoció que pudo ser millonario, pero que prefirió invertir en viajes y recorrer el mundo, tal vez porque prefería ser rico en vivencias y anécdotas. También, que llegó a la Argentina para empezar de nuevo. Un lugar, dice Donato De Santis (56), en el que dejó de sentirse un extranjero, como sí le sucedía en Los Ángeles, donde cocinó para estrellas antes de convertirse en el cheff personal de Gianni Versace

    “Viví Hollywood en primera persona. Primero trabajando en Santa Mónica y luego en West Hollywood. Algunos lugares eran como etapa obligatoria para las máximas figuras. Había un glamour distinto, en aquella época te cruzabas con Kirk Douglas, Paul Newman o Elizabeth Taylor como si nada”, admite el cocinero italiano que lleva décadas reconfortando paladares argentinos y se convirtió en el jurado más histriónico y divertido de “MasterChef Celebrity”, el reality éxito de Telefe. 

   “Creo que el suceso del programa se debe a un momento histórico; el de la pandemia, y uno en el que la gente necesita un buen entretenimiento. Hay súper ingredientes como información útil, mensajes, diversión, y una producción súper cuidada; lo que se necesitaba tras cuatro años de ausencia del ciclo en la pantalla”, detalla De Santis, quien tras su paso por la meca del cine, trabajó también en Chicago y Miami, donde conoció a Versace. Fue en aquel entonces cuando el diseñador duplicó el sueldo que ganaba en un selecto resto, para que trabaje en “Casa Casuarina”, su espectacular mansión en South Beach.

   “Gianni era un persona con un trato corto y esencial. Tenía la gran capacidad como toda persona de talento de poner explicar lo que quería y cómo lo quería con muy poco; a través de gestos, presencia, miradas y palabras también. Yo me entendía muy bien con él, porque aparte de cocinar, Gianni me encargaba que le hiciera tareas paralelas, como tratar con los que hacían subastas para él o hablar con actores o restauradores inclusive, para terminar de arreglar cuadros, sillas o muebles. Él se iba, viajaba, y yo tenía mano libre para tomar decisiones respecto a la casa, no solo la cocina”, confiesa Donato, quien llegó a ser mano derecha del modisto. 

   “Gianni era una persona muy sencilla a nivel comida, no tenía mañas. No quería comer cosas pesadas, sino más bien saludables, solo la primera vez me dijo que comía de todo menos cebollas, morrones y frutos de mar. Recuerdo que el que lo visitaba era Elton John, porque eran muy amigos y cuando se juntaban eran como dos hermanitos, dos nenes. Era muy lindo verlos así. A Elton, que siempre le compraba las colecciones enteras a Ganni, le preparábamos el cuarto egipcio, su preferido. Su menú era muy estricto, ya que estaba en proceso de recuperación”, explica De Santis, quien vestía Versace como cada integrante del staff y, al día de hoy, todavía conserva la camisa modelo barroco que el diseñador le regaló personalmente para su primera Navidad. 

   La trágica muerte de Gianni terminó siendo un punto de inflexión para Donato, a quien inclusive le tocó reconocer su cuerpo tras su asesinato. Siguió trabajando un tiempo para su hermana Donatella y hasta le llegó la propuesta de Sting, quien le ofreció trabajo en su castillo de Inglaterra, y la del fotógrafo Richard Avedon, pero para Donato se trataba de una etapa que estaba terminada. Fue entonces cuando decidió probar suerte en Argentina.

   “Lo que me seduce de este país es su gente. Acá me pude acomodar y no me siento un extranjero, como sí me pasaba en EE.UU. Nunca pude salir de ese cajón allá. En Argentina me siento uno más, porque el país y su gente es así”, afirma el cheff, quien luego de posar con su mujer, Micaela Paglayan, y sus dos hijas, Raffaella (18) y Francesca (16) en “Pizza Paradiso”, el local que este año inauguró en el barrio porteño de Belgrano, De Santis le contó a CARAS cómo es el vínculo con las mujeres de su vida. 

   “Mis hijas me adoran así que algo bueno debo tener…”, adelanta con humor. “Soy un papá, creo, un poco a la antigua,’old fashion’, diría,  y algo rígido, estricto. Por ejemplo, hace unos años y para explicarles lo que es la hermandad después de que se pelearan entre ellas, les saqué el teléfono por un mes. Mi mujer me decía que era mucho, pero yo se los escondí. Podés decir que fui cruel, pero les quise enseñar”, reconoce. 

   “Sin embargo, nunca las obligué a cocinar, aunque en pandemia explotaron solas a preparar  de todo: tortas, platos salados…fue medio de golpe. También soy el masajista oficial de la familia. Me piden que les haga masajes en los pies, la cabeza, porque a las dos les hice masajes shantala desde bebés. Es un ritual lindo, de gran conexión que tenemos entre nosotros”, agrega. 

   Sobre la particular historia de amor que lo une a su mujer y socia, quien quiso conocerlo luego de verlo en televisión, en aquellos primeros años de Donato en la señal “El Gourmet”, detalla: “Tiene mucho atractivo. Cuando una mujer seduce y demuestra su interés tiene un condimento especial. A mí me hizo bien. Yo venía de una situación con tempestades, digamos, y sentí esperanza. Fue un estímulo interesante que no quise dejar pasar. Costó establecernos, pero ganó el amor, como siempre. Hoy, después de veinte años juntos y de todo lo que pasamos y seguimos atravesando, gana el amor, con fervor y mucha más madurez.”

   Y es que fue Micaela quien en el año 2000 decidió conquistar a        Donato. Veía sus programas, era fanática, y hasta les dijo a sus amigas que algún día “iba a casarse” con él. Decidida, armó una cajita con una carta perfumada con su número de teléfono, algunos regalos como         inciensos y un CD y se la envió al estudio donde grababa. 

   “Lo que me llamó la atención es que eran los inciensos que yo, que soy budista, usaba y acá no se conseguían. Hasta pensé que era una broma. El texto de la carta era muy auténtico, genuino. Su sinceridad me conmovió, fue como si me hubieran hecho un escaneo, una radiografía. Era el resultado de alguien que me había observado mucho y eso me disparó mucha curiosidad. Pasaron unos días y yo seguía con esa carta en la cabeza. Yo estaba con una situación sentimental complicada…pero fue como un salvavidas. Me enamoró su poder de decisión, la transparencia y la pureza que no siempre se encuentran en otra persona”, explica Donato sobre el inicio de su gran “storia d´amore”, como a ellos les gusta definirla.

   “Finalmente la llamé…y ella, como yo, ¡pensó primero que era un chiste”, reconoce el cheff con humor. “Ya desde ese momento hubo una conexión. Pasaron unos días y vino al estudio. Estaba grabando, pero me avisaron que había llegado Micaela. Entonces abrí una puerta del estudio que daba al hall de entrada para espiar un poco, pero justo al hacerlo me vio ella…cruzamos miradas y ya no podía cerrar la puerta (risas) Y ahí ya hubo un flechazo, una energía especial, y fue algo recíproco”, detalla de Santis. 

   “Luego fuimos a tomar un café y fui sincero al contarle que estaba en una situación compleja. Ese fue un bocado difícil de digerir, pero tenía de decírselo. Ella igual ya me había atrapado. El tiempo pasó, seguimos charlando, yo resolví mi situación y luego empezamos nuestra historia, porque cada vez que hablábamos o la veía,  más sentía que ella era mi camino”, agrega sobre el comienzo de sus veinte años junto a Micalea, quien con su experiencia como diseñadora textil y un marcado perfil artístico se convirtió en su gran socia y en la mente y talento detrás de la imagen de una marca y una empresa familiar que puso acento en la italianidad, más allá de un menú o una receta. 

   “La nuestra es una unión de dos personas que supieron usar la inteligencia, y un background cultural lindo; ella siendo de origen armenio y yo italiano, para lograr algo con mucho contenido. Nos fundimos en una misma búsqueda para disfrutar de nuestras historias. Proponemos y vendemos emociones en todo lo que hacemos, sean comestibles o no”, reconoce De Santis, quien a fin de diciembre cumplirá 16 años de matrimonio. 

   “Con Micaela nos peleamos de la mañana a la noche, pero hay mucha atracción. Mi mujer tiene un costado artístico y una personalidad muy interesante. Tenemos un amor pasional e imperfecto. Por eso, cuando uno quiebra la balanza a favor del otro lo sentimos como un acto de amor puro (ríe) y ahí surge la sensualidad y erotismo. Estamos lejos de una pareja ideal, ni lo queremos ser tampoco, porque lo somos con lo todo bueno y lo malo. Micaela es una mujer maravillosa, tiene un corazón enorme, es muy sensible y protectora. Tiene visión propia, cultura, y hasta ¨avant garde¨. Y, además, es muy independiente y alegre, porque te diría que en cualquier reunión anima la fiesta más que yo”, se sincera Donato. 

   Con una agenda cargada “desde hace 35 años”, acota entre risas, De Santis admite haber incorporado hábitos más saludables. “Como cada vez menos harina, lo que realmente me hace sentir mejor, tomo menos            alcohol y hace varios años que dejé de fumar”, explica. 

   Y concluye: “Soy budista hace muchos años, dejo fluir las cosas, si las hago bien o mal, me hago cargo. Esa es mi filosofía de vida: entender cómo funcionan los mecanismos del universo y tratar de vivir en armonía con ellos. Soy una persona optimista, que vive con curiosidad todo lo que viene, hasta los miedos o la ansiedad. ¿Un pendiente? Podría decirte que ya hice todo, pero como la vida sigue, yo quiero hacer todo. Con la pandemia se frustró un libro sobre pizzas que iba a coincidir con la apertura de mi pizzería. Pero sí me encantaría volver a trabajar afuera, tomar un año sabático para seguir aprendiendo.”

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