Fuerte descargo de Jackie Patoka, la mamá de Morena Rial (Redes Sociales)
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Jackie Patoka, la mamá de More Rial: "Me encantaría adoptarla"

Se eligieron mutuamente como madre e hija y entre ellas el vínculo es indestructible. Jackie asegura que More es muy sensible y que ella le brinda amor del bueno. Agregó que sabe muchas cosas y que no tiene miedo.

La mirada de Jackie Patoka impacta. Atraviesa con sus ojos enormes y profundos. Mezcla de lanza y corazón herido.

Se muestra amable pero distante. Se presta al diálogo con entrega y dice a modo de advertencia: “Sólo quiero sumar amor. No voy a hablar mal de nadie porque no corresponde. No es la idea. Aparte no tengo lo que decir mal porque realmente no corresponde. Si hay alguien que tiene que hablar no soy yo”. Inmediatamente y sin pausa agrega: Lo que ves es lo que soy”.

El teléfono suena incesante y, por momentos, interrumpe la charla. Tiene un proyecto muy importante que en breve llevará a cabo en Las Vegas donde es presidente del Paseo de las Estrellas. Nació en Uruguay, se nacionalizó Argentina y vive en Miami. Allá se dedica al rubro de propiedades y además tiene un documental en Netflix, trabaja en Telemundo, Univisión, Televisa y maneja otros tantos medios y está a punto de abrir nuevas oficinas de producción. “Tengo grandes proyectos que van a cambiar toda Las Vegas. Con capitales extranjeros y propios. En breve vamos a hacer el Museo del Paseo de las Estrellas”. Intrigante, dejó entrever la participación de alguien muy importante a nivel mundial, pero por el momento es secreto y no quiso decir de quién se trata.

No lo dice, pero Jackie Patoka fue elegida en varias oportunidades “La mujer del año” por sus colaboraciones y acciones solidarias. Está de paso en Argentina donde vino a acompañar a su marido en plan de trabajo. Juntos están alojados en un coqueto departamento de Recoleta de su médico cirujano el dr. Andrés Galfrascoli quien además de atenderla, es amigo.

Tengo 52 años y bien llevados” dice orgullosa y continúa: “Valoro la vida. Estoy enferma y por eso cada día agradezco que me despierto. Lo importante es lo de adentro: el espíritu. No ando haciendo el mal por la vida”.

Jackie Patoka asegura que el vínculo con More Rial armó un revuelo mediático que aún la sorprende: “More es una chica que necesita amor del bueno. Soy mamá y ella también lo es y a su hijo le da un amor increíble y profundo, por eso siempre se lo ve feliz y sonriente. Pero tiene que aprender muchas cosas de la vida. Tiene en contra a todo el mundo que habla por hablar y dice cosas que no deben decir. La lengua es un arma muy peligrosa. La gente no mide las consecuencias de lo que dicen y no se imaginan el daño que pueden provocar. En cambio a mi no me entran las balas. Soy una leona y con una mirada, mato. Mis ojos son mi alma y por las buenas, todo bárbaro, pero por las malas no me busquen porque doy la vida por mis cachorros y More está integrada como mi cachorra.

-¿Cómo se conocieron?

- La conocí por Abigail Pereira. Estábamos haciendo una canción de discriminación. Ella me la presentó. Yo conocía su historia pero no en profundidad como ahora. Estuvo por venir a EEUU pero tuvo una pelea grande con su padre y no pudo viajar. Esto fue hace 3 años.

-¿Cómo se alimentó el vínculo?

-En la diaria. Compartimos unos días en Punta del Este, donde vino con Francesco y Facundo (Ambrosioni) Se alojaron en mi departamento y ahí hicimos un lazo de madre e hija. Ahora somos inseparables.

-¿Cuándo te empezó a decir mamá?

-Después de un tiempo (piensa) Es un lazo que le hace falta. Debe ser bravo ser abandonada. Tengo más respeto por la madre que la gestó que la que la adoptó porque la que le dio la vida le dio la opción. Cuando uno adopta un hijo es una responsabilidad para toda la vida y más aún teniendo los medios. No me quiero meter en la vida ni juzgar a nadie porque no tengo el manual de buena madre. Yo también me equivoqué con mis hijos, pero ellos son mi prioridad. Lo que se da con la mano no se borra con el codo. Cuando uno da  lo tiene que hacer de corazón y no refregar, lastimar ni humillar. Y lo hablo de mi forma de pensar. Ella no me dijo nada, sólo es como pienso yo. Lo mejor es dar un futuro a los hijos que tirarles plata y después reprochar. Es más sano y no es humillante.

-¿Conoces a sus padres adoptivos?

-A ella no la conozco y con él hablé sólo dos veces en un momento en el que estaban peleados y More estaba muy mal y él me dijo que necesitaba sus tiempos y está perfecto. No me meto en esa relación.

-¿Qué sentís por ella?

-La quiero, la quiero cuidar y es mi hija, no “como” mi hija. Cuando me dijo mamá por primera vez me estremeció porque me lo dijo desde el alma. Tiene esa necesidad de lazos y no juzgo a su padre. Yo digo que está mi verdad, su verdad y la verdad y hay que respetar las campanas que uno hace sonar.

-¿El padre te llamó?

-No. Nadie del entorno familiar. A Rocio la vi cuando More se iba a Córdoba porque le prestó su auto, que ni siquiera está a su nombre. Me pareció divina y entre ellas están muy bien.

-¿Tenés miedo?

A mi me amenazaron y yo le dije: vení. Te espero y voy sola. Mándame una foto para ver quien sos. Y era un hater. Me decía déjate de molestar y cosas muy específicas. Me puedo defender. Me dijeron mafiosa y si hay algo que no soy es eso justamente. Pero estoy tranquila porque nunca estafé, lastimé ni le arruiné la vida a nadie. Yo no hago el mal. Me ven como mala persona porque tengo una mirada fuerte y soy impenetrable pero cuando me abro, me sacan el corazón. No tengo términos medios y cuando veo que las cosas están mal, no las digo, las escupo.

-¿Te gustaría adoptarla?

-Me encantaría, pero no quiero pasar por arriba. Yo no la crié y respeto el trabajo de su padre, porque no lo conozco. No me correspondería, excepto que el padre me diga tomala pero no creo, porque yo sé que él la quiere. El abraza a su nieto y manifiesta su amor. Cada uno manifiesta su amor de forma distinta. Lo dejo a interpretación de las personas. Hay un Dios que todo lo ve y cuando uno se acuesta se tiene que preguntar: ¿Estoy haciendo las cosas bien?

Por eso yo me acuesto y me levanto diciendo gracias por todo lo que me ha dado y por la gente que me pone en el camino: la buena y la mala. La gente mala sirve para valorar a la buena y decidir con quién tenés que estar.

Hay mucho odio y siempre se ataca a la parte más débil y eso me molesta porque no hay necesidad. Hay un espejo en el que uno se mira y se ve el reflejo y eso es lo que le digo a More. “Vos te tenés que mirar y ver reflejado lo que sos. Si te ves mal, asi te va a ver el mundo. Yo cuando me miro, veo mi interior por eso cuando salgo a la calle nadie me va a pasar por arriba porque mi reflejo está correcto y me lo estimulo. Pero si una persona te dice mafiosa es porque se ve reflejado en él mismo. Y cree que todo el mundo es así”. Sé más de lo que se imaginan. No lo voy a decir porque no me corresponde, pero sé lo que ella sufrió. La gente le dice cosas tremendas.

Ahora está bien encaminada, aunque está angustiada por un montón de temas, pero eso lo tiene que resolver, yo le digo que se enfoque en su hijo que necesita una mamá fuerte. Esto del accidente va a mover muchos corazones. Ella se podría haber muerto con su hijo. Y sé que el padre estuvo acongojado. Yo le había dicho que no se vaya porque ella fue a trabajar en una plataforma: eso es para los que dicen que es una vaga “No fue a pasear”. Le dije que no vaya a la madrugada. Estaba angustiada. Pero ella tenía su compromiso y lo quiso cumplir.

-¿Cómo sos con ella?

-Tengo una hija de 20 años, uno de 13, uno de 29 y ella de 21. Es caprichosa, pero ¡quién no tuvo esa edad! Ella está criando a un hijo sola y muy bien porque lo veo. El nene está siempre sonriendo. Es feliz. A ella le gustaría trabajar en otras cosas, pero a veces se le cierran las puertas. Quería entrar al Cantando pero es una puerta que tal vez se le cerró. No lo sé. Habría que preguntarle a ella.

-¿Qué le aconsejarías a un padre de un hijo de 20 años?

-Si decidís tener un hijo tenés que estar presente. A un hijo no se lo humilla y hay que darle las herramientas para que pueda salir adelante. Yo también me equivoqué con mis hijos. No soy la mejor madre. Pero no los voy a dejar tirados. Trato de encaminarlos, no los dejo a la deriva. Tenés que darle las armas para que puedan salir adelante. No lo podés mandar a la guerra y más si tenés los medios. Cuando uno decide tener un hijo sea gestado, adoptado o como sea, es para toda la vida. Ellos son los que van a estar cuando envejezcas y si les enseñaste el buen amor esos hijos te van a responder.

-¿La aconsejás, la retas?

-Si porque me considero mamá y cuando se pone con el teléfono le  digo: mírame cuando te hablo. Y ella me dice: si mamá. Es una relación madre e hija. Ella también me reta cuando hago algo mal. Uno también aprende de los hijos.

-¿Cómo es Morena?

-La gente la ve tosca y dura, pero es un escudo. En realidad es una dulce. Y me va a matar porque ella quiere dar la imagen de una nena dura. Pero es sensible. La mirás y se le llenan los ojos de lágrimas, te agarra la mano, la acaricias y se te acurruca. Te hablo y me da ganas de llorar. Tiene mucho carácter. Aprendió a defenderse a los golpes. A veces se cierra no deja penetrar las palabras, aunque le llegan. Es testaruda, pero es un escudo que se hizo para no lastimarse. Pero llora.

-¿Creés que sos un ángel que le cayó del cielo?

-Llegué en un momento justo y siento por ella un amor profundo, amor del bueno. Un lazo de sangre aunque no lo tenga, por eso cuando me preguntan si es mi hija biológica yo digo que no hay títulos. Eso no te hace más madre. Tengo ganas de cuidarla y acurrucarla, ganas de que sea niña de nuevo y empezar de cero. Reciclarla, esa es la palabra.

Me encantaría que ella se venga conmigo pero acá está su familia. Quiero que sea feliz, que logre el equilibrio y la respeten. Sobre todo las mujeres. Quiero que esté bien. Le dije que le saque la visa al nene para que pueda venir un tiempito a convivir con mi familia que la quiere mucho, a pesar de que mi hija Debi en un principio se puso celosa, pero yo le enseñé que es mejor sumar que restar y todo lo que uno pueda dar en amor, se multiplica. El corazón de uno es grande, infinito. Nadie se tiene que poner celoso ni pensar que está tratando de serruchar o que apareció en la vida para hacer daño….

Lo que pasa es que el ladrón cree que todos son de su misma condición.  

Pero yo estoy para sumar y no restar.

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