Este es un planteo habitual en las sesiones que realizo en mis mentorías. Mucha gente se queja porque siente que da demasiado y no recibe lo mismo de vuelta. Hay varias cuestiones a tener en cuenta.
Entonces debería preguntarme: ¿Para qué doy en exceso? ¿Qué es lo que íntimamente estoy buscando al dar? Es interesante hacer una mirada introspectiva para reflexionar acerca del verdadero pero oculto propósito de nuestras acciones. ¿Al dar mucho estoy compensando algo? ¿Doy porque secretamente estoy esperando una retribución sin admitirlo? ¿Doy para luego sentir que tengo el derecho de reclamar o exigir? ¿Doy porque siento que dando me van a valorar y querer? ¿Doy porque me siento obligado, de alguna manera a ello? ¿Doy porque es lo que me enseñaron de pequeño?
En algunos casos dar está ligado a no sentir la mirada juzgadora del entorno que me trataría de egoísta. Evitamos, cualquiera sea el costo, el enjuiciamiento ajeno, que en definitiva no es más que nuestro propio juicio espejado en otro. En otros, dar está ligado a la necesidad de ser reconocido y valorado. Se convierte en un saco roto en el que jamás lo que vaya a dar será suficiente. Otras veces estará encadenado a una incapacidad de decir no y poner límites porque no soportaríamos el conflicto o el rechazo.
En definitiva, el dar debería ser un acto genuino que comienza, indefectiblemente hacia uno mismo, ya que no podemos dar aquello de lo cual carecemos. Aprender a brindarnos lo que necesitamos a nosotros mismos es el primer paso para dejar de reclamar a otros que llenen nuestros vacíos. Nutrirnos será el principio del camino a la satisfacción de sentirnos plenos y completos. El segundo paso será entonces ese intercambio amoroso que surge de las ganas de dar sin que ello signifique un trueque, sin que esté disfrazando nuestra propia necesidad. No se trata de dar porque necesitamos que nos devuelvan. Se trata de dar para sentirnos cada vez más plenos porque aquello que doy, es aquello que tengo en perfecto equilibrio para compartir.
Rita Alvarez Picó.
Autora de La llave: Mi clave para la magia.
Mentora en asesorías de crecimiento personal.
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