¿Qué importancia tiene el autoconocimiento?
El autoconocimiento nos enfrenta a una verdad profunda y desafiante: somos esclavos de nosotros mismos. Muchas veces, proyectamos hacia el exterior lo que en realidad llevamos dentro, evadiendo nuestra responsabilidad personal. No queremos aceptar nuestra parte en el proceso, y es ahí donde buscamos que otros hagan el trabajo por nosotros.
Nos cuesta reconocer que tenemos la fuerza y la capacidad de transformarnos. Pero el problema no es la falta de habilidad, sino la resistencia a enfrentar nuestras sombras. Buscamos salvadores externos porque nos negamos a asumir ese esfuerzo.
Sin embargo, el autoconocimiento es revolucionario porque nos invita a mirar hacia adentro. Nos enseña que todo lo que necesitamos está en nosotros mismos. Al despertar esa fuerza interior, trascendemos nuestras resistencias. Es un acto de valentía y honestidad, que nos lleva a abandonar la comodidad del victimismo y a abrazar nuestro poder interno.
Cuando nos atrevemos a conocernos profundamente, descubrimos nuestro verdadero potencial. En esa aceptación de nuestra responsabilidad radica nuestra libertad: activar nuestra fuerza y vivir de manera auténtica. Esa es la transformación que todos necesitamos, y solo nosotros podemos hacerla realidad.
¿Qué valores o principios guían tu vida y el trabajo que haces con las personas?
Mis valores se fundamentan en la autenticidad, el amor y la conexión con una fuerza superior que mueve todo lo que existe. Creo profundamente que el trabajo interno tiene un impacto directo en el mundo exterior. Por eso, mi misión es acompañar a las personas a que encuentren su propia luz y se conecten con esa fuerza creadora.
Para mí, el crecimiento personal no es solo un beneficio individual; también tiene un efecto colectivo. Mi propósito es guiar a otros con respeto, amor y comprensión, reconociendo que el cambio comienza dentro de cada uno. Al sanarnos, sanamos el mundo que nos rodea.
¿Qué sientes al ver cómo las personas logran transformar sus vidas gracias a tu guía?
Nada me alegra más que ver a las personas respirar diferente, como si finalmente sintieran que están más vivas. Es un privilegio observar cómo conectan más profundamente consigo mismas y dan pasos hacia su propio crecimiento.
Esa conexión no solo las transforma a ellas, sino que también contribuye al bienestar colectivo. La Kabbalah me enseñó a disfrutar de la alegría del otro, y vivo constantemente este principio. Cuando alguien logra un avance, comparto su felicidad como si fuera propia. Es un recordatorio de que estamos todos interconectados y de que cada transformación individual tiene un impacto en el mundo.
¿Qué mensaje darías a quienes atraviesan un momento difícil?
Lo primero que diría es lo que siempre me enseñó mi maestro: cualquier cosa menos abandonar. Las dificultades y los conflictos existen para enseñarnos algo. Cada desafío es una oportunidad para actualizar nuestro "programa mental", nuestra tecnología interna.
Así como mejoramos las herramientas que usamos en nuestra vida diaria, también debemos actualizar nuestra información interna. El sufrimiento no tiene que ser extremo. Podemos aprender a pararnos frente a los desafíos desde otro lugar, con una conexión profunda con esa Fuerza Superior que nos sostiene.
Mi consejo es que trabajen en esa reconexión consigo mismos. Reflexionen sobre el propósito de su vida y pregúntense: ¿para qué estoy aquí? Hay algo mucho más profundo en nuestra existencia, algo que trasciende lo material y lo temporal.
Un momento difícil puede ser una oportunidad para crecer. Les diría con el corazón abierto que no ignoren ese momento, porque está lleno de aprendizajes y es una chance para un ascenso hacia algo mucho más elevado.
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