Cuando hablamos de sanar, nuestra mente posiblemente relaciona esa palabra con algo físico, quizás una herida, un dolor, algo roto... Porque es lo conocido. El alma también tiene sus heridas, sus dolores y sus partes desordenadas…
Sanar en el alma es ir al sótano, a ese lugar profundo, solitario, oscuro y silencioso que habita dentro nuestro, donde guardamos todas esas memorias que nos generan miedo, pero también, que inevitablemente guían nuestras conductas y elecciones.
Todo aquello que no queremos ver porque eso significa cambiar, soltar, tomar decisiones.
El primer paso para la sanación es asumir que todo lo que estamos experimentando en nuestra vida, lo fácil y lo difícil, es por propia decisión, sea que seamos conscientes o no, es nuestro. Somos los únicos responsables de la realidad que vivimos. No hay nadie afuera creando. Elegimos nosotros lo mejor para nuestra evolución en la tierra.
Lo segundo es identificar si hay algo que no te gusta en ella, si hay algo que desees alcanzar y no lo has logrado, si hay algún aspecto que más te cuesta equilibrar en tu vida, si hay relaciones que te lastiman... Poder registrar es prender la luz del sótano y desde allí comenzar la tarea de encontrar la razón emocional de esas experiencias que inevitablemente, nos llevan a conocer más nuestro árbol genealógico, los miedos de nuestra familia, experiencias en vidas pasadas, las misiones que trajimos a ésta vida, los pactos álmicos... Si podemos definir y registrar qué emoción estamos repitiendo podemos repararlo para dejar de experimentar constantemente la misma vivencia que lo único que intenta es mostrarnos dónde están las heridas internas.
Lo tercero y más importante es encontrar la forma de liberar esas memorias. Puede ser con terapia psicológica u holística. Lo que te vibre hacer, será lo correcto.
Por ejemplo, yo elegía vínculos masculinos que viajaban. Sufría constantemente por eso. Hasta que descubrí constelando que elegía esas experiencias porque mi abuelo murió en un tren, viajando. Por amor a mi abuela, inconscientemente, repetía su sentir: el abandono, la pérdida, la incertidumbre, la ausencia.
Sanar es darse cuenta.
Nadia Herencia
@nadiaherencia
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