Además de ser una de las voces más reconocidas del periodismo argentino, Marcelo Longobardi es un apasionado por el golf. En una entrevista profunda y reveladora con Héctor Maugeri para +Caras (Caras TV), el conductor habló como nunca antes sobre el deporte que practica hace más de tres décadas, su valor emocional y simbólico, y el rol clave que jugó en la reconstrucción del vínculo con sus hijos.
El golf en la vida de Marcelo Longobardi y su familia
“El golf es muy importante en mi vida como deporte. No es un chiste ni un deporte social. El golf es un problema porque es compulsivo, tiene un grado de adicción”, dice sin vueltas. Su primer acercamiento vino de la mano de su hijo mayor, Franco, quien empezó a jugar a los tres años. “Empecé a jugar por seguir a mi hijo Franco. Mis dos nietos, Félix y Bautista, ya son niños golfistas”, reveló.

El vínculo entre el golf y la familia Longobardi va mucho más allá del simple pasatiempo. Tras años dedicado al trabajo y poco tiempo compartido, el deporte se convirtió en un puente para reconectarse con sus hijos mayores: Franco, Ignacio y Gastón. “Vi cómo mis hijos se educaban en el golf, un deporte que no tiene referí y que uno tiene que ser su propio referí. El golf terminó de unificarme con mis hijos varones”, explicó, destacando el poder formativo y emocional que encontró en el juego.

Tal es la intensidad con la que viven este deporte que la familia se dividió en dos equipos: el equipo A, donde está Longobardi con su hijo Ignacio, psicólogo, y el equipo B, integrado por Franco y Gastón. “Mi familia está dividida. Es una batalla campal familiar”, bromeó. Y anticipó que los nietos pronto se sumarán a esta competencia familiar. “El hijo de Ignacio, Bauti, pasa al equipo de Franco. Y Félix, hijo de Franco, pasa a mi equipo”, compartió.
El día que Marcelo Longobardi jugó al golf con Tiger Woods
La pasión llevó a Longobardi y sus hijos a recorrer el mundo durante los últimos 20 años, jugando en campos importantes y enfrentándose a grandes figuras del deporte. Una de las experiencias más impactantes que vivió fue compartir un partido con el legendario Tiger Woods. “Jugué con Tiger Woods. Fue una experiencia alucinante”, recordó con emoción.

Lejos de tomárselo como un hobby de fin de semana, Longobardi se toma el golf con seriedad y dedicación. “Soy bastante bueno en el golf y mis hijos son muy buenos. Son amateurs de mucho nivel los tres. Para la edad que tengo me defiendo bastante y la paso muy bien con ellos en cualquier circunstancia”, contó orgulloso a sus 64 años.
Más allá del deporte en sí mismo y la competencia, el golf se volvió una herramienta fundamental en la vida de Marcelo Longobardi: un espacio de reencuentro, enseñanza y afecto. Un deporte que, como él mismo define, más que una pasión, es una forma de estar con los suyos y de escribir nuevas páginas de una historia familiar que sigue creciendo, palo a palo, en cada cancha del mundo.

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