En una entrevista íntima en +Caras, el psicoanalista y escritor Federico Andahazi habló con Héctor Maugeri sobre su vida, sus obras y el amor por su esposa, Aida, y sus hijos, Vera y Blas. Sin embargo, uno de los momentos más conmovedores de la conversación fue cuando el autor de El anatomista compartió una profunda anécdota sobre su relación con su padre, Bela Andahazi, un vínculo marcado por el misterio y el redescubrimiento.
El hallazgo en la biblioteca de su abuelo
Durante su infancia, Andahazi creció sin conocer a su padre, un tema prohibido en su familia y que su madre evitaba mencionar por completo. “Nunca supe qué había pasado. Mi mamá tenía un recuerdo muy malo de mi papá, y para no hablar mal, directamente no hablaba de él”, relató.
El destino, sin embargo, tenía otros planes. “En la vasta biblioteca de mi abuelo, encontré de casualidad un libro de poesía llamado ‘Edades y temporadas’, firmado por un tal Bela Andahazi. Cuando abrí la solapa y vi la foto, automáticamente dije ‘este es mi viejo’. Fue la primera vez que vi su cara. Ahí me enteré que tenía un papá y supe que era poeta. En ese momento tenía menos de 18 años”, confesó.
Un emotivo encuentro en la calle Corrientes
Años más tarde, el azar volvió a unirlos. “Venía caminando por Corrientes y en la esquina de Montevideo vi a un tipo con una pipa y un morral. Me pareció conocido, era el hombre de la foto del libro. Me acerqué y le dije: 'Perdón, ¿usted es Bela?'. Me miró y me dijo que sí. Entonces le respondí: 'Soy Federico, soy su hijo'”.
Para ambos, el encuentro fue tan impactante como emotivo. “Se desarmó completamente, se le fue toda la pose. Me miró de arriba a abajo como inspeccionándome, como solemos hacer los padres con nuestros hijos para asegurarnos de que todo esté bien”, recordó Andahazi.
A partir de ese momento, el vínculo comenzó a construirse. “Me dio una tarjeta que decía 'Bela Andahazi, psicoanalista', y me invitó a su consultorio. El primer encuentro fue allí”, detalló el escritor.
A pesar de la ausencia y el dolor, Federico Andahazi nunca sintió rencor hacia su padre. “Sí tuve intriga, siempre me pregunté: ¿qué lleva a un tipo a no ver nunca más a su hijo? Pero no tenía sentido preguntárselo. Ese nexo que yo tengo con Blas precisamente tiene que ver con que puse en él todo lo que me faltó con mi padre”.