En una entrevista reveladora con Héctor Maugeri para +Caras (Caras TV), Germán Palacios, uno de los actores más respetados del país, dio a conocer la verdad sobre la lesión que lo llevó a ser actor y no deportista. A sus 62 años y con una trayectoria de más de cuatro décadas —que incluye obras como ART y series como Celeste—, el protagonista de El hombre inesperado confesó que su verdadera pasión adolescente fue siempre el deporte.
La lesión que cambió la vida de Germán Palacios
"Había entrenado de niño para el fútbol, pero jugaba al handball. Era handbolista en Ferrocarril Oeste y en la Selección Nacional", recordó Palacios con nostalgia. "Y hubiera sido deportista con mucho gusto. Hoy, si me dieras la oportunidad, lo hubiera elegido".
Sin embargo, una lesión en una vértebra cortó repentinamente sus aspiraciones atléticas: “El deporte es algo que me apasiona. A raíz de esa lesión que sufrí, tuve que ver qué hacía con mi tiempo, porque entrenaba de lunes a lunes. De repente tuve que dejar y fue muy traumático”.

Fue entonces cuando, de casualidad, encontró en la actuación un nuevo camino, un refugio y una nueva vocación. "Soy actor por accidente", admite con total honestidad. "Algo se encendió en mí. Yo estudiaba música en el conservatorio, y un día pasé por una galería y vi un cartel que decía 'Teatro del Centro'. Me inscribí pensando que podía ser algo bueno... y lo fue", recordó.

Esa decisión lo llevó a quedarse seis años en esa escuela, donde se formó como intérprete. Aunque siempre reconoció cierta predisposición genética al arte —"Indudablemente hay algo familiar"—, fue la disciplina aprendida en el deporte la que marcó su enfoque actoral.
Los maestros de la vida de Germán Palacios
Con visible emoción, el artista recordó a Víctor Bloice, su entrenador en Ferrocarril Oeste: "Fue un maestro de vida. Me agarró después de que había fallecido mi hermano. Yo fui a hacer deporte por una necesidad que me había angustiado y había engordado mucho".

Esa misma entrega la encontró después en Luis Rossini, su mentor teatral. La combinación de ambos mundos —la exigencia física del deporte y la profundidad emocional del teatro— terminó de forjar al actor que brilla en cada papel que le toca interpretar.
De esta manera, Germán Palacios da a conocer la verdad sobre la lesión que lo llevó a ser actor y no deportista. Una historia que demuestra que, tras los accidentes, siempre hay nuevos caminos. Hoy, mientras el actor cosecha aplausos en El hombre inesperado —compartiendo escena con Inés Estévez en el Teatro Maipo—, también dedica parte de su vida a sus pasiones deportivas.