En una entrevista íntima con Héctor Maugeri en el programa +Caras (Caras TV), Inés Estévez, actriz, cantante y escritora, sorprendió al hablar por primera vez sobre una sospecha que la acompaña desde hace años: podría formar parte del espectro autista. “Me faltaría hacerme el test oficial, pero creo que tengo un componente del espectro autista”, expresó con valentía.
Nacida el 26 de noviembre de 1964 en la ciudad de Dolores, Estévez abrió su corazón para hablar de su historia personal, en especial de su infancia, a la que define como "singular". “Nací en una familia con padres muy singulares. Era la más chica de cuatro hermanos. Lejos de ser la más malcriada, era la cadete de la casa”, recordó.

Desde temprana edad, comenzó a notar que su forma de ver el mundo no era igual a la de los demás: “Era una nena muy solitaria. Yo era más feliz jugando sola que con otros”, contó. Esa sensación de estar al margen de la norma la acompañó durante años: “Siempre me sentí por fuera de lo normal, pensaba que debía tener algo mal". Sin embargo, encontró en el arte una forma de sanar. “Canalizar a través del arte fue una sanación absoluta”, aseguró en +Caras.
Inés Estévez y el autismo
Uno de los conceptos que más la ayudó a entender su experiencia fue el de masking, una estrategia común en personas con autismo leve o no diagnosticado: “Se llama masking. Es sobreponerte de manera maravillosa a cierta sensibilidad que los demás no comparten y empezás a imitar para que crean que sos como ellos. Es agotador”, explicó. En su infancia, ese esfuerzo no le resultaba sencillo. “Yo sentía que no pertenecía”.
A pesar de todo, supo construir lazos profundos. Hoy, la madre de Cielo y Vida, mantiene una amistad desde el jardín de infantes: “En cierto modo, ella también era muy particular. Era más winner que yo, pero tampoco pertenecía del todo. Vibramos muy parejo”.

La protagonista y directora de El hombre inesperado también habló sobre cómo transitaba la vida social de niña: “Iba a todos lados pero fingía que la pasaba bien. Bailar me encantaba, cerraba los ojos y bailaba. Estaba en mi burbuja y la pasaba bomba”.
En ese marco, reflexionó sobre lo que significó entender su condición con el paso de los años: “Es un alivio decir que esto que me pasaba en la infancia, que era un padecimiento, pertenece a un patrón que me aloja”.

Por eso, dejó un mensaje a quienes puedan sentirse identificados: “Lo primero que hay que hacer es detectarlo. Saber que no estás loco. En mí no fue grave, soy muy funcional. Recomiendo saberlo y comunicarlo a las personas más cercanas. Hay muchas herramientas”.
La charla fue una invitación a reflexionar sobre la neurodivergencia, la identidad y la posibilidad de construir una vida plena desde la diferencia. Fiel a su estilo, Inés Estévez volvió a demostrar que ser auténtica también puede ser un acto de coraje.

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