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La primera dama argentina, Fabiola Yáñez con las Primeras Damas de ALMA, y junto a UNICEF, se unieron para trabajar en forma conjunta sobre los cuidados de la Primera Infancia en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19, presidiendo un encuentro virtual en el que se trató la crisis por el COVID-19 y los impactos en la violencia hacia la primera infancia en la región.
El objetivo fue impulsar un diálogo sobre la violencia que, a causa de la pandemia, se vio exacerbado e impactó de manera preocupante en los niños y niñas de la región, poniendo en riesgo su desarrollo.
Las primeras damas participantes, que destacaron la importancia sobre el trabajo en la primera infancia para errradicar la violencia en tiempos de pandemia, fueron María Juliana Ruiz Sandoval, de Colombia, Silvana Abdo, de Paraguay, Raquel Arbaje de Abinader, de República Dominicana por parte de ALMA y en representación de UNICEF, su directora regional Jean Gough. Además de la exposición sobre la problemática, también se presentaron propuestas para prevenirla, a cargo de Jorge Cuartas, experto en prevención de violencia y desarrollo infantil temprano.
"La violencia contra niñas, niños y adolescentes no es algo que les suceda a las víctimas de manera fortuita. La violencia es un acto deliberado que comete una tercera persona y, en esa medida, se debe y se puede prevenir. No sólo hay que definir el problema, también hay que identificar las causas y los factores de riesgo, y es fundamental diseñar y evaluar las intervenciones. Prevenir y responder a la violencia es además fundamental porque ´la primera infancia importa´", expresó Fabiola Yáñez, muy elegante con un traje sastre de Teresa Calandra y zapatos Ricky Sarkany.
La directora de Unicef expresó que "la familia es el mejor lugar para el desarrollo de un niño o una niña, sin embargo, estar encerrados en casa algunas veces ha supuesto, para los más pequeños, un mayor riesgo de ser golpeados y maltratados”, y agregó:
“Necesitamos unir nuestras voces y esfuerzos para que la primera infancia sea una prioridad en la respuesta a la COVID-19. Todos los niños y niñas deben estar protegidos frente a la violencia y deben sentirse amados y seguros para que logren alcanzar su pleno potencial”, enfatizó.
Antes de la pandemia, América Latina y el Caribe ya registraba un alto índice de violencia contra la niñez. El castigo físico y psicológico afectaba a casi 75 por ciento de los niños y niñas de 3 a 4 años y en la mayoría de los casos de violencia se dan en los primeros años de vida por parte de un familiar directo o persona cercana al niño o niña.
De acuerdo con encuestas realizadas por UNICEF en algunos países de la región, en más de la mitad de los hogares entrevistados, la conflictividad intrafamiliar aumentó durante las cuarentenas.
La primera infancia es un periodo único en la vida del ser humano que abarca desde la concepción hasta los 8 años. Se caracteriza por un rápido desarrollo cerebral, a una velocidad que no volverá a repetirse en la vida, sentando las bases para la salud, el aprendizaje, la productividad y el bienestar individual y social en la niñez, adolescencia y adultez y una de las mayores amenazas al desarrollo pleno es la exposición a las diferentes formas de violencia que incluyen observar violencia entre sus cuidadores, violencia de género hacia sus progenitoras o cuidadoras principales, o estar expuestos a violencia sexual, física o psicológica, incluyendo el castigo corporal.
El entorno que brinde un cuidado cariñoso y un ambiente estable donde se garantice la salud y la nutrición y la protección ante el riesgo, es fundamental.
Las familias y los cuidadores cumplen un rol esencial y es necesario que los países prioricen políticas orientadas a satisfacer las necesidades de los niños, apoyar su desarrollo y prevenir la violencia en los hogares.
LP
