Puntual, súper profesional, cuando llega ilumina el lugar con su gran sonrisa. Pampeana, capricorniana, con su metro sesenta y cinco, Ana Carolina Ardohain (42), es una bella mujer que también se reconoce decidida, luchadora, muy trabajadora, ambiciosa en el buen sentido y una buena mamá.
“Mantén la cabeza arriba, la barbilla en alto y, lo más importante, mantén tu sonrisa porque la vida es una cosa hermosa y hay mucho por lo- cual sonreir”, dijo Marilyn Monroe y Pampita lo cumple al pie de la letra. Aunque no le gustan los títulos ostentosos ni los calificativos azucarados, tampoco se considerada una diva, y sólo se percibe como una mujer normal que supo forjar una carrera que siempre se basó en el esfuerzo. Una mujer que alcanzó todos los logros que se propuso y que engalanó las portadas de CARAS durante toda su historia. Desde su debut, en 1994 en la publicidad, y en el 2000 en la televisión, lo hizo con su boda, el nacimiento de sus hijos, Bautista (12), Beltrán (8) y Benicio (6), sus logros y la reafirmación de su gran amor con Roberto García Moritán (43), el 22 de noviembre de 2019.
“CARAS siempre me acompañó en mi carrera de la mejor manera. Porque nunca tuve una mala experiencia. Fueron junto a mí en cada paso que di y en cada nuevo trabajo que emprendí. En todos los momentos de mi vida, buenos y malos, estuvieron a mi lado…”, asegura Pampita con un glamoroso vestido fuego, el color emblemático de la revista.
—¿Definiría su carrera tan rica en experiencias y tan prolífica como ambiciosa? ¿Sabía a dónde quería llegar?
—No. Para nada porque no sabía que me iba a dedicar a esto. Para nada estaba en mis planes la vida que tuve y tengo. Fue arrancar un día y no parar nunca más. Siento que fue como un dominó. Una cosa iba conduciendo a la otra casi sin proponérmelo. Y sin parar, porque jamás me tomé un descanso. Empecé como modelo y luego a hacer tele pero sin pensar a dónde llegaría. Las dos cosas fueron de la mano y se potenciaron e hicieron que todo fuera más acelerado, más rápido. Al año de arrancar ya estaba trabajando muchísimo; viajaba, la gente me reconocía por la calle… Fue todo muy meteórico.
—¿Pero entonces ya tenía sueños o metas?
—Lo único que sabía era que quería hacer televisión. Porque el modelaje me encantaba pero soñaba con tener mi lugar en la tele y nada más. Claro que era consciente que para lograrlo tenía que formarme e ir creciendo. Y, a pesar que me iba bien como modelo y haciendo las publicidades de las firmas más importantes, siempre tuve un pie en la tele.
—Se lo propuso y jamás paró en pos de lograrlo…
—Nunca me detuve. Hice “El Rayo”, “Rebelde Way”… En el 2001, cuando acá explotó el país, me fui a probar suerte afuera; viví a Madrid y trabajé en la TV Española pero después volví porque extrañaba mucho. Hice de todo lo que se puede imaginar. Cuando regresé participé en una novela, tuve mi programa en la nieve, me sumé a “Doble Vida”, fui Jurado de todo tipo de ciclos, hice Discovery para México… Siempre buscando algo que me sirviera en la conducción, porque eso era lo que más me gustaba de la tele.
—¿Siempre fue muy arriesgada?
—No sé si es precisamente arriesgada la palabra que me define. Siempre lo que hice fue valorar la oportunidad que se me presentaba. No corrí grandes riesgos. Nunca sentí que me arriesgaba haciendo algo que no me resultaba claro. Lo que hice lo sentí como parte de un gran aprendizaje. Todo servía y siempre lo encaraba desde un lado muy humilde. Porque cada proyecto que se me presentaba lo tomaba como que era el mejor del mundo y por eso le ponía el corazón. Por eso pienso que no sé si es arriesgada la palabra que puede definirme. Siempre fui de valorar todo lo que tenía; por más chiquito que fuera lo tomaba como un desafío y me entusiasmaba muchísimo. Como buena capricorniana no paro nunca, soy decidida y no me rindo jamás.
—¿Tenía como el poder de ver más allá..?
—Sí. Puede ser. Porque, por ejemplo, en 2008 había tenido a “Bauti” con una cesárea y me llamaron del “Bailando”, en Chile, y aunque me costó tomar el training, no sólo lo acepté sino que llegué a la final y gané. Fue toda una experiencia pero me lo propuse y lo hice…
—¿Nunca sintió temor y se frenó ante algún desafío?
—Nunca nada de lo que hice me llevó a límites raros porque todo lo que encaré fue eligiendo bien las cosas que no me llevaran a esos puntos. Creo que siempre elegí bien; tanto en mi carrera como en la vida. No tuve jamás temor porque siempre me incliné por cuestiones que no me causaban temor sino un gran entusiasmo.
—¿Y siempre fue una mujer exigente?
—La verdad es que en la vida me gusta todo al cien por cien. Me apasiona hacer las cosas así, porque de otra manera no las hago. Lo que emprendo lo hago a full, participando aún de los detalles más mínimos. Y en todo pongo el cien por cien. No me gustan las cosas a medias. Pero lo digo de buena manera, porque lo siento así. Soy muy comprometida con todo lo que hago en mi vida personal y en mi trabajo. En todo pongo el corazón.
—¿Al punto casi de ser una obsesiva, sobre todo en el trabajo?
—¡Si tuviera más tiempo trabajaría más! Me encanta el trabajo y no lo siento como un sacrificio. Disfruto mucho todo lo que hago en la vida. No hago nada que no me lleve a la emoción y que no me de satisfacción.
—¿No se toma un respiro..?
—No. Yo no podría quedarme tirada en mi casa sin hacer nada. Si tengo un tiempito libre, enseguida me busco algo y me pongo a hacer otras cosas, a crear nuevas propuestas… Ahora estoy con mil cápsulas y proyectos. En dos semanas abrimos “Pampita Home”, en Puerto Madero, y el año próximo tendré dos sucursales más. Y eso me hace muy bien porque es un espacio para que los diseñadores de muebles que son más pequeños puedan mostrar las cosas lindas que hacen. También tengo “Pampita by Fontenla” que son mis propios muebles y que ya cumplimos un año vendiendo a todo el país. O sea que, respiro, jamás.
—¿La arquitectura, el diseño, siempre le gustó?
—Me apasiona lo integral. La decoración, las telas, los ambientes… Eso está en mí desde que soy muy chica. Y siempre sentí ganas de tener mis propios muebles y mi tienda de decoración. Son dos sueños que estoy cumpliendo. Pero también, para demostrar que nunca paro, estoy haciendo mis propios anteojos, vestidos, trajes de baño y pijamas… En todos los emprendimientos, que son muy clásicos, participo activamente. Y todo lo hago con pasión.
—¿En ese punto también es muy ambiciosa?
—Soy minuciosa. Me gusta estar presente en cada cosa que lleva mi nombre. Pienso que en la vida uno tiene lo que quiere tener. Y siempre voy por más.
—¿Tantos proyectos no le quitan espacio a la mamá?
—Mis hijos jamás me causan trabajo porque son lo más lindo de mi vida. Soy una mamá que se ocupa de ellos. Los llevo al traumatólogo, a un cumpleaños y les voy a comprar cosas que necesitan. Pero no lo vivo como algo que no sea natural. Estar atenta a ellos, ser mamá las 24 horas del día, es parte de mi vida. Y no es para que alguien diga que es admirable que me ocupe y preocupe por ellos. Tampoco es para felicitarme porque hago lo que me corresponde. Las mujeres que queríamos tener hijos, trabajar y estar orgullosas de lo que hacíamos y lo logramos, no somos heroínas ni nada por el estilo. Yo no me siento ejemplo de nada. En la puerta del colegio nos encontramos todas mamás que tenemos un trabajo además de hijos y por eso me siento una privilegiada que puede trabajar de lo que ama.
—¿Y de dónde saca tanta energía?
—Siempre fui así. De tener tanta adrenalina. Mi mente va más rápido. Soy una súper apasionada que está todo el tiempo viendo qué puede hacer. Pero todas las mujeres podemos hacerlos porque el trabajo es una rutina. Y ¡Yo no soy la mujer maravilla!
—¿El dinero ocupa un lugar importante en su vida?
—No soy una mujer ostentosa ni gastadora. Soy bastante ahorrativa; consciente. No me compro cosas caras cuando viajo. Para mí no tiene valor lo material. La plata sólo me sirve para pagarle un pasaje a algún familiar para que venga conmigo cuando viajo o para algo que quieran mis hijos. Pero el dinero no es algo que me mueva. Trabajo porque me encanta pero no lo hago por la plata. Sí, obviamente, que el dinero da facilidades en la vida.
—¿También la ayuda a ser solidaria?
—La solidaridad es algo que me fascinó de Rober. En este punto lo admiro por todo lo que hace junto a un grupo de amigos. Trabajan con barrios vulnerables en los que falta todo. Yo, simplemente, lo acompaño. La labor que hacen es maravillosa y yo sólo aporto mi pequeño granito de arena. Ellos trabajan mucho, sobre todo en esta época, y ojalá más allá de la pandemia perdure el espíritu solidario de la gente.
—Ya que lo nombró a Rober, justamente celebraron un año de casados…
—Sí, fue muy lindo porque afianzamos nuestra familia ensamblada. La pandemia hizo que a la fuerza tuviéramos el tiempo suficiente para estar mucho con los chicos. Entonces pudimos forjar recuerdos muy amorosos, como cocinar todos juntos, jugar… También tuvimos que hacer el colegio en casa. Todas fueron cosas excepcionales que las supimos usar a nuestro favor. Sin dudas fue un año muy movilizante. Sobre todo para los chicos que cumplieron con su escolaridad desde casa y no vieron ni pudieron jugar con sus amigos… Fue todo muy limitado. Sólo por ese tema no puedo decir que fue maravilloso nuestro primer año de casados porque sorteamos todos los obstáculos. No es una realidad que uno pueda decir que es la ideal. Pero le pusimos buena onda y mucho pero mucho amor.
—¿Sintieron que fue como una prueba a su amor?
—Nosotros ya éramos grandes cuando nos conocimos y ya sabíamos muy bien lo que queríamos cada uno por su lado. Teníamos los mismos sueños. Entonces eso nos unió y nos hizo elegirnos tan rápido. Sólo fue comenzar a vivir lo que los dos queríamos vivir. Esta cosa de disfrutar de nuestros hijos, de dedicarle tiempo a la familia, de valorar las cosas simples. Entonces para nosotros fue un tiempo de reafirmar lo que ya sabíamos que queríamos.
—¿Cree que Rober fue un regalito que le tenía preparada la vida?
—A Rober no lo definiría como un regalito… Yo digo que las cosas tienen que pasar, que pueden estar escritas previamente, que los dos estábamos buscando una persona como la que encontramos y nos pudimos reconocer rápidamente. Tuvimos esa suerte de darnos cuenta que teníamos los mismos sueños y valores. Somos muy parecidos. Tenemos mucha fuerza; somos románticos y muy comprometidos con la vida. Amamos la familia grande y por eso la disfrutamos. Teníamos muchos puntos en común y por eso fue muy simple enamorarnos. Sólo bastó que él se pusiera en mi camino.
—¿Hicieron muchas locuras por este amor?
—No fueron locuras. El hizo cosas románticas pero sólo le siguió la corriente a mis amigas que le dieron toda la letra para que cumpliera esas demostraciones. Yo no hago ese tipo de cosas. Estoy más en el día a día. Recuerdo las cosas que le gustan y se las hago. Le mando mensajitos lindos. Yo estoy más en la cosa chiquitita de todos los días. Algún detalle pequeño para que sepa que me acordé de él durante el día. Eso siempre está presente. A veces nos pasamos a buscar por nuestros trabajos. Cosas chiquitas que hacen al amor. Es muy lindo poder abrirse y demostrar el sentimiento que uno tiene por el otro. Yo no tengo ningún tipo de prejuicio con eso y me encanta. Siempre fui muy romántica. Y estoy en una etapa dispuesta a disfrutar todo. Hoy estoy más libre y en todo lo que decido no me influye lo que piensen los demás. Siento que hoy tengo menos mochila, que ando más libre.
—¿Es más conservadora en lo que respecta a la pareja?
—Sí, yo soy más chapada a la antigua. No me gusta hablar de temas íntimos de la pareja. Tampoco me gusta provocar en el otro celos. Me niego totalmente a los permitidos en una pareja; ni siquiera de palabra o como parte de un juego. Yo estoy enamorada de mi marido y no tengo ni ojos ni corazón para ningún hombre más.
—¿Cómo van a celebrar la Navidad; cumplen con todos los rituales?
—Me encanta celebrar las fiestas y que seamos muchos. Me fascinan los rituales, los momentos para luego recordar. Entre todos decoramos la casa con los adornos tradicionales. ¡Y quedó divina! A la hora de los regalitos me gusta que se trate de cosas mágicas, algo que después puedan recordar. Sobre todo para los chicos que quiero que disfruten y adopten las tradiciones como parte suya. Porque me gusta cuidarles esa inocencia típica de la niñez para, de alguna manera, seguir manteníéndoselas. Yo a Papa Noel no le pido nada, sólo le agradezco porque soy muy consciente de todas las cosas lindas que me dio en la vida.
—¿Y las vacaciones..?
—Termino “Pampita on line” en Net TV el 18 y recién retomaremos los primeros días de marzo. Así es que puedo disfrutar de una lindas vacaciones. Pasamos las fiestas en casa y en enero nos vamos a México, al complejo de hoteles de lujo del que soy embajadora. Es un verdadero paraíso en el que sólo nos miman. Vamos toda la familia dos semanas. Allá pasamos nuestros cumpleaños; yo el 17 y Rober el 18. Una sola fiesta para los dos. Rober es muy generoso y demostrativo pero para éste no espero nada especial. El siempre se esfuerza por sorprenderme, por hacerme reir y por hacerme feliz…
—Y aunque sea reiterativo, el bebé ¿para cuándo?
—Desde hace un año, cuando me casé, empezaron a embarazarme y nunca pararon. Apenas anunciamos nuestra boda, comenzaron a especular, “¡Por eso se casan..!” Con Rober ya nos reimos del tema y no nos hacemos drama. Obviamente que nos gustaría tener un hijo porque nos amamos profundamente y estamos muy felices con este proyecto que encaramos de formar juntos una familia. Pero no sabemos cuándo vendrá un hijo y qué es lo que quiere Dios para nosotros. Yo creo profundamente en Dios y en lo que él decida. La fe me acompaña en todas las cosas importantes que me suceden en la vida. Para mí la fe, creer en Dios, es una protección.