A escasos metros del suelo, observa las alturas como hipnotizado. Todo le provoca curiosidad. Juegos de destreza con pelotas detenidas en el aire, colores y excéntricos vestuarios acaparan su atención y no hay nada en ese universo que le sea indiferente. Y aunque la altura o la temprana edad no le permiten “volar” como los virtuosos artistas circenses, el ADN manda.
“Sin dudas lo lleva en la sangre y viene en los genes Mendoza-Guasconi. Le encanta treparse a todo y cuando escuchaba la música de “Siddharta”, en Carlos Paz, se desesperaba para entrar. Se bancaba la función completa de una hora cuarenta sentado”, revela Flavio Mendoza a CARAS sobre su hijo Dionisio, inspiración de “El Circo del Anima”, un ambicioso espectáculo circense, “como los de antes”, que traerá de Italia a la Argentina. “Dio fue el generador y principal motor de esta idea que es volver a traer el circo al país y recuperar esa esencia. Hasta el significado de su nombre tiene que ver con la vida circense ya que así se llamaba un caballerizo que trabajaba con mis papás y me cuidaba. Para mí es como un volver a nacer, conectar con mis raíces y las ilusiones de volver a tener un circo majestuoso como los de antes”, cuenta entusiasta.
Con apenas seis años, cada vez que alguien le preguntaba qué anhelaba ser cuando creciera, Flavio no lo dudaba: domador o trapecista de circo, repetía orgulloso. “Mi abuelo era el dueño del circo donde crecí y creo que uno de los mejores payasos de la época. Y mi abuela, una alemana rubia de ojos claros, lo acompañaba siempre con el papel principal. Papá era de pueblo, carnicero, y cuando vio a mi mamá en una función se enamoró perdidamente de ella. Entonces se sumó al circo apostando al amor sin conocerla. ¡Todo muy de película!”, aclara quien se crió observando a su madre, Zulema, caminar sobre fino alambre en las alturas y a su papá trapecista, Enrique, realizar riesgosas piruetas en el aire. “Yo era el más chico y me entrenaban para todo: danza, acrobacia, trapecio, fuerza dental… El circo fue mi gran escuela y se lo debo todo. Siento que tuve la mejor infancia. Porque más allá de viajar todo el tiempo y algunas cosas más duras como adaptarte a una escuela y después tener que dejarla y no ver más a los que eran tus amigos, estar ahí era como vivir en un cuento junto con mis primos y mis hermanos. Para nosotros era muy natural tener una jaula de leones y osos o lo que sea”, agrega.
De vacaciones en Nueva York y Miami junto a “Dio”, mientras ultima detalles de la próxima gira de “Siddharta”, el éxito de Carlos Paz que viajará por la Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile, el empresario prepara a distancia el cumpleaños de un año (el 11 de abril) de su amado heredero. “Va a tener un mega-cumpleaños muy copado en el Parque Neverland, que lo van a cerrar especialmente para hacer la fiesta que organiza Princess Eventos Puerto Madero con temática circense”, admite antes de emprender regreso. Y concluye: “Me acuerdo que hace un tiempito atrás estaba esperando para que naciera y hoy no puedo creer cómo todo pasó volando. Deseo que le quede un gran recuerdo de ese día”.





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