Marta González (CARAS )
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Marta González reveló el peor episodio que vivió con su ex marido, Chiche Sosa: “Dios sabe que es verdad”

La actriz recordó la escena que marcó un quiebre en su matrimonio con el ex futbolista y reflexionó sobre el amor propio y los límites.

En diálogo con Héctor Maugeri para +CARAS, Marta González recordó su matrimonio con el ex futbolista Chiche Sosa, con quien se casó el 2 de junio de 1968 en la Basílica María Auxiliadora de San Carlos. La boda fue transmitida en vivo por Canal 9 y narrada por Héctor Larrea, pero lo que más recuerda de ese día es la multitud que la rodeaba. “Me tuve que ir en taxi porque el coche se asustó cuando empezaron a golpearle los vidrios. Yo salí de la iglesia y no sabía cómo irme”, contó en referencia la intensidad pública que rodeó aquella relación desde el inicio.

Marta González: “Pasé de la risa al llanto”

Cuando Héctor Maugeri le preguntó qué la enamoró de él, Marta González respondió que lo que la conquistó fue la risa: “Me hacía reír mucho, Chiche. Mucho. Después ya no”. Ella soñaba con un matrimonio para toda la vida y eso la llevó a sostener situaciones que, con el tiempo, reconoce como dolorosas. “Si hubiera tomado la decisión antes de separarme, no hubiera sufrido tanto”, admitió.

Marta González en +CARAS

Según contó, durante años convivió con infidelidades que prefería no ver, hasta que la realidad se volvió imposible de negar. Recordó el momento en que una mujer la llamó para decirle que tenía un hijo de trece meses con su esposo. “Contra un hijo no se puede”, dijo. La pareja estuvo junta alrededor de treinta años, con separaciones y regresos que solo prolongaron el desgaste emocional.

Marta González: “Quería estar bella para él”

Más adelante, Marta González compartió una escena que, para ella, resume cómo se sentía en ese vínculo. Llevaban siete años de casados. Habían hecho el amor y él se había ido al baño. Ella estaba desnuda cuando él volvió. “Me dijo: ‘Tirate al piso’. Yo pensé: ‘Ay, divino, doblete’, después de siete años”, relató con ironía. Pero no se trataba de un juego íntimo.

Marta González

Él comenzó a indicarle cómo colocar las manos, cómo encoger las piernas. Ella creía que era una posición nueva, hasta que escuchó la razón: tenía que hacer abdominales porque él le había visto “un rollito”. La actriz lo dijo sin dramatizar: “Sí. Te lo juro. Dios sabe que es verdad”. Marta González no cuenta esta historia desde el enojo, sino desde la claridad que da el tiempo y afirmó que entendió que "el amor propio también se aprende".

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