Cómo educan Meghan y Harry a sus hijos Archie y Lilibet fuera del protocolo real
Lejos de las tradiciones de la Casa Real británica, los duques de Sussex apuestan por una crianza más libre.
Archie y Lilibet Mountbatten-Windsor crecen entre el sol californiano y una educación muy distinta a la que recibieron su padre y sus primos. Aunque son nietos del rey Carlos III, la vida que Meghan Markle y el príncipe Harry eligieron para ellos poco tiene que ver con los salones de palacio. En Montecito, donde la familia reside desde 2020, los niños disfrutan de una infancia más libre, en contacto con la naturaleza y ajena a la rigidez de los protocolos reales.
Meghan y sus hijos, Archie y Lilibet
La educación de Archie y Lilibet, los hijos de Harry y Meghan
Mientras que en el Reino Unido la educación obligatoria comienza a los cuatro años, en Estados Unidos los pequeños suelen iniciar su formación escolar alrededor de los cinco o seis. De hecho, Archie —que tiene cuatro— ya podría incorporarse pronto a una escuela primaria. En California, los Sussex cuentan con varias opciones de excelencia cerca de su hogar. Una de las más destacadas es Montecito Union School, una institución pública con casi dos siglos de historia, reconocida por su enfoque creativo y su equilibrio entre arte, música, deportes y tecnología. También podrían optar por centros privados de prestigio como Laguna Blanca o Cate School, conocida por fomentar la independencia y el pensamiento crítico.
El modelo educativo estadounidense difiere del británico en su estructura. Mientras que en Inglaterra las materias como física y química se enseñan de forma separada por grados, en Estados Unidos la formación tiende a ser más flexible y personalizada, con mayor énfasis en las habilidades prácticas y la participación. Además, las universidades estadounidenses valoran no solo las notas, sino también las actividades extracurriculares y los logros personales, algo que encaja con la visión de los Sussex sobre una educación integral.
Meghan y Lilibet
En cambio, los príncipes George, Charlotte y Louis siguen el camino tradicional de la monarquía británica. Asisten a colegios privados como Lambrook School, donde los exámenes de ingreso se preparan con años de antelación y la excelencia académica se combina con la disciplina del internado clásico.
Si en el futuro Archie o Lilibet quisieran estudiar en Reino Unido, no tendrían mayores dificultades: las universidades británicas aceptan los exámenes estadounidenses de acceso. Pero por ahora, la apuesta de Meghan Markle y Harry es clara: una educación que promueva la libertad, la empatía y la individualidad, más cercana al espíritu de California que a las aulas británicas.
F.A