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Todo proceso creativo nuestro comienza con un chispazo, una idea, una emoción, que se siente tan real, tan divertida, que abre el deseo de materializarla, para así, de alguna forma inmortalizarla y poder compartirla.
Ese primer chispazo de inspiración toma muchas formas, lo buscamos por diferentes medios o simplemente llega en la cotidianeidad. Eso es lo lindo del diseño, que fusiona, intercala, combina, toda experiencia. Nada está separado, simplemente son diferentes enfoques y facetas de lo que luego será un todo.
Una vez reunida nuestra “materia prima” empezamos a combinar, dibujar y maquetar aquella idea que todavía reside sólo en nuestra mente. Nacen las primeras medidas, las primeras posibles ambientaciones y nos dedicamos a hacer en pos de aquello que un día ocupará un espacio.
A la hora de elegir el color, hacemos un estudio dentro del equipo donde seleccionamos aquellos colores que soñamos para los nuevos productos. Con estas elecciones buscamos incorporaciones auténticas, que despierten nuevas sensaciones, pero que a su vez se complementen y se amplíen en una paleta en degradé. Esta elección va orientada en parte a lograr combinaciones con otros productos nacionales en tendencia, buscando la posibilidad de que quienes nos eligen puedan crear ambientaciones de vanguardia.
Una vez tenemos los colores, nos reunimos con el proveedor de nuestra materia prima, donde su colorista transforma la pintura en resina, el primer componente de nuestras creaciones.
Con el plano oficial del nuevo producto migramos a la etapa de fabricación, donde vivimos los primeros procesos y encuentros con los medios que hacen posible la materialización del producto.
Para tratar la forma, presentamos los planos al matricero, quien se enfoca en crear ese primer molde que luego se llena con la pasta de color para, una vez seco, dar vida a nuestros objetos creativos. Y es ahí cuando llega el momento tan esperado: la primera colada.
La primera colada marca un punto de inflexión y un comienzo de un proceso extenso e intenso. Es la primera vez que la idea cobra cuerpo y podemos verla en el espacio. Esto lleva a conocer el producto y todos aquellos detalles que debemos perfeccionar para que el resultado final sea el anhelado. A pesar de ser recién el comienzo de un largo camino a recorrer, es uno de los momentos más ansiados y nos generan gran felicidad.
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