viernes 15 de agosto del 2025

Irresponsabilidad afectiva y ghosting: las heridas invisibles de la era digital

En un mundo hiperconectado, parece más fácil desaparecer que enfrentar una conversación incómoda. Pero, ¿qué nos está costando emocionalmente esta forma de vincularnos? Galería de fotosGalería de fotos

Irresponsabilidad afectiva y ghosting: las heridas invisibles de la era digital
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En los últimos años, expresiones como “irresponsabilidad afectiva” o “ghosting” se han vuelto parte habitual de nuestras charlas cotidianas. Ya no son términos exclusivos de psicólogos o gurús del amor, sino parte de un nuevo vocabulario que describe relaciones frágiles, inestables y, muchas veces, dolorosas.

Las redes sociales y las apps de citas han transformado la manera en que nos conocemos, nos comunicamos y hasta nos enamoramos. Paradójicamente, la era de mayor acceso a la información y a las personas también es la que trae más desconexión emocional, aislamiento y vínculos superficiales.

¿Qué es la irresponsabilidad afectiva?
Este concepto hace referencia a la falta de claridad, compromiso y empatía hacia la otra persona. Implica sostener vínculos confusos, ambiguos o inconsistentes, que generan malestar y desgaste emocional. El ghosting, por su parte, es la práctica de cortar toda comunicación sin previo aviso, dejando a la otra persona con más preguntas que respuestas.

La ciencia confirma que el rechazo social activa en el cerebro áreas similares a las del dolor físico. Por eso, estas experiencias no solo desconciertan, sino que pueden provocar ansiedad, angustia y una profunda baja en la autoestima. La incertidumbre nos lleva a sobreanalizar lo sucedido: ¿Qué pasó?, ¿Qué hice mal?, hasta instalar un miedo persistente al rechazo y una dificultad para volver a confiar.

Irresponsabilidad afectiva y ghosting: las heridas invisibles de la era digital

Educar en lo emocional, el gran desafío
En este nuevo escenario, se vuelve urgente fomentar vínculos más conscientes y responsables. La madurez emocional no significa evitar sentir, sino aprender a expresar lo que sentimos con respeto, claridad y empatía. Implica dejar de lado la lógica del “yo primero” para considerar cómo nuestras acciones impactan en el otro.

Animarnos a ser claros, a poner límites y a sostener conversaciones incómodas es parte del trabajo de construir relaciones más sanas. Amar mejor también es una forma de crecer: implica dejar de evadir y hacernos cargo de lo que generamos en los demás.

En definitiva, si la tecnología cambió la forma en que nos encontramos, depende de nosotros decidir si también cambiará —para bien o para mal— la forma en que nos cuidamos.

Luisina Cogliati

Lic. en Psicología mat 9116

@lucogliati.psi

3464 553548

 

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