En los últimos años, expresiones como “irresponsabilidad afectiva” o “ghosting” se han vuelto parte habitual de nuestras charlas cotidianas. Ya no son términos exclusivos de psicólogos o gurús del amor, sino parte de un nuevo vocabulario que describe relaciones frágiles, inestables y, muchas veces, dolorosas.
Las redes sociales y las apps de citas han transformado la manera en que nos conocemos, nos comunicamos y hasta nos enamoramos. Paradójicamente, la era de mayor acceso a la información y a las personas también es la que trae más desconexión emocional, aislamiento y vínculos superficiales.
¿Qué es la irresponsabilidad afectiva?
Este concepto hace referencia a la falta de claridad, compromiso y empatía hacia la otra persona. Implica sostener vínculos confusos, ambiguos o inconsistentes, que generan malestar y desgaste emocional. El ghosting, por su parte, es la práctica de cortar toda comunicación sin previo aviso, dejando a la otra persona con más preguntas que respuestas.
La ciencia confirma que el rechazo social activa en el cerebro áreas similares a las del dolor físico. Por eso, estas experiencias no solo desconciertan, sino que pueden provocar ansiedad, angustia y una profunda baja en la autoestima. La incertidumbre nos lleva a sobreanalizar lo sucedido: ¿Qué pasó?, ¿Qué hice mal?, hasta instalar un miedo persistente al rechazo y una dificultad para volver a confiar.
Educar en lo emocional, el gran desafío
En este nuevo escenario, se vuelve urgente fomentar vínculos más conscientes y responsables. La madurez emocional no significa evitar sentir, sino aprender a expresar lo que sentimos con respeto, claridad y empatía. Implica dejar de lado la lógica del “yo primero” para considerar cómo nuestras acciones impactan en el otro.
Animarnos a ser claros, a poner límites y a sostener conversaciones incómodas es parte del trabajo de construir relaciones más sanas. Amar mejor también es una forma de crecer: implica dejar de evadir y hacernos cargo de lo que generamos en los demás.
En definitiva, si la tecnología cambió la forma en que nos encontramos, depende de nosotros decidir si también cambiará —para bien o para mal— la forma en que nos cuidamos.
Luisina Cogliati
Lic. en Psicología mat 9116
@lucogliati.psi
3464 553548





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