¿Cómo comienza este proceso nocivo?
Pregunta sencilla y compleja al mismo tiempo. Repetimos hasta el cansancio esto de “todo el mundo quiere ser aceptado”. No será que al no aceptarnos nosotros, buscamos de manera desesperada en el mundo exterior toda esa sensación de aceptación y amor que nos reconforte. Amarnos primeramente lo hemos escuchado repetidas veces, aunque pareciera que no las suficientes. Será que no entendemos el concepto como tal de hacerlo o nos da pavor introducirnos en esa sombra que nos avergüenza, nos duele.
Al no detenemos, ese ser negado, escondido, vulnerable, que pareciera no fuera parte nuestra, comenzará el proceso de invención, tal cual guion de película, y necesitará reinventarse. Este personaje, ficticio, superficial, tendrá la función casi exclusiva de adaptarse a las necesidades, deseos externos y convencerlas de que él puede ser parte.
Este proceso no se limita solamente con el afuera, muy por el contrario, la autoseducción será muy convincente para con nosotros, siendo este personaje el protagonista de nuestra vida, tomando todas las decisiones importantes y los condicionamientos que conlleva esta situación.
El no sentirnos amados, aceptados, por nuestra familia, relaciones, la sociedad en general, nos hace sentir temerosos. La incertidumbre del sentirnos solos hace aparecer cuestionamientos internos como: si estamos haciendo lo correcto para que nos suceda, de si somos bondadosos, seguros, fuertes, físicamente adecuados, valientes, de si merecemos ser amados y demás pensamientos negativos y equívocos que son dagas clavadas en nuestro interior que no permiten nuestra realización.
Pareciera que estos requisitos son los que impone la sociedad como camino a la felicidad, pero contradictoriamente a esto, cada día estamos más alejados de ella.
¿Cómo revertimos esto?
Esta realidad inexistente, esta falsa solución que creamos es la que constituye que la solución sea ya de por sí el problema y nos va deteriorando inexorablemente. Imagínense todos los días de nuestra vida, todo el tiempo, saliendo a vender un producto, nuestra creación, con la frustración asegurada. No importa el esfuerzo, los resultados negativos serán una determinante en nuestra vida, más allá de pequeñas alegrías momentáneas en el transitar.
Cuantas veces escuchamos la frase "Tenía todo para ser feliz y…." o "Parecía una persona tranquila y un día ….." podemos escuchar historias como estas día tras día. Es imposible sostener la insatisfacción en el transcurrir del tiempo y como dice el dicho "no hay mentira que dure mil años".
Posibilitar la recuperación del cuerpo emocional escondido, la autoaceptación, son las estrategias necesarias en esta labor, en este proceso, que como tal incluye la compasión propia como elemento fundamental.
Quizás las preguntas que deberíamos formularnos serían: ¿Lo que estoy haciendo hasta hoy, con el cansancio, el malestar, la intranquilidad, la infelicidad que subyace es algo fácil para mí?
¿Qué clase de relaciones reales estoy construyendo?
En cuanto a la primera pregunta, el cortar simplemente con esta identidad no auténtica como punto de partida, nos traerá un alivio indescriptible. Esta acción, es generadora de nuevos posicionamientos en todos los ámbitos y relaciones. Se asomarán la paz interna y la autoestima y originara el sentirse partícipes de un proyecto sanador.
En cuanto a la segunda pregunta, creo que todos sabemos la respuesta, aunque nos dé temor afrontarlo.
Aceptarnos, amarnos, es justamente lo contrario a ese miedo, es simplemente saber que somos seres con conflictos, y que podemos usar esos conflictos como un mapa a seguir y no como algo a rechazar, que la valentía de encararlo nos produce un contagio inspirador en nosotros y en el entorno, sabiendo que hay mucho por trabajar y nada por negar.
No permitamos que esas cuestiones vergonzantes y temerosas del pasado decidan nuestro presente. Con el sentimiento de despertar que llevamos dentro sin exclusión, dejaremos de sentirnos incapaces, indignos, pudiendo utilizar la llave que nos lleve al verdadero yo, con una visión global constructora y no limitante.
Dejame agradecer en esta oportunidad, a Eleonora Carrazco, hermana y compañera de este espacio.