viernes 26 de julio del 2024

La culpa tiene la culpa

CREDITO CARAS

 Si existe un sentimiento que nos une y nos convoca a todas las mujeres, independientemente de la clase social, los años y la experiencia de vida, es la culpa. El origen de la misma se basa en pensar que no estamos haciendo lo correspondiente, lo esperado, lo que deberíamos, por la exigencias propias y mandatos sociales. La culpa, siempre nos deja en falta, con ese sabor amargo de nunca ser suficientes, entonces ahí estamos todas intentando que no se note, que no podemos con todo, cargándonos pesos y obligaciones imposibles de sostener, poniendo el cuerpo.

Todas las madres sentimos culpa. Las madres que están siempre presente, en cada paso, sienten culpa por sobreproteger a sus hijos, porque les cuesta soltarlos y dejarlos crecer, por estar demasiado, por postergarse, por quedarse en el costado del camino y esperar que la maternidad las complete. Las madres que trabajan y se desarrollan fuera de su casa, sienten culpa por no estar, por dejarlos con otra persona, por perderse cosas de la vida cotidiana, por no saber lo que le falta para el colegio, por no tener tiempo para invitar amigos, por estar cansadas y desganadas. A eso siempre se le suma más... culpa por no tener el mismo cuerpo, que antes de maternar, por el paso de los años, por no hacer comida saludable, por no tener tiempo de ejercitarse o ganas... Entonces en algún momento de la vida, observás tu recorrido y te dás cuenta... que ya no podés más. Que te maltrataste lo suficiente, que te perdiste, que no te escuchaste. Y que buscar el reconocimiento y la valoración afuera es una encrucijada sin salida.

¿Qué podemos hacer con ella?

 Lo mejor que podemos hacer, es soltar. Soltar culpas, mandatos, ideales, expectativas y reconocernos. Desarrollar el auto amor, aunque te tilden de egoísta, egocéntrica, que empieces a mirarte y amarte vos primero, independientemente de lo piensan los demás. La culpa te paraliza, es igual a una encerrona trágica, donde muchas mujeres quedamos encorsetadas y donde morimos un poco, por años. Acarrear culpas nos embota, nos deja centradas en nosotras, rumiando con los pensamientos de lo que podría haber sido y no fue.  Tal vez la culpa marque la diferencia, entre aquellas mujeres que han podido combatirla y quienes se quedan atrapadas dándole tanta identidad y poder. Dejemos de completar a otros. Aprendamos a priorizarnos. Si estamos bien, los que nos rodean también, no funciona loa revés.

Feliz día a todas las madres, intentemos maternidades más reales, no perfectas.

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