La historia detrás del nombre es tan particular como entrañable. “Marta” surgió como un personaje de ficción creado por Mara mientras estudiaba idiomas. Era esa compañera imaginaria que siempre llevaba comida a las clases, y de allí, casi como un chiste privado, nació el nombre de este proyecto que hoy representa mucho más que dulces bien decorados.
Al principio, todo fue experimentación. Sin conocimientos técnicos, pero con un gran deseo de transmitir amor a través de lo que horneaba, Mara empezó a probar recetas en casa, simplemente para compartir con su familia. Pero como suele suceder cuando algo se hace con el corazón, la rueda empezó a girar: primero fueron amigos, luego compañeros de trabajo, y pronto llegaron los primeros pedidos. El 21 de septiembre de 2019, LCM abría oficialmente su cuenta de Instagram.
La pandemia amenazó con apagar el sueño, pero ocurrió todo lo contrario. Para el Día del Padre comenzaron a llover pedidos, y Mara entendió que estaba frente a algo mucho más grande de lo que había imaginado. Su madre fue la primera en sumarse a ayudar, y poco a poco se incorporaron también su hija y su marido, transformando el proyecto en un verdadero emprendimiento familiar.
Consciente de que el talento también necesita formación, Mara se inscribió en una prestigiosa escuela de pastelería, se graduó y no se detuvo allí: realizó todas las especializaciones posibles para elevar la calidad de sus productos. La decisión más difícil —pero también la más valiente— fue dejar su trabajo de oficina para dedicarse por completo a su pasión.
Hoy, La Cocina de Marta no solo ofrece cookies decoradas de altísima calidad, sino que también se ha convertido en un espacio de formación. Mara dicta cursos presenciales de decoración en Royal Icing, convencida de que compartir el conocimiento es la mejor forma de crecer. “Un buen maestro no se guarda lo que sabe, lo comparte y se supera día a día”, afirma.
Como si fuera poco, LCM dio un paso más y sumó tecnología de vanguardia al adquirir una impresora de tinta comestible, una de las pocas disponibles en el país, que les permite imprimir diseños personalizados sobre cookies, macarons, tortas, rocklets y mucho más.
Hoy, La Cocina de Marta es un taller, una escuela, una familia y un sueño en expansión. Con la dedicación puesta en cada detalle, Mara y los suyos trabajan para que cada cookie sea mucho más que un producto: sea una experiencia. “Queremos que algún día LCM sea sinónimo de las mejores cookies”, dice orgullosa. Y todo indica que va por muy buen camino.
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